León XIV explica por qué el optimismo “decepciona” mientras que la esperanza cristiana “promete y cumple”

El papa León XIV saluda a un niño desde el papamóvil mientras recorre la Plaza de San Pedro en el Vaticano antes de dirigir una vigilia de oración y rezar el rosario por la paz en presencia de la estatua original de Nuestra Señora de Fátima, el 11 de octubre de 2025. (Foto de CNS / Lola Gómez)

El Papa León XIV aseguró que hemos sido creados para “la plenitud”, pero alertó de que este deseo no tiene nada que ver con “pensar de forma optimista” sino con tener la “certeza” de que Dios se hace garante de este “impulso constitutivo de nuestra humanidad”.

“Este deseo grande de nuestro corazón puede encontrar su última respuesta no en los roles, no en el poder, no en el tener, sino en la certeza de que alguien se hace garante de este impulso constitutivo de nuestra humanidad; en la conciencia de que esta espera no será decepcionada o frustrada. Tal certeza coincide con la esperanza”, aseguró el Pontífice durante la catequesis de la Audiencia General de este miércoles 15 de octubre en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

Así, comentó que “a menudo el optimismo nos decepciona, al ver cómo nuestras expectativas implosionan”, mientras que la esperanza cristiana “promete y cumple”.

El Santo Padre continuó con la catequesis sobre el misterio de Cristo, que culmina en la Resurrección, pero esta vez lo vinculó con la realidad humana e histórica actual y con sus “preguntas y sus desafíos”.

“De la Resurrección de Cristo brota la esperanza que nos hace gustar anticipadamente, no obstante las fatigas de la vida, una quietud profunda y gozosa: aquella paz que Él solo nos podrá dar al final, sin fin”, explicó el Papa.

De esta manera, León XIV recordó que la existencia humana está tejida de contrastes —alegrías, frustraciones, esperanzas y cansancios—, pero que sólo en Cristo Resucitado el corazón encuentra la plenitud que busca.

“Nuestra vida está marcada por innumerables acontecimientos, llenos de matices y de vivencias diferentes. A veces nos sentimos alegres, otras veces tristes, otras incluso satisfechos o estresados, gratificados, desmotivados”, dijo el Pontífice.

“Vivimos muy ocupados, centrados en alcanzar resultados, logrando metas incluso altas, prestigiosas; y otras veces permanecemos suspendidos, precarios, esperando éxitos y reconocimientos que tardan en llegar o nunca llegan”, insistió.

El Papa reconoció que esta tensión entre el deseo de plenitud y la experiencia de la limitación define gran parte de la condición humana: “Nos encontramos experimentando una situación paradójica: quisiéramos ser felices, pero es muy difícil conseguirlo de forma continuada y sin sombras. Aceptamos nuestras limitaciones y, al mismo tiempo, tenemos el impulso irreprimible de intentar superarlas. En el fondo, sentimos que siempre nos falta algo”.

Sin embargo, el Pontífice recordó que esa sensación de “falta” no es el destino del ser humano, sino una llamada a la plenitud que encuentra su respuesta en el Resucitado: “En verdad, no hemos sido creados para la falta”.

“¡Jesús Resucitado es la garantía de esta llegada! Él es la fuente que sacia nuestra sed ardiente, la sed infinita de plenitud que el Espíritu Santo infunde en nuestro corazón”, agregó.

Asimismo, el Santo Padre subrayó que la Resurrección de Cristo no debe entenderse como un acontecimiento del pasado, sino como una realidad viva que transforma la historia desde dentro: “La Resurrección de Cristo, de hecho, no es un simple acontecimiento de la historia humana, sino el evento que la transformó desde dentro”.

El papa León XIV sonríe mientras pasa en el papamóvil por la estatua original de Nuestra Señora de Fátima antes de dirigir una vigilia de oración y rezo del rosario por la paz en la Plaza de San Pedro en el Vaticano el 11 de octubre de 2025. (Foto de CNS/Pablo Esparza)
El papa León XIV sonríe mientras pasa en el papamóvil por la estatua original de Nuestra Señora de Fátima antes de dirigir una vigilia de oración y rezo del rosario por la paz en la Plaza de San Pedro en el Vaticano el 11 de octubre de 2025. (Foto de CNS/Pablo Esparza)

“El Resucitado es la fuente viva que no se seca y no sufre alteraciones”

Por otro lado, el Papa León XIV reflexionó sobre el simbolismo del agua como imagen de la vida nueva que brota de Cristo resucitado.

Ante miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Pontífice recordó que la fe en Cristo no es un estado estático porque, como el agua, “sacia y refresca a las criaturas, riega la tierra, las plantas, hace fértil y vivo lo que de otra forma sería árido”.

En este contexto, León XIV comparó el don del agua con la gracia de Cristo resucitado que es “la fuente viva que no se seca y no sufre alteraciones”. “Permanece siempre pura y preparada para todo el que tenga sed”, subrayó el Papa, invitando a los cristianos a acudir a esa fuente inagotable.

El Santo Padre destacó que la sed espiritual es una condición permanente del corazón humano: “Cuanto más saboreamos el misterio de Dios, más nos atrae, sin quedar nunca completamente saciados”.

De este modo, insistió en que sólo Jesús muerto y resucitado responde a las preguntas más profundas de nuestro corazón, tales como: “¿hay realmente un punto de llegada para nosotros? ¿Tiene sentido nuestra existencia? ¿Y el sufrimiento de tantos inocentes, cómo podrá ser redimido?”.

“Jesús Resucitado no deja caer una respuesta ‘desde arriba’, sino que se hace nuestro compañero en este viaje a menudo cansado, doloroso, misterioso. Solo Él puede llenar nuestra jarra vacía, cuando la sed se hace insoportable”, explicó.

Asimismo, dejó claro que, sin el amor de Dios, “el viaje de la vida se convertiría en un vagar sin meta, un trágico error con un destino perdido”.

“Somos criaturas frágiles. El error forma parte de nuestra humanidad, es la herida del pecado que nos hace caer, renunciar, desesperar”, concluyó tras asegurar que resurgir significa, en cambio, “volver a levantarse y ponerse de pie”.

Finalmente, en los saludos a los fieles de lengua italiana, instó a mirar el ejemplo de Santa Teresa de Ávila, cuya memoria litúrgica se celebra este miércoles: "El ejemplo de esta gran contemplativa constituya para todos ustedes una invitación a revitalizar cada día su espíritu en la oración, fijando la mirada en Jesucristo, único Salvador del mundo".

- Esta nota fue publicada originalmente en ACIPRENSA.



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