Dar sentido a lo que no tienes sentido: Buscar a Dios en medio de la tragedia de Oxford

Un estudiante de la escuela secundaria de Oxford escucha una homilía en la parroquia de St. Joseph en el lago Orion después de un trágico tiroteo en la escuela el 30 de noviembre. Tres estudiantes murieron y otras ocho personas resultaron heridas, permaneciendo tres de ellas en estado crítico, a principios del 1 de diciembre. (Michael Stechschulte | Detroit Catholic)

Una de las marcas trágicas de nuestro mundo moderno son las historias de violencia sin sentido. Hemos visto actos de tremenda violencia, dejar cicatrices en diferentes comunidades de nuestro país, especialmente cuando se les hace a los jóvenes. Como hombres y mujeres de fe, hemos respondido con nuestras oraciones y actos de solidaridad y apoyo. Cuando lo peor de nuestra naturaleza humana está en plena exhibición, a menudo encontramos la fuerza para dar lo mejor de nosotros.

Lloramos con las familias cuyas vidas han sido devastadas por el tiroteo en Oxford High School. Sabemos que nada de lo que digamos o hagamos puede aliviar el dolor de perder a un hijo, especialmente a manos de otro joven de forma violenta. Es una tristeza indescriptible.

También lloramos con las familias que quedarán marcadas para siempre por lo que sucedió el 30 de noviembre: los estudiantes que vieron cómo su escuela unida se convirtió en un lugar de caos, con niños corriendo por sus vidas; la facultad y el personal que, temiendo por sus propias vidas, mostraron gran coraje y compostura para ayudar a escapar a tantos jóvenes; la policía y otros socorristas que pusieron sus vidas en peligro para salvar a innumerables personas. Todos estos hombres y mujeres tienen cicatrices que durarán toda la vida.

Conozco Oxford. Pasé dos años de mi sacerdocio sirviendo a los fieles en Oxford y en el lago Orion, compartiendo sus alegrías y tristezas, viendo partidos de fútbol, ​​celebrando graduaciones, encontrándome con vecinos en Meijer, (el lugar que sirvió como punto de encuentro para padres y estudiantes después de que la escuela fue evacuada) y orando con ellos. Oxford es una comunidad que reza. Junto con las otras comunidades cristianas, la parroquia de St. Joseph está llena de hombres y mujeres de Oxford que rezan juntos. No solo rezan los domingos; rezan en la Misa diaria, en pequeños grupos, y muy especialmente en la Capilla de Adoración Perpetua de la Sagrada Familia en la parroquia. Las veinticuatro horas del día, esta comunidad está en oración.

Pero la oración puede ser difícil en momentos como este. Puede ser tentador apartarse del Señor en medio de una tragedia. Es normal preguntar: "¿Dónde estaba Dios? ¿Por qué no lo impidió? ¿Cómo pudo un Dios bueno y amoroso permitir que esto sucediera?". Estas no son preguntas fáciles, pero no debemos tener miedo de formularlas. En tiempos de violencia sin sentido, no es raro ver a los ateos usar estas preguntas para perforar o burlarse de la fe de los creyentes. Pero nosotros, los discípulos del Señor crucificado no podemos tener miedo de escuchar o hacer estas preguntas. ¿Cómo podemos responder?

Nuestra primera respuesta es recordar que el Dios que profesamos es un Salvador crucificado. La cruz se ha convertido para nosotros en una imagen normalizada, pero hace 2.000 años era un signo indescriptible de violencia y crueldad. Y es la cruz, la que Dios usa para demostrar su amor por nosotros. En la cruz, Dios muestra que su amor por nosotros es firme y constante.En la cruz, Jesús derramó hasta la última gota de sangre de su cuerpo. Tomó nuestra carne humana precisamente para poder dar su vida por nosotros. El Dios que profesamos no tenía miedo al sufrimiento e incluso a la muerte. Él conoce la tristeza, el dolor y la soledad que traen. Él conoce tu dolor y confusión. No le teme a tu ira, dolor, miedo o tristeza. Quiere que se los entregues.

Nuestro Dios no nos da una respuesta razonable a tragedias como la que sucedió en Oxford High School. No hay una respuesta razonable que sea suficiente. Esta violencia es un gran pecado y el pecado no es razonable. Entonces, ¿cómo responde? Con su amor.

Él nos da su amor que es más fuerte incluso que la muerte. Él nos da su amor no a pesar de las tragedias de este mundo, sino precisamente a causa de estas tragedias. Jesús conoce la profundidad de la tristeza que acompaña a nuestro viaje por este mundo y su valle de lágrimas. Nos da un amor que es invencible; un amor que nada en este mundo puede superar. Ninguna tragedia, por horrible e insensata que sea, no está cubierta por el amor de Jesucristo. La respuesta de Dios al mal es el amor. Para algunos, esto no es suficiente. Para otros, esto es debilidad. Pero para aquellos que creen, Su amor es lo único a lo que vale la pena aferrarse en este mundo.

En Adviento, ponemos nuestros ojos y nuestro corazón en la venida de Jesús. Él irrumpió en la historia hace dos milenios cuando era un niño recién nacido en un pueblo apartado a las afueras de Jerusalén. Pero sabemos que vendrá de nuevo, con poder y majestad, para corregir todos los males y entregar su justicia misericordiosa. Su amor está escondido y es misterioso aquí y ahora, pero es real. Es más real que la nieve en el suelo o la computadora que estoy usando para escribir.

Jesús quiere que participemos de este amor. Estamos llamados no solamente a recibirlo para nosotros mismos o a ser espectadores del amor de Jesús a una comunidad que sufre. "Ya no los llamo sirvientes, sino mis amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando. Ámense los unos a los otros como yo los he amado". Él quiere que tú y yo seamos sus manos y pies, sus lágrimas y sus abrazos para una comunidad que sufre. Nos muestra su amor por este mundo, a través de los miembros de su Iglesia. Es por eso que somos llamados el Cuerpo de Cristo en la tierra.

No podemos dar sentido a lo sin sentido. Pero podemos responder con fe y amor: fe en un Dios que conoce nuestro sufrimiento, amor por los que sufren.

Señor Jesús, en ti confío. Confío en que de alguna manera, de algún modo, puedas sacar algo bueno de esta tragedia y que la terrible violencia en Oxford High School pueda ser redimida por el poder de tu Cruz. Señor Jesús, úsame para mostrar tu amor a la comunidad herida y a un mundo quebrantado. Dame la fuerza para participar del amor que quieres derramar en los más necesitados.

El Padre Stephen Pullis es director de formación pastoral de posgrado en el Seminario Mayor del Sagrado Corazón. Anteriormente sirvió en la parroquia St. Joseph en el lago Orion y como director del Departamento de Evangelización y Discipulado Misionero de la Arquidiócesis de Detroit.

Servicios de asesoramiento

Las Caridades Católicas de Southeast Michigan tienen servicios de acompalamiento disponibles para quienes lo necesiten después del tiroteo en Oxford High School.



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