El Papa Francisco invitó a imitar a Jesús, Buen Pastor, y a pedir a Dios la gracia de un corazón pastoral, abierto y cercano a todos, porque “el Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón”.
Así lo señaló el Santo Padre durante la Audiencia general de este miércoles 18 de enero, que se llevó a cabo en el Aula Pablo VI del Vaticano.
“Pidamos en la oración la gracia de un corazón pastoral, abierto, de ser cercanos a todos para llevar el mensaje del Señor y sentir la nostalgia de Cristo. Porque, sin este amor que sufre y arriesga, corremos el riesgo de pastar solo nosotros mismos”, comentó el Papa.
El Pontífice continuó con su serie de catequesis sobre “la pasión de evangelizar” y puso como modelo del anuncio a Jesús, Buen Pastor.
En esa línea, el Papa advirtió que “ser pastor no era solo un trabajo, que requería tiempo y mucho empeño; era una verdadera forma de vida: veinticuatro horas al día, viviendo con el rebaño, acompañándolo a pastar, durmiendo entre las ovejas, cuidando de las más débiles”. Y añadió: “En otras palabras, Jesús no hace algo por nosotros, sino que da su vida por nosotros”.
Luego, el Santo Padre recomendó meditar en el capítulo 15 del Evangelio de San Lucas para descubrir que “Dios no está para contemplar el recinto de sus ovejas y tampoco las amenaza para que no se vayan. Más bien, si una sale y se pierde, no la abandona, sino que la busca. No dice: ‘¡Se ha ido, culpa suya, asunto suyo!’”.
De este modo, el Papa advirtió que “el corazón pastoral reacciona de otra manera: el corazón pastoral sufre y el corazón pastoral arriesga”.
“Sufre: sí, Dios sufre por quien se va y, mientras lo llora, lo ama todavía más. El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón. Sufre por los que no conocen la belleza de su amor y el calor de su abrazo”, explicó.
Por ello, el Papa Francisco invitó a imitar los sentimientos de Jesús para no considerarles “como adversarios o enemigos a los que han dejado el rebaño”, sino, más bien, al encontrarles en la escuela, el trabajo, en las calles de la ciudad, ver como una “bonita ocasión de testimoniarles la alegría de un Padre que los ama y que nunca les ha olvidado”.
“La Palabra, Jesús, nos pide esto. Acercarnos siempre... No se trata de hacer proselitismo para que los otros sean ‘de los nuestros’, esto no es cristiano, sino de amar para que sean hijos felices de Dios”, concluyó el Santo Padre.