MOUNT CLEMENS - Las Hermanas Carmelitas de San José viven en un vecindario de casas móviles en Mount Clemens. Su convento se ve como cualquier otra casa.
La hermana Marina Estela Gómez abre la puerta con una sonrisa acogedora. El lugar es modesto, impecable y emana amor. Hay versículos bíblicos en la pared, imágenes e íconos católicos. Una de sus habitaciones es una capilla y el padre Chris Talbot de la Parroquia de la North Macomb 2 Family, llega habitualmente al mediodía para celebrar la misa diaria.
Las hermanas utilizan sus celulares para transmitir en vivo, a través de Facebook, la Misa diaria, el rosario, las oraciones, la Adoración Eucarística, las devociones y el catecismo. Personas de distintos rincones de Michigan y de otros lugares las siguen.
Desde 2019, el pequeño grupo de hermanas de habla hispana ha vivido, trabajado y rezado en el norte del Condado de Macomb. Su llegada al sureste de Michigan desde El Salvador cumplió el propósito de servir a la creciente comunidad hispana de la zona.
Parte del proceso de evangelización de las hermanas consiste en visitar hogares e intentar unir a los vecinos como comunidad, explica el padre Talbot. A menudo, las acompañan algunos católicos laicos, incluyendo personas de la Parroquia de San Maximiliano Kolbe-San Francisco de Asís en Ray Township.
"En los últimos meses, han estado capacitando a un grupo de personas y ahora salen como un grupo de alegres discípulos misioneros para evangelizar", dijo el padre Talbot a Detroit Catholic en Español. "Ese era el plan desde el principio".
Hace algunos años, durante un viaje a El Salvador, México y Ecuador, el padre Talbot quedó impresionado por la forma en que los misioneros evangelizaban allí.
"Ellos están en las comunidades, generalmente tienen capillas y solo a veces van a las parroquias", dijo.
En ese momento, el padre Talbot compartió con el obispo Daniel E. Flores, actualmente obispo de Brownsville, Texas, quien en ese entonces era Obispo Auxiliar de Detroit, la necesidad de contar con misioneros que comprendieran este trabajo en la zona.
"Parte del proceso consistió en convencer a 23 sacerdotes del Vicariato Central Macomb de la necesidad de apoyar algo que no comprendían", dijo el padre Talbot.
Tomó varios años organizarlo, pero las Hermanas Carmelitas de San José llegaron a Michigan desde El Salvador en enero de 2019. No ha sido un camino fácil y las hermanas han superado muchos obstáculos, incluyendo la pandemia de COVID-19. Hace un año, una de las hermanas, la hermana Rosa Lidia Orellana, sufrió una caída y se lastimó gravemente la espalda al caminar sobre hielo.
La hermana Rosa Lidia, originaria de un pequeño pueblo de El Salvador, dijo que su vocación a la vida religiosa comenzó cuando era joven. Es la cuarta de dieciséis hermanos y tiene varios sacerdotes y religiosos en su familia, incluyendo un tío, un bisabuelo y dos tías. Recuerda que desde los 8 años de edad quería ser religiosa, como su tía a quien ama como a una madre
"En mi familia, lo más valioso es que somos muy unidos", comentó la hermana Rosa Lidia. “Tenía muchos sueños, en los cuales había alegres celebraciones con música y gente feliz. Pero una vez tuve un sueño en el que había mucho humo y la gente gritaba, llena de ansiedad y terror. Jesús me dijo que debía ayudar a esas personas. Con un nudo en la garganta le dije a Jesús que no podía hacerlo, y Él me respondió: ‘Sí, tú puedes’”.
Cuando apenas tenía un año, su tío Julio, un sacerdote, la llevaba en brazos y decía: "y pensar que estoy cargando a una futura monja", dice ella. "Esto me confirmó que mi vocación estaba allí".
Profesó sus votos en 1982 y ha sido enviada en misión a varios lugares y países.
Otra hermana, Sor Marina Estela Gómez, es la mayor de seis hermanos y nieta de un franciscano terciario. En el lecho de muerte de su abuelo, la hermana Estela compartió con él su llamado a la vida religiosa, lo cual lo conmovió hasta las lágrimas. "Todo eso me motivaba", expresó ella, refiriéndose a los acontecimientos que la motivaron en su camino hacia la vida religiosa.
Después de sus clases en la escuela secundaria, la hermana Estela iba a la Adoración, donde "le pedía al Santísimo Sacramento que me ayudara y escuché una voz hermosa y dulce que venía de Cristo, quien me dijo '¿Por qué estás afligida?'", recordó la hermana Estela.
"Y sentí una paz que parecía venir directamente de Cristo", dijo ella. "En otro momento, sentí como si Él me estuviera llamando. Además, tuve sueños donde Nuestro Señor me encomendaba la tarea de evangelizar, bautizar y expulsar demonios, de ir en misión".
La hermana Estela comentó que las hermanas a menudo son acompañadas en sus misiones de visitas a hogares por parejas laicas, incluyendo una pareja casada que comparte una devoción particular por el rosario. Las hermanas los llaman "ángeles".
Una de las personas que acompaña a las hermanas es Anna "Anita" Kustasz, quien las lleva en coche a las parroquias de la zona. El padre Talbot presentó a Kustasz a las hermanas poco después de su llegada a Michigan.
Kustasz admira cómo las hermanas carmelitas: "van a diferentes parroquias, como San Pedro en Mount Clemens y San Francesco en Clinton Township, y ofrecen una imposición especial del escapulario marrón de Nuestra Señora del Carmen. Distribuyen información y enseñan catecismo en inglés y español. La mayoría de las personas no conocen los escapularios y ellas los regalan". Los padres Dino Vanin, de San Francesco, y John Maksym, de San Pedro, las apoyan.
Kustasz dice que, con su presencia y sus hábitos, las hermanas llaman la atención de la gente.
"La oración es nuestro fundamento. Recibimos numerosos mensajes de personas de diferentes lugares que nos solicitan oraciones, y esto ha sido un pilar fundamental en mi vida", expresó la hermana Estela. "En esta misión, también nos dedicamos a preparar a los padres y padrinos para el bautismo y los sacramentos. A veces, nuestras labores pueden pasar desapercibidas, pero confiamos en que Dios conoce la importancia de lo que hacemos".
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