El Papa León XIV instó a los católicos a conectar la fe “con la realidad” y aseguró que la muerte y la Resurrección de Cristo son el “fundamento” de la espiritualidad de la ecología integral.
“La muerte y Resurrección de Jesús, por lo tanto, son el fundamento de una espiritualidad de la ecología integral, fuera de la cual las palabras de la fe se quedan sin conexión con la realidad y las palabras de la ciencia se quedan fuera del corazón”, aseguró.
Durante la Audiencia General, reivindicó una “conversión ecológica”, que según dijo, “los cristianos no pueden separar de ese cambio de dirección que les requiere seguir a Jesús”.
El Pontífice continuó este miércoles con el ciclo de catequesis sobre la relación entre la Resurrección de Cristo y los desafíos del mundo actual.
Así, radicó esta idea en el Evangelio de San Juan, que da un detalle que no encontramos en los otros Evangelios. Se refiere al pasaje en que María Magdalena está cerca de la tumba vacía y no reconoce “enseguida a Jesús Resucitado, sino que pensó que era el custodio del jardín”, explicó el Papa.
“El hecho de que María se volviera aquella mañana de Pascua es una señal de esto: sólo de conversión en conversión pasamos de este valle de lágrimas a la nueva Jerusalén”, subrayó.
De este modo, constató que “cultivar y custodiar el jardín es la tarea originaria que Jesús llevó a su término”. “Su última palabra en la cruz – está cumplido – invita a cada uno a reencontrar la misma tarea, su tarea”, subrayó.
"Si no es cuidador del jardín, el ser humano se convierte en su devastador”
En este sentido, aseguró María Magdalena, “no se equivocó del todo, creyendo que encontraba al cuidador de la huerta”. A continuación, citó la encíclica Laudato si’ del Papa Francisco, que ha cumplido diez años, en la que su predecesor, según aseguró León XIV, indica “la extrema necesidad de una mirada contemplativa”. “Si no es cuidador del jardín, el ser humano se convierte en su devastador”, indicó.
“La esperanza cristiana, por lo tanto, responde a los desafíos que enfrenta toda la humanidad, hoy deteniéndose en el jardín donde se colocó el Crucificado como una semilla, para volver a brotar y dar mucho fruto”, manifestó el Papa.
Así, explicó que los hijos y las hijas de la Iglesia pueden hoy “encontrar millones de jóvenes y de otros hombres y mujeres de buena voluntad que han escuchado el grito de los pobres y de la tierra dejándose tocar el corazón”.
“Son muchas también las personas que desean, a través de una relación más directa con la creación, una nueva armonía que los lleve más allá de tantas laceraciones”, subrayó en este sentido.
Los desafíos “no se pueden afrontar solos y las lágrimas son un don de vida"
El Santo Padre explicó que los desafíos “no se pueden afrontar solos y las lágrimas son un don de vida cuando purifican nuestros ojos y liberan nuestra mirada”. Y agregó: “El Paraíso no está perdido, sino que es encontrado”.
Por eso, pidió tener la capacidad “de escuchar la voz de quien no tiene voz”. Y agregó: “Veremos, entonces, lo que los ojos aún no ven: ese jardín, o Paraíso, al que solo nos acercamos acogiendo y cumpliendo cada uno su propia tarea”.
- Esta nota fue publicada originalmente en ACIPRENSA.


