Juventud y Familia Misionera en Pontiac: una llamado a vivir la misión en comunidad

Juventud y Familia Misionera, junto con la parroquia de Saint Damien of Molokai, han llevado la fe a las calles de Pontiac, transformando hogares y corazones con el mensaje de Cristo

PONTIAC - En la vida cristiana, el llamado a la misión es una invitación constante. Según el Concilio Vaticano II “toda la Iglesia es misionera”, y la evangelización no es una opción, sino una necesidad vital. “La misión es oxígeno para la vida cristiana”, afirmó el Papa Francisco, advirtiendo que, sin ella, la fe se marchita.

Desde su fundación en 1993, Juventud y Familia Misionera, una obra de apostolado del Regnum Christi, ha abrazado este llamado con fervor, extendiendo su alcance a lo largo del mundo.

Desde 2023, las misiones de Semana Santa en la Saint Damien of Molokai Parish en Pontiac han transformado vidas al llevar el mensaje de Cristo directamente a las casas y corazones de la comunidad, fortaleciendo la fe de una población necesitada de amor y esperanza. Este compromiso ha crecido de manera significativa, alcanzando especialmente a familias de inmigrantes que aún no han podido formalizar su relación con la parroquia.

En entrevista con Detroit Catholic en español, María Goatley, Coordinadora de Comunicación de las Misiones 2025, explicó que la meta principal es “compartir con las familias nuestra fe, promover la participación en los sacramentos, orientarlos o canalizarlos a instituciones que puedan apoyarles en algunas de sus necesidades y recordarles de parte del párroco que la parroquia es casa de acogida y está abierta y disponible para todos”.

En un contexto donde muchas personas se sienten alejadas de la Iglesia o vulnerables debido a la soledad, la falta de recursos, o dificultades legales, los misioneros brindan un apoyo fundamental.

De hecho, las misiones no son un acto aislado, sino una respuesta concreta al llamado de la nueva evangelización del Papa San Juan Pablo II: “La nueva evangelización debe dar a la cultura una nueva identidad a la luz del Evangelio”.

Actividades que transforman y fortalecen

Las misiones comienzan mucho antes de Semana Santa: durante los domingos de Cuaresma, en cada Misa se invita a los fieles a recibir a Juventud y Familia Misionera en sus hogares. Con todos los registrados se forma una base de datos para programar las visitas con anticipación.

Durante la Semana Santa, los voluntarios participan en una variedad de encuentros formativos para vivir profundamente los misterios santos, entre ellos la Cena Seder y la Misa de Envío el Domingo de Ramos, un retiro “online” de preparación y meditaciones y oraciones diarias, así como conferencias de capacitación, todo coronado con un convivio final para compartir los frutos de la misión.

Del jueves 17 al sábado 19 de abril se realizarán las visitas puerta a puerta. El Viernes Santo, la comunidad está invitada a participar de un viacrucis viviente. También habrá programas para niños y adolescentes que enseñan la fe de manera lúdica y participativa.

Además, se organizan encuentros para promover el compromiso con la defensa de la vida en todas sus etapas y actividades de apoyo social, como la distribución de alimentos y artículos esenciales, ayudando a cubrir las necesidades materiales de los más necesitados.

“Las filas para confesiones no hacen sino crecer a lo largo del triduo sacro. Confesos de más de 30 años sin pisar la Iglesia, alivio y perdón para mamás que abortaron en su juventud, regularizaciones de matrimonios que surgen a partir de las visitas de los misioneros a las casas. El año pasado tuvimos algunos casos con sanaciones físicas importantes", reflexionó María, evidenciando el impacto profundo de todo lo que se realiza en los días previos a la Pascua.

La familia, pilar de las misiones

Juventud y Familia Misionera no solo invita a los individuos, sino a las familias enteras a vivir la misión. Con la participación activa de padres, hijos y abuelos, el apostolado se convierte en un testimonio vivo de cómo la fe puede unir generaciones y culturas, transformando tanto a quienes reciben la misión como a quienes la realizan.

Desde el momento en que los misioneros llegan a una casa, las familias sienten la acogida y el apoyo de una comunidad que no las ha olvidado. Este acercamiento, en muchos casos, rompe la barrera de la soledad y la indiferencia, creando un espacio donde se puede compartir la fe, recibir oración y, a veces, obtener ayuda para situaciones materiales difíciles.

A pesar de los frutos evidentes, las misiones han enfrentado algunos desafíos. El primer año fue particularmente difícil, ya que la comunidad no conocía a los misioneros, y muchas personas vivían en situaciones de vulnerabilidad, con dificultades para comunicarse. Sin embargo, la aceptación y el entusiasmo ha crecido enormemente. Las visitas que antes generaban cierta resistencia ahora son esperadas con anticipación y alegría.

“La mayor dificultad, para algunos, es el sentimiento de abandono e indiferencia de los que han llegado nuevos al barrio y aún no se han integrado en la vida parroquial. Se sienten alejados de todo y de todos, y agradecen y añoran la compañía y conversaciones en lengua materna con los misioneros”, compartió María.

El futuro de las misiones en Detroit

Juventud y Familia Misionera en Detroit tiene grandes planes para el futuro. La presencia de misioneros bilingües es clave para abrir nuevas puertas a la evangelización y llegar a más personas. La idea es seguir creciendo y expandiendo este apostolado, ayudando a más familias a sentirse parte de la comunidad parroquial y acercándolas a Cristo.

Además, con el crecimiento de los misioneros y las familias, se está contemplando la posibilidad de organizar misiones en otras parroquias cercanas, para llevar la luz del Evangelio a más rincones de la ciudad.

Juventud y Familia Misionera no es solo un apostolado; es un estilo de vida. En cada visita, en cada oración, en cada acción, se vive el misterio pascual de Cristo: la muerte que da vida, el sacrificio que trae redención.

Al salir de sí mismos y llevar el mensaje de Cristo a las familias, las misiones invitan a un encuentro personal con el Señor, quien sigue llamando a ser testigos de su amor en este mundo. Esta misión es un recordatorio de que, como cristianos, todos están llamados a salir, a vivir su fe y a compartirla con los demás, transformando así su entorno, una familia, una vida, una misión a la vez.

Como dijo el Papa Francisco durante un discurso a los participantes de un congreso para Laicos, la Familia y la Vida el 18 de febrero de 2023, “Hoy el drama de la Iglesia es que Jesús sigue llamando a la puerta, pero desde el interior, ¡para que lo dejemos salir! Muchas veces se termina siendo una Iglesia […] que no deja salir al Señor, que lo tiene como ‘algo propio’, mientras el Señor ha venido para la misión y nos quiere misioneros”.