Para el obispo, el párroco de la zona este de Detroit y profesor del seminario, fue "uno de los mejores sacerdotes de la Arquidiócesis de Detroit”
DETROIT – Es difícil expresar con palabras la huella que Mons. Daniel Trapp dejó en la vida de la Arquidiócesis de Detroit durante sus 39 años como sacerdote.
Sin embargo, nadie podría haberlo hecho mejor que el Obispo Auxiliar de Detroit Gerard W. Battersby, su amigo y confidente espiritual.
"Fue uno de los mejores sacerdotes de la Arquidiócesis de Detroit de todos los tiempos", afirmó el Obispo Battersby. "Era un ser humano extraordinario y un sacerdote ejemplar".
Es imposible decir menos de un hombre cuyo sacerdocio dejó una huella imborrable en muchísimas vidas a lo largo del sureste de Michigan, especialmente en el Sacred Heart Major Seminary, donde enseñó y aconsejó a seminaristas durante 35 años. Además, su querida parroquia en el este de Detroit, St. Augustine and St. Monica, experimentó un cambio radical gracias a su espíritu misionero y omnipresente, transformando a toda la comunidad.
Mons. Trapp fue un predicador lleno de energía e influencia, un teólogo brillante y maestro de la fe, un párroco compasivo con un corazón de oro y un padre espiritual de generaciones de sacerdotes. Su peregrinación por este mundo concluyó el 26 de enero tras enfrentar una breve enfermedad. Tenía tan solo 66 años.
Si bien Mons. Trapp fue todo eso y más, aquellos que lo conocían mejor afirman que, ante todo, era un fiel discípulo del Señor Jesucristo.
"Su vida fue más que simplemente una vocación o una llamada", dijo a Detroit Catholic Kathleen Williams-Trice, coordinadora de los ministerios parroquiales de St. Augustine and St. Monica. "Su vida estaba marcada por la gracia de Dios. Nunca antes había experimentado algo parecido. Si lo conocías, sabías que era la personificación de Cristo".
Daniel John Trapp nació el 14 de enero de 1958 en Detroit, hijo de John Trapp y Barbara Quirk. Tras graduarse en el Divine Child High School en Dearborn en 1976, discernió su vocación e ingresó al Sacred Heart Seminary poco después de la escuela secundaria.
Amante de la historia, especialmente la historia de la Iglesia y de su propia ciudad, Detroit, se licenció en esa materia en 1980, y luego fue enviado a estudiar a la Pontifical Gregorian University en Roma, donde obtuvo la licenciatura en Teología tres años más tarde.
Fue ordenado sacerdote de la Arquidiócesis de Detroit por el Cardenal Edmund C. Szoka el 15 de diciembre de 1984. Tras pasar un tiempo como párroco asociado en la St. Christopher Parish, en la zona oeste de Detroit (1984-85), y en la St. Clement Parish, en Center Line (1985-86), el Cardenal Szoka lo envió de nuevo a Roma para completar su licenciatura y doctorado en Sagrada Teología en el Pontifical Athenaeum of Saint Anselm.
En 1989, el entonces P. Trapp regresó a la Arquidiócesis de Detroit y se incorporó de inmediato al cuerpo docente del Sacred Heart Major Seminary. Este seminario había sido recientemente refundado, y el año anterior, bajo la visión pionera del Cardenal Szoka, se había agregado una escuela de teología de posgrado.
A lo largo de los siguientes 35 años, ejerció como profesor adjunto y asociado a tiempo completo en teología sistémica, liturgia y sacramentos. Además, fue director espiritual de posgrado para cientos de seminaristas y se convirtió en consejero y amigo de confianza para generaciones de obispos, sacerdotes, religiosos y laicos.
“Mons. Trapp fue el sacerdote que más años enseñó en Sacred Heart” dijo el P. Charles Fox. “Valoraba su papel de hermano mayor entre los demás sacerdotes, y todos nos beneficiamos mucho de su sabiduría y bondad”.
Mons. Trapp era un sacerdote práctico y realista. Comprendía profundamente la naturaleza sacramental de la Iglesia y cómo la gracia de Dios puede satisfacer las necesidades espirituales de las personas. Es por eso que la comunidad de Sacred Heart valoraba su consejo, considerándolo una figura importante en asuntos espirituales y pastorales.
Mientras enseñaba y formaba a los seminaristas, incluyendo al P. Fox quien se ordenó en 2006, Mons. Trapp se convirtió también en director espiritual de otros miembros de la facultad, brindándoles su apoyo y fortaleciendo su deseo de ser buenos sacerdotes.
"Fue mi director espiritual y, durante 30 años, fue el director espiritual de muchos seminaristas y sacerdotes", señaló el Obispo Battersby, quien fue vicerrector del Sacred Heart desde 2011 hasta 2016. "Además de ser un excelente director espiritual, era bondadoso y tenía un gran sentido del humor. Va a ser muy difícil compensar su pérdida".
Mons. Trapp creía fuertemente en el poder salvador de Jesús. Los sacerdotes y seminaristas valoraban mucho sus cursos sobre los sacramentos, en particular sobre la confesión, porque eran simples y accesibles.
"Puedo sentir la influencia de Mons. Trapp cada vez que confieso. Monseñor me confesó varias veces, y también dictó el curso que hice sobre el sacramento de la reconciliación", dijo el P. Fox. "Mons. Trapp tenía una comprensión profunda y una actitud respetuosa hacia el papel del sacerdote como confesor, e incluso me doy cuenta de que imito algunos de sus gestos”.
"Hay muchos sacerdotes que podrían dar testimonio de la influencia que Mons. Trapp tuvo en ellos durante su paso por el seminario", añadió el P. Fox. "Siempre era amable, cariñoso y estaba a disposición para aquellos que buscaban orientación espiritual.".
El P. Fox dijo que la devoción de Mons. Trapp a la Eucaristía fortaleció su propio amor por el sacramento, y que su insistencia en la oración fue un sello distintivo de su dirección espiritual.
“Cuando alguien estaba atravesando por alguna dificultad, en la dirección espiritual Mons. Trapp siempre preguntaba: ‘¿Llevas esto a la oración?’, comentó el P. Fox. "Este consejo tan sencillo resulta esencial cuando las personas se sienten abrumadas por las preocupaciones. Su sencillez de vida sigue siendo un reto para mí. Era un auténtico testigo de las verdades que enseñaba. Como se suele decir, practicaba lo que predicaba".
Mons. Trapp organizó la Sacred Heart’s Desert Formation Experience, una peregrinación anual a la Tierra Santa para ayudar a los seminaristas a conectarse más profundamente con el amor y la misericordia de Cristo. Durante esta peregrinación, dirigió la adoración y las visitas a los lugares sagrados relacionados con la vida de Jesús.
"Era mejor guía turístico que los que contratábamos", recordó el Obispo Battersby, quien acompañó a Mons. Trapp en varias peregrinaciones. "Era un apasionado no sólo de la historia en general, sino de la historia bíblica. Era un ferviente devoto de las Escrituras y de la Virgen, y tenía la habilidad de hacer que experiencias extraordinarias fueran comprensibles para todos".
Si bien el trabajo en el seminario puede ser muy exigente, Mons. Trapp nunca descuidó su parroquia, algo que enriqueció sus enseñanzas, su predicación y su dirección espiritual en el Sacred Heart.
En sus primeros años, colaboró durante los fines de semana en St. Mary en Wayne (1990-91) y en St. Anselm en Dearborn Heights (1991-92). También desempeñó funciones como administrador en varias parroquias, entre ellas, SS. Andrew and Benedict en Detroit (1992-95), All Saints en Detroit (1992-95), y Divine Providence en Southfield (1995). Además, fue párroco en la Holy Cross (Hungarian) Parish en Detroit (1993-95).
En 1995, le pidieron que administrara St. Augustine and St. Monica, una parroquia predominantemente afroamericana ubicada en la zona este de la ciudad. Después de un año, fue designado como párroco de la comunidad. Durante las tres décadas siguientes, Mons. Trapp se dedicó por completo al servicio de la parroquia, demostrando un amor incondicional para mejorar la vida espiritual de sus feligreses y vecinos.
A pesar de sus compromisos, charlas fuera del estado, responsabilidades en la arquidiócesis y en el seminario, Mons. Trapp siempre tenía tiempo para ellos.
"Trabajó incansablemente para su parroquia y su comunidad, manteniendo su convicción incluso en la enfermedad", dijo Williams-Trice. "Amaba lo que hacía, y era un verdadero siervo de Dios en todos los sentidos de la palabra. Asistía a todos los acontecimientos personales de sus feligreses, incluyendo bodas, bautizos, primeras comuniones e incluso cumpleaños. Nunca quiso ser reemplazado o conseguir un sustituto”.
"En 2012, el Papa Benedicto XVI le concedió el título honorífico de "monseñor", pero a Mons. Trapp le gustaba que en la parroquia lo conocieran simplemente como 'Padre Dan'", dice Williams-Trice.
"Era una persona muy bondadosa y profundamente espiritual", dijo Williams-Trice. “Su comunidad parroquial era siempre su prioridad. Incluso antes de enfermarse por última vez, mientras iba a su casa de campo en el norte, se detuvo para visitar a un feligrés que había estado alejado de la Iglesia durante cuatro años. Esto demuestra cuán desinteresado era."
“Mons. Trapp sentía especial predilección por la comunidad afroamericana de la ciudad y, en el momento de su muerte, estaba escribiendo un libro sobre la historia de las familias afroamericanas de Detroit”, explicó Williams-Trice.
“Estaba tan enfocado en la causa de los afroamericanos y en su historia, especialmente en la de los católicos afroamericanos, que había iniciado un proyecto de investigación personal sobre algunas de las primeras familias católicas afroamericanas en la ciudad de Detroit”, explicó Williams-Trice. “Además, comenzó una tradición en su parroquia. Daba una presentación sobre las familias indígenas de Detroit, las tradiciones francesas, africanas y nativas americanas, algo que celebramos cada Año Nuevo”.
Mons. Trapp fue un fuerte defensor de la justicia y la igualdad racial. Después de la muerte de George Floyd en 2020, lideró manifestaciones pacíficas en el centro de Detroit. Además, envió tarjetas a la familia de Tyre Nichols, un joven afroamericano que fue golpeado hasta la muerte por cinco policías durante un control vehicular el año pasado en Memphis, Tennessee.
Ante cualquier situación dolorosa, Mons. Trapp procuraba llevar el bálsamo sanador de Cristo.
Muchas veces los feligreses se emocionaban con las homilías y charlas de Mons. Trapp, que a menudo trataban del amor de Dios y la misericordia de Jesús en la cruz. Pero lo más importante es que el poder de sus palabras los motivaba a la acción.
"Escucharlo hablar era como escuchar a Cristo", dijo Williams-Trice. "Realmente entendí lo que significa que nuestro sacerdote se convierta en el representante de Jesús, algo que todos los que lo conocieron sentían".
Mons. Trapp también se preocupaba por los barrios que se encontraban en los alrededores de St. Augustine and St. Monica, considerándolos una extensión de su rebaño. En la década de 1990, creó una organización sin fines de lucro para comprar casas abandonadas y en mal estado en la zona. Gracias al trabajo de los voluntarios y contratistas de Detroit, se encargaron de limpiar callejones y arreglar viviendas para las familias que necesitaban un hogar a un precio asequible.
Para Mons. Trapp la parroquia era un lugar de encuentro que unía a la comunidad. Es por eso que promovió la participación en la Pingree Park Neighborhood Association, que se reunía en la parroquia, utilizándola como plataforma para ofrecer una serie de servicios a la comunidad, como una despensa de alimentos, un centro para embarazadas, un refugio e incluso una escuela particular subvencionada con sede en la parroquia.
"Tenía una gran visión de futuro", afirmó Williams-Trice. "Fuel el primero en preocuparse por proporcionar viviendas y ayudar a los más marginados, mejorando esta zona para que luciera más cuidada".
Durante los días de mucho frío, St. Augustine and St. Monica abría sus puertas para aquellos que no tenían un lugar donde resguardarse. A veces se colocaban hasta 50 camas improvisadas en el salón social de la iglesia, mientras los voluntarios ofrecían comida, mantas y artículos de aseo.
El antiguo convento de la parroquia funcionaba como un centro de rehabilitación para mujeres con problemas de adicción, donde recibían tratamiento y servicios residenciales. Mons. Trapp estaba trabajando para hacer crecer estos servicios.
"También estaba trabajando en otro programa para ayudar a los hombres a reinsertarse en la sociedad, para que pudieran conseguir trabajo y cubrir sus necesidades básicas", añadió Williams-Trice. "Siempre estaba pensando en cómo crear oportunidades para que la gente pudiera salir adelante".
Si bien Mons. Trapp se preocupaba por las necesidades materiales de sus vecinos, también se ocupaba de su bienestar espiritual. Al poco tiempo de haber llegado a la parroquia en 1995, inició un programa puerta a puerta para invitar a los católicos alejados, o incluso a los que nunca habían ido a la iglesia, a formar parte de la comunidad, repartiendo Biblias y rezando con quienes quisieran hacerlo.
"Trataba que todas las personas se volvieran a acercar a la Iglesia", dijo Williams-Trice. "Mucha gente de la comunidad ha estado alejada durante mucho tiempo, y él nunca dejaba de evangelizar”.
Además de trabajar en la parroquia y en el Sacred Heart, Mons. Trapp fue un valioso consejero del Arzobispo de Detroit, Allen H. Vigneron, y formó parte del College of Consultors y del Presbyteral Council de la arquidiócesis. También fue miembro de tercer grado de los Caballeros de Colón y de cuarto grado de los Caballeros de San Pedro Claver.
"Era un servidor tan generoso que tuvo un impacto significativo en la Iglesia local", dijo el Obispo Battersby. "Personificaba cuatro décadas de la historia de la Arquidiócesis y el Presbiterio de Detroit".
Con experiencia previa en el cultivo de uvas en el norte de Michigan, uno de los proyectos personales por los cuales Mons. Trapp fue conocido en sus últimos años, y que simboliza su dedicación constante a la comunidad, fue la plantación de un viñedo en un terreno vacío en la esquina de Canfield y Van Dyke.
“Para Mons. Trapp, no se trataba de un pasatiempo o un experimento de agricultura urbana, sino una representación del trabajo que intentaba hacer aquí", dijo Williams-Trice.
"Quería que todos fuéramos colaboradores en la viña del Señor y, por eso nunca la cercó", explicó Williams-Trice. "Quería que la gente pudiera venir a la viña y tomar uvas. Vivía para los demás de todo corazón. Todos aprendimos mucho de él".
Antes que Mons. Trapp fallecieron sus padres John y Barbara, su hermano John y su hermana Kathryn. Aun viven sus hermanas Julie (Patrick McClure), Sally (Jeffrey Ludwig), Mary (Dan Gray), y Carolyn Trapp (Garrett Cobarr), su tía Madeline Quirk, primos y muchos sobrinos, sobrinas, bisnietos y bisnietas.
Mons. Trapp será velado el jueves 1 de febrero de 3 a 8 p.m. en el Sacred Heart Major Seminary (2701 W. Chicago Blvd., Detroit). Las visitas continuarán el viernes 2 de febrero de 4 a 7 p.m., con un servicio bíblico a las 7 p.m., en la St. Augustine and St. Monica Parish (4151 Seminole St., Detroit), el sábado 3 de febrero desde las 11:30 a.m. en la Cathedral of the Most Blessed Sacrament (9844 Woodward Ave., Detroit), hasta la Misa de su funeral a la 1 p.m., que será transmitida en vivo.