Este histórico santuario dedicado a San José en Detroit, Michigan (Estados Unidos), es famoso porque en honor al oficio del Padre adoptivo de Cristo, que según la Biblia era carpintero, luce el mejor arte católico hecho de madera tallada del siglo XIX.
En un artículo de National Catholic Register, el escritor católico y autor del libro Fruits of Fatima - Century of Signs and Wonders, Joseph Pronechen, dijo que el Santuario de San José de Detroit es una obra de la arquitectura gótica victoriana de casi 150 años que destaca por estar “lleno de la mejor artesanía en madera tallada que data del siglo XIX”.
El 19 de marzo de 2020, Solemnidad y año de San José, el Arzobispo de Detroit, Mons. Vigneron declaró la iglesia como santuario, y recordó que “a lo largo de los siglos, incontables hombres y mujeres acudieron a San José” y descubrieron “que es un amigo y protector constante y confiable”; y dijo que seguirá siendo “fuente de profunda devoción” al padre adoptivo de Cristo.
Pronechen dijo que el santuario está “intacto y sin cambios” y destacó que desde 1972 está inscrito en el Registro Nacional de Lugares Históricos como “uno de los mejores ejemplos de arquitectura gótica victoriana del Medio Oeste” de Estados Unidos.
El Santuario de San José empezó a construirse en 1870, bajo el diseño del arquitecto alemán Francis G. Himpler, quien dijo que se inspiró en las iglesias alemanas de “salón” para lograr diseñar la gran “altura interior” representativa del renacimiento gótico.
El edificio fue consagrado como Iglesia de San José en 1873, y en 1892, cuando se terminó de construir el campanario de piedra caliza de casi 70 metros de altura, se convirtió en el edificio más alto de Detroit. El templo reunía sobre todo a “emigrantes alemanes” locales.
Pronechen dijo que el santuario destaca por tener “la colección más grande de trabajos en madera hechos a mano, de todas las iglesias de la Arquidiócesis de Detroit”. Además, tiene las cinco ventanas más antiguas de América, diseñadas sobre el retablo por Franz Mayer de Munich en 1873.
El rector y párroco del santuario, P. Michael Stein, explicó que la ventana central que muestra a Jesús entregando las llaves del oficio papal a San Pedro, fue colocada por los inmigrantes alemanes durante el Concilio Vaticano I, que definió la infalibilidad papal.
Indicó que debajo de los vitrales hay figuras geométricas en tonos rojos, verdes, azules, violetas, amarillos y dorados diseñados por Himpler, el primer arquitecto del país que diseña vidrieras.
Pronechen precisó que algunas obras de arte del santuario son importadas de Alemania, como las Estaciones de la Cruz de Mayer, y otras donadas por artesanos y fieles locales.
Entre las donadas destaca el rosetón de los Siete Sacramentos que rodea a Cristo, la ventana de cuatro lancetas de la Sagrada Familia junto con Juan el Bautista y Juan el Evangelista, la ventana que muestra al Buen Pastor; y una imagen de la Iglesia de San José de 1856 y la actual, dijo.
Entre las piezas importadas destacó la ventana alemana que representa “La muerte de San José”. Jesús está con “ribete rojo, blanco y dorado” bendiciendo a San José, que está “vestido de púrpura, con expresión serena” y rodeado por siete ángeles: el del centro “sostiene la corona de oro que lo espera”; y la Virgen María está al lado de Jesús, triste y vestida de azul, dijo.
Señaló que las famosas obras de carpintería del santuario son “de roble, nogal y castaño” y de varios tamaños y formas: agujas y pináculos, flores talladas, ornamentos y filigranas.
Entre ellas destacan el retablo y la baranda del altar, que está “sostenida por columnas corintias con remates de oro” y tiene “tallas en relieve”, un cáliz y una línea de flores doradas, que también están en el púlpito alto del templo. Las agujas talladas están debajo de los toldos y sobre casi todas las estatuas.
A ambos lados del santuario hay dos estatuas de yeso de la Virgen y San José diseñadas por Mayer y colocadas sobre altares, que están “rematados por varias torres altas” con arcos repletos de “tallas y ornamentos decorativos”.
La estatua de la Virgen tiene una corona y sostiene al Niño Jesús, que bendice con una mano y tiene el mundo en su otra mano. El rostro de la estatua de San José “tiene una expresión tranquila y amorosa”, lleva un bastón lleno de lirios en una mano y la otra está sobre su corazón. Arriba de su altar, en la pared, hay un “enorme mural de la Ascensión” de Cristo.
La figura de la Virgen está flanqueada por dos estatuas “de menor escala” y “rasgos más delicados” de Santa Teresa y Santa Isabel de Hungría, y la de San José tiene a ambos lados a San Luis Gonzaga y Santa Rita. Las figuras “más pequeñas” son los ángeles y los evangelistas y son de madera. También, hay otras del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María.
El P. Stein dijo que “en lo alto del dosel tallado” hay una imagen de Jesús que representa el “Corazón Pastoral de Jesús”, pues Cristo lleva una estola, se muestra como un pastor predicando, y abre su manto para “revelar su Sagrado Corazón”.
Además, indicó que a lo largo de la nave hay estatuas de los doce apóstoles que “parecen estar vigilando a la congregación” y están ordenadas en orden de dignidad hasta llegar a San Pedro y San Pablo y San Juan, “que están en el santuario”.
También hay dos imágenes talladas pequeñas de Santa Cecilia y el Rey David sobre la “caja original del órgano de nogal”, el último del siglo XIX “que permanece sin cambios” en Detroit. Las imágenes de Santa Teresa de Lisieux y la Virgen de Fátima fueron incluidas varios años después.
Como la asistencia de fieles comenzó a disminuir en varias parroquias católicas, incluida la iglesia de San José, en 2013, la Arquidiócesis de Detroit fusionó el templo con dos parroquias cercanas.
En 2016 la iglesia estuvo “en peligro de cerrar”, pues solo acudían 25 feligreses, así que Mons. Vigneron “invitó a los canónigos del Instituto de Cristo Rey Soberano Sacerdote”, fundado en 1990, “a asumir el cuidado espiritual y pastoral” del templo.
Los canónigos comenzaron a celebrar “la forma extraordinaria de la Misa” según el Misal de 1962. Pronechen aseguró que la asistencia aumentó “con la vibrante vida sacramental y devocional diaria” y que hoy en día hay 400 hogares registrados y más de mil fieles asisten los domingos.