Tras los desastres naturales en el sureste de EE. UU., los católicos locales se unen para ayudar como voluntarios y donar artículos de primera necesidad
ROYAL OAK - Católicos de la Arquidiócesis de Detroit se han movilizado para ayudar a las víctimas afectadas y desplazadas por el huracán Helene a 500 millas de distancia, en el sureste de Estados Unidos.
El huracán, de categoría 4, tocó tierra el 24 de septiembre y continuó causando estragos hasta el 28 de septiembre, provocando lluvias abundantes, inundaciones, fuertes vientos y mareas tormentosas y causando daños generalizados en Carolina del Norte, Tennessee, Georgia, Florida, Carolina del Sur y Virginia, desplazándose hacia el interior de las regiones montañosas.
Al menos 221 personas han muerto, y se espera que la cifra aumente a medida que avancen las tareas de rescate. La semana pasada otro huracán, Milton, azotó el oeste de Florida, causando la muerte de al menos 16 personas.
En los días siguientes a la catástrofe, el Shrine Grade School en Royal Oak se esforzó por recoger miles de donaciones de artículos de higiene personal y para bebés destinados a la Diócesis de Knoxville, Tennessee. El director de Shrine, Scott Wisniewski, y el profesor de religión de quinto grado, John LaCroix, viajaron al sur el 10 de octubre para entregar las donaciones personalmente.
El jueves, cuando empezó la jornada escolar, los alumnos de Shrine, desde preescolar hasta quinto grado, se turnaron por grado para ir a la cafetería y cargar un camión U-Haul con las donaciones, recogidas por la escuela, la parroquia y la comunidad. Mientras cargaban el camión, más gente se acercó a dejar donativos y tentempiés para el viaje de 9 horas y media de Wisniewski y LaCroix.
LaCroix dijo que había seguido de cerca las noticias y estaba convencido de que la escuela iba a encontrar la manera de ayudar. Junto con la profesora de religión de cuarto grado Jane Frechette, Lacroix se puso en contacto con Wisniewski y con la vicedirectora Erika Zwolinksi a principios de la semana pasada para hablar de una campaña de donaciones.
El miércoles, todo el mundo estaba involucrado, y el jueves, la escuela envió volantes. El lunes por la mañana empezaron a llegar las donaciones y, exactamente una semana después de ponerse en contacto con la comunidad, Wisniewski y LaCroix partieron desde el aparcamiento del Shrine con el U-Haul hacia la St. Mary's Parish en Johnsonville (Tennessee), uno de los puntos de encuentro para las personas afectadas por el huracán.
“A nuestro rector, el P. John Bettin (de la National Shrine of the Little Flower Basilica), le gustó mucho la idea de que nos involucráramos más, y nos dijo: “Si están dispuestos a llevar todo esto hasta allá, entonces vamos a hacerlo”, explicó Wisniewski.
Wisniewski añadió que la comunidad decidió apoyar inmediatamente.
“Tenemos un padre que nos donó el dinero para el camión; tenemos madres que están empaquetando comida y emparedados para el viaje; tenemos abuelos que están tejiendo gorros para los bebés”, explicó Wisniewski. “La tía de una de nuestras maestras de preescolar hace ropita y mantas para bebés y acaban de dejar una bolsa entera para los niños de Knoxville”.
LaCroix y Wisniewski destacaron la importancia de que los estudiantes se encarguen de las donaciones y se involucren personalmente, ya que es una forma de brindarles una experiencia práctica de servicio.
“En Shrine, tenemos niños de 3 a 11 años, y nuestra misión como discípulos de Cristo y como escuela católica es que nuestros niños experimenten nuestra fe a través del servicio”, dijo Wisniewski. “Vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudar a los necesitados, y vamos a cumplir nuestra misión como católicos. Los niños participan activamente en este proceso”.
En Asheville, Carolina del Norte, una feligresa de St. Clare of Montefalco, Barbara Koster, trabaja de 7 a.m. a 7 p.m. en uno de los refugios de emergencia de la Cruz Roja Americana e interactúa diariamente con personas desplazadas y víctimas de las inundaciones.
Koster se unió a la Cruz Roja tras el fallecimiento de su marido en julio de 2023. Ya jubilada, es miembro activa de la Society of St. Vincent de Paul en su parroquia, pero buscaba otras formas de ocupar su tiempo. A principios de 2024, empezó a capacitarse para formar parte de un equipo de acción ante desastres. El 30 de septiembre, se ofreció como voluntaria para ayudar en la catástrofe del huracán Helene, y el 1 de octubre ya estaba en camino para un operativo de dos semanas.
Tras registrase en la sede regional de la Cruz Roja en Charlotte, Koster fue enviada a Asheville, donde inmediatamente la pusieron a trabajar en el Western North Carolina Agricultural Center, que se ha convertido en un refugio.
“Fue impresionante ver tantas camas alineadas y llenas de personas que habían sido rescatadas de la tormenta y llevadas a este enorme lugar”, dijo Koster. “A cada persona se le asigna una cama, y la mayoría son realmente las más marginadas de la sociedad. Aquellos que tenían los medios para escapar de la tormenta se fueron a una segunda vivienda, o con parientes más al norte”.
Según Koster, las montañas no estaban preparadas para un huracán, y muchas de las personas que vivían en el refugio se encontraban en la orilla del río cuando las aguas subieron rápidamente e inundaron la zona, arrastrando casas enteras y coches.
“Muchas de estas personas están pasándolo mal y seguirán así por un tiempo”, dijo Koster. “Hay cuatro hermanos que están juntos en el centro para refugiados. Viven en una casa y compartían dos coches; uno fue arrastrado por la corriente y el otro apenas funciona, pero el otro día fueron (a su casa) con la FEMA para ver si pueden recibir algún tipo de compensación (por los daños)”.
“Un hermano me enseñó fotos de su casa y me partió el corazón”, continuó Koster. “Me dijo: 'aquella es mi cama patas para arriba. La casa se movió 75 metros desde donde estaba'. Agregó: 'Vi mi ordenador enterrado en el lodo, sé que había cosas que podría necesitar. Pero no tuve la voluntad de sacarlo del barro y averiguar si todavía funcionaba”.
Koster dice que ella y otros voluntarios ayudan a los refugiados en lo que pueden, por ejemplo, haciendo llamadas telefónicas y averiguando qué servicios sociales o lugares están abiertos. Sin embargo, lo más importante que pueden hacer es escuchar.
“Muchas veces, lo único que puedes hacer es escucharlos, porque no podemos solucionar todo, y por el momento muchas cosas no tienen solución”, explicó Koster. “Como voluntaria encargada de los dormitorios, ayudamos a la gente a registrarse y nos aseguramos de que tengan una cama y un par de mantas, pero también recorremos el lugar y escuchamos sus historias sobre lo que pasó esos días. Muchos se lamentan de todo lo que han perdido”.
“Todo el mundo quiere ser escuchado y necesita serlo, y eso es lo que me gusta hacer, y creo que lo hago bastante bien. Les hago preguntas y los ayudo a procesar lo sucedido y a seguir adelante”.
Según Koster, muchos de los afectados por el huracán intentan seguir con sus rutinas diarias: algunos retoman el trabajo y solo vienen al refugio a pasar la noche. Aunque la vida continúa, Koster cree que el refugio seguirá abierto durante mucho tiempo y que las zonas afectadas y sus habitantes tardarán en recuperarse.
LaCroix agregó que la universalidad de la Iglesia motiva a los católicos de Michigan a ayudar a los damnificados a 500 millas de distancia.
“La Iglesia católica es una gran familia a nivel mundial, y cuando una parte de la familia sufre, todos formamos parte del cuerpo de Cristo, por lo que tenemos que ayudar a la otra parte”, dijo LaCroix. “A los niños de Shrine se les está enseñando que (los afectados por los huracanes) son nuestra familia, y cuando la familia necesita ayuda, hay que ayudarla”.
Donaciones para los esfuerzos de recuperación tras el Huracán
La Arquidiócesis de Detroit anima a los católicos a considerar hacer donaciones a Catholic Charities USA, la agencia oficial de la Iglesia en Estados Unidos que brinda ayuda en situaciones de emergencia . El 100 % de las donaciones realizadas a través del enlace se destinará a apoyar los esfuerzos de recuperación.