Un año récord de consagraciones marcará la Misa Arquidiocesana en honor a Nuestra Señora de Guadalupe

'María nos toma de la mano y nos lleva a Jesús’: la celebración guadalupana reunirá a 168 fieles que harán su consagración mariana

DETROIT - La comunidad hispana de la Arquidiócesis de Detroit se prepara para vivir una de las celebraciones más significativas del año: la Misa en honor a Nuestra Señora de Guadalupe, que tendrá lugar el 9 de diciembre en la Cathedral of the Most Blessed Sacrament, en memoria de San Juan Diego.

Este año, la conmemoración llega con una alegría especial: 168 fieles han estado preparándose para consagrarse a la Virgen, una cifra que la Federación de Asociaciones de Nuestra Señora de Guadalupe (FANG) describe como “un año récord”.

La jornada comenzará a las 5 p.m. con el Rezo del Santo Rosario, seguido a las 5:45 p.m. por danzas y alabanzas, y culminará con la Santa Misa a las 7 p.m., presidida este año por el Obispo Jeffrey M. Monforton, acompañado por el Obispo Donald F. Hanchon.

Las ceremonias incluirán la tradicional imposición de medallas provenientes directamente de la Basílica de Guadalupe en México, una de las expresiones más esperadas por los consagrados.

Una celebración que une a toda la arquidiócesis

Para Conchis Kargetta, presidenta de la FANG, esta misa anual es mucho más que una fecha en el calendario litúrgico: es un signo visible de la unidad y la identidad guadalupana dentro de la arquidiócesis.

“Esta es nuestra celebración arquidiocesana, lo cual quiere decir que todas las parroquias que son miembros de la Federación de Nuestra Señora de Guadalupe se unen en esta celebración y en la coordinación de todo el evento”, explicó en entrevista con Detroit Catholic en español.

La estructura de la jornada está pensada para que cada parroquia tenga un rol y aporte a la vivencia común. “Iniciamos con el Rosario, que está a cargo de la iglesia de San Damián y es bilingüe: se rezan tres misterios en español y dos en inglés. Y después del Rosario son los cantos de alabanzas”, detalló.

En este ambiente de oración y fiesta, la catedral se llena de colores y sonidos que evocan las raíces de la devoción guadalupana. Los danzantes ingresan con atuendos tradicionales —bordados, plumas, listones y símbolos que recuerdan la cultura indígena— acompañados por el ritmo de tambores y sonajas. La procesión de estandartes, portados por representantes de distintas parroquias, avanza solemnemente hacia el altar, creando un mosaico vibrante de fe. Cantos marianos, flores y una gran imagen de la Virgen completan un escenario que transforma la catedral en un pequeño “Tepeyac” en Detroit, donde cada gesto, baile y ofrenda se convierte en oración viva.

Este año, las danzas estarán a cargo de un grupo de la Basílica de Little Flower, mientras que la misa será concelebrada por sacerdotes de la arquidiócesis. Durante la liturgia, los dos obispos impondrán personalmente las medallas a cada uno de los consagrados. “Las medallas se le imponen a cada consagrado una por una”, destacó Conchis, subrayando la profundidad espiritual del momento.

Un “año récord” y una comunidad que crece

El número de consagrados sorprendió incluso a la Federación. “Este año tenemos 168 personas que se están preparando para la consagración. Es un año récord”, afirmó Conchis. La mayoría de los participantes proviene de comunidades hispanas, pero en los últimos años se ha dado un hecho especialmente significativo: la participación de fieles anglosajones.

“Ya tenemos como cuatro años que se han integrado algunos anglosajones y este año, de hecho, tenemos una parroquia que se acaba de integrar que es en su mayoría de anglosajones”, señaló. La devoción a la Virgen Morena, tradicionalmente ligada a la cultura mexicana, se está extendiendo así a otras realidades parroquiales, generando nuevos puentes pastorales.

La presidenta explicó también que, si bien la asistencia general decayó durante la pandemia, el entusiasmo ha ido recuperándose.

El intenso trabajo detrás de la celebración

La coordinación arquidiocesana de esta misa es un esfuerzo anual que implica una logística compleja, especialmente debido al número de consagrados. La Federación trabaja con delegados de cada parroquia, quienes acompañan a las personas que desean consagrarse y colaboran en la organización general.

“Tenemos muchos desafíos, porque nada más el simple hecho de registrar a todos los consagrados, verificar nombres, recibir pagos… es mucha logística”, compartió Conchis. Cada parroquia asociada a la FANG asigna voluntarios y delegados para distintas tareas durante la misa.

Además, algunas personas que no pertenecen a parroquias federadas también solicitaron consagrarse, por lo que la presidenta asumió personalmente su acompañamiento. “Yo tengo a cargo la gente que se anotó para consagrarse, pero que no tiene representante de su parroquia en la Federación”, explicó.

Una preparación espiritual profunda: 33 días hacia Guadalupe

Más allá de la organización visible, la preparación espiritual de los consagrados es completamente acompañada por la Federación. Cada delegado administra grupos —en su mayoría por WhatsApp— donde comparten diariamente audios y reflexiones del libro Hacia un glorioso amanecer, utilizado en el itinerario de 33 días previo a la consagración.

“Cada delegado tiene sus propios grupos… y ahí se les comparte todos los días el audio del día para la preparación de la consagración”, describió Conchis. Además del proceso individual, este año la FANG organizó una adoración eucarística que reunió a más de 125 personas, así como una charla espiritual sobre las almas del purgatorio. Estas iniciativas buscan sostener y enriquecer la vivencia de los consagrados en su camino hacia el 9 de diciembre.

Los requisitos para consagrarse son simples pero fundamentales: ser mayor de 18 años, haber recibido los sacramentos y “estar en gracia de Dios, lo más que se pueda”, señaló la presidenta. El objetivo es “tratar de vivir siguiendo el ejemplo de vida de la Virgen María y decir sí como ella dijo sí”.

“María es mi refugio”: el testimonio de una consagrada

Entre los 168 consagrados, María Contreras, una fiel que este año dará este paso, comparte un testimonio profundamente conmovedor. Su historia ilumina el sentido espiritual que vive la comunidad guadalupana y cómo la Virgen ha sido refugio y fuerza en medio de momentos difíciles.

“Quise consagrarme a la advocación de Guadalupe porque son muchas las gracias que derrama María y yo quería seguir aprendiendo más”, expresó. Para ella, María es madre, guía y consuelo: “Yo en lo personal, a veces me siento triste o a veces no sé a quién recurrir y veo a María como esa madre… Me refugio en ella”.

Su proceso estuvo marcado por desafíos personales, especialmente en su matrimonio. “Había pensado que estaba sola… pero el refugio más grande fue María”, recordó. Incluso en los momentos de mayor desánimo, experimentó la presencia maternal de la Virgen a través de la oración y del acompañamiento de la comunidad.

Sobre su preparación espiritual, afirma que los 33 días la están ayudando a profundizar su relación con la Virgen: “Me hace entrar en esa profundidad de su ‘sí’. Ella es el puente, es nuestra intercesora”.

María anima a otros fieles a no tener miedo de comenzar este camino:
“A veces es fácil desanimarse… pero yo diría que es mejor buscar a Dios a través de María porque ella nos va a llevar a Jesús”.

Mantener viva la tradición y compartirla con toda la arquidiócesis

Para la comunidad hispana, esta misa anual es también una forma de mantener viva una tradición profundamente arraigada en su cultura. “Para nosotros, los mexicanos e hispanos, mantener esta tradición aquí es como traer un pedacito de nuestras raíces y celebrarlo en comunidad”, comentó Conchis.

Además, la fecha del 9 de diciembre, instituida hace algunos años por el Obispo Cepeda, permite que más fieles puedan participar, ya que muchas parroquias celebran a la Virgen el 12.

Conchis concluyó con un mensaje especial para toda la arquidiócesis:

“Mi mensaje sería que para tener presencia como hispanos o como guadalupanos es bonito unirnos todos a nivel arquidiocesano y celebrar a nuestra reina, a la Virgen de Guadalupe, y mostrar la unión que existe en nuestra comunidad.”

Los preparativos finales ya están en marcha. El próximo 9 de diciembre, la Cathedral of the Most Blessed Sacrament será nuevamente el corazón de una devoción que crece, une y transforma.



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