Al servir a los demás con amor, honramos a Cristo recién nacido en medio de nosotros

La Adoración de los Reyes Magos está representada en esta pintura del siglo XVII del artista francés Claude Vignon.

El siguiente es un mensaje del Arzobispo Allen H. Vigneron a los fieles de la Arquidiócesis de Detroit:

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Cuando en ángel del Señor anunció la venida de Cristo a María y José, los dos dudaron.

“¿Cómo será esto?” preguntó María (Lc 1:34). José decidió divorciarse en silencio, ya que no “quería difamarla” (Mt 1:19).

Este niño no formaba parte de sus planes.

Nos reunimos cada Navidad con la familia y los amigos para celebrar el nacimiento de Cristo, nuestro Señor y Salvador, quien vino a liberarnos del pecado y de la muerte. Parte del gran misterio de la encarnación que celebramos es que Cristo vino a nosotros no como un rey o conquistador, sino como un niño nacido en una familia joven que no lo esperaba, una familia cuya vida se ve muy perturbada por su llegada.

En respuesta a la noticia del ángel, María y José se sobreponen a sus dudas y dicen “sí” a la voluntad del Señor, dándole la bienvenida al Hijo de Dios en sus vidas. Continuaron diciendo “sí” mientras Dios les conducía a un establo de Belén, luego al exilio en Egipto y, finalmente, a Nazaret.

En su carta apostólica del 2021, Patris corde, el papa Francisco hace énfasis en la “valentía creativa” de san José, quien “sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia”.

Lo mismo es cierto sobre la confianza de María en el plan de Dios.

La Sagrada Familia se refleja hoy en las luchas y logros de todas las familias, particularmente de aquellas que tratan de seguir a Nuestro Señor ante las dificultades de la vida. Al dar la bienvenida a Cristo en nuestras celebraciones navideñas de este año, preguntémonos cómo podemos hacer extensiva esa misma alegre bienvenida a las madres y padres en necesidad entre nosotros.

¿Somos como los Magos, que hicieron hasta lo imposible para encontrar a la Sagrada Familia, generosamente le ofrecieron regalos y adoraron al niño Jesús?

¿O somos como Herodes, quien dijo que quería hacer homenaje (Mt 2:8) pero al final puso sus propios planes y deseos primero que la voluntad de Dios?

Damos la bienvenida y servimos a Cristo cuando damos la bienvenida y servimos a la madre que se enfrenta a un embarazo inesperado, apoyándola para que esté fortalecida para dar el gran regalo de la vida. Compartimos con él cuando compartimos con las familias que se han visto obligadas a huir de sus países de origen. Abrimos nuestro corazón al Señor cuando abrimos nuestro corazón a “cada persona necesitada, cada pobre, cada persona que sufre, cada moribundo, cada extranjero, cada prisionero, cada enfermo” (Patris corde, 5).

Lo que hacemos por ellos, lo hacemos por Cristo.

Mientras celebramos la Navidad este año, que la Sagrada familia y el nacimiento de Jesús sean una inspiración para servir generosamente a aquellos que lo necesitan a nuestro alrededor. Y que por medio de este servicio, experimentemos y compartamos la alegría de recibir entre nosotros al Verbo Encarnado.

Que la paz de Cristo esté con ustedes, con sus seres queridos y con todos aquellos con los que se encuentren en esta Navidad.

Sinceramente suyo en Cristo,

El Reverendísimo Allen H. Vigneron
Arzobispo de Detroit



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