León XIV: Nuestra misión no es toda “color de rosa”, sino signo de contradicción

El Papa León XIV durante el rezo del Angelus el domingo 17 de agosto en Castel Gandolfo. | Crédito: Vatican Media

Cristo llama a sus discípulos a seguir adelante con la verdad pese a las incomprensiones e incluso persecuciones, pues están llamados a ser “signos de contradicción” ante el mundo, afirmó el Papa León XIV antes del rezo del Ángelus que dirigió este domingo desde Castel Gandolfo.

El Santo Padre volvió a Castel Gandolfo el 13 de agosto. En esta localidad de la región del Lacio dirigió el rezo del Ángelus luego de haber celebrado una Misa en Albano, ubicada en la misma región.

León XIV empezó reflexionando sobre la lectura de hoy, del Evangelio de Lucas, en el que Jesús afirma que ha venido “a traer fuego a la tierra”.

“Hoy el Evangelio nos presenta un texto exigente, en el que Jesús, con imágenes fuertes y gran sinceridad, dice a los discípulos que su misión, y también la de quienes lo siguen, no es toda ‘color de rosa’, sino que es ‘signo de contradicción’”, empezó el Papa.


El Pontífice explicó que de esta forma Jesús “anticipa lo que deberá afrontar cuando en Jerusalén sea agredido, arrestado, insultado, golpeado, crucificado; cuando su mensaje, aun hablando de amor y de justicia, sea rechazado; cuando los jefes del pueblo reaccionen con violencia a su predicación”.

“Por otra parte —añadió—, muchas de las comunidades a las que el evangelista Lucas se dirigía con sus escritos vivían la misma experiencia. Eran, como nos dicen los Hechos de los Apóstoles, comunidades pacíficas que, aun con sus límites, intentaban vivir de la mejor manera el mensaje de caridad del Maestro. Y, sin embargo, sufrían persecuciones”.

El Papa León XIV señaló que “todo esto nos recuerda que el bien no siempre encuentra una respuesta positiva en su entorno. Es más, en ocasiones, precisamente porque la belleza de ese bien molesta a quienes no lo acogen, aquel que lo pone en práctica termina encontrando duras oposiciones, hasta sufrir maltratos y abusos”.

“Obrar en la verdad cuesta, porque en el mundo hay personas que eligen la mentira, y porque el diablo, aprovechándose de ello, a menudo busca obstaculizar el obrar de los buenos”, indicó.

Sin embargo, aseguró, Jesús ayuda a sus discípulos y los invita a no rendirse ni equipararse con esta mentalidad, “sino a seguir obrando por nuestro bien y el de todos, incluso de quienes nos hacen sufrir”.

“Nos invita a no responder a la prepotencia con la venganza, sino a permanecer fieles a la verdad en la caridad. Los mártires dan testimonio de ello derramando su sangre por la fe, pero también nosotros, en circunstancias y de modos diferentes, podemos imitarlos”, afirmó.

León XIV puso como ejemplo “el precio que debe pagar un buen padre, si quiere educar bien a sus hijos, con sanos principios; antes o después deberá saber decir algún ‘no’, hacer alguna corrección, y esto le causará sufrimiento. Lo mismo vale para un maestro que desea formar correctamente a sus alumnos, para un profesional, un religioso, un político, que se propongan realizar su misión honestamente, y para quienes se esfuercen en ejercitar con coherencia, según las enseñanzas del Evangelio, sus propias responsabilidades”.

Asimismo, recordó que “San Ignacio de Antioquía, mientras viajaba hacia Roma, donde sufriría el martirio, escribía a los cristianos de esta ciudad: ‘No quisiera que procurarais agradar a los hombres, sino a Dios’, y agregaba: ‘Es bueno para mí el morir por Jesucristo, más bien que reinar sobre los extremos más alejados de la tierra’”.

“Hermanos y hermanas, pidamos juntos a María, Reina de los mártires, que nos ayude a ser, en toda circunstancia, testigos fieles y valientes de su Hijo, y a sostener a los hermanos y hermanas que hoy sufren por la fe”, expresó a los fieles.

El Papa León XIV saluda a una refugiada que es atendida por la diócesis italiana de Albano. | Crédito: Vatican Media.
El Papa León XIV saluda a una refugiada que es atendida por la diócesis italiana de Albano. | Crédito: Vatican Media.

El Papa León XIV afirma: Jesús vino a traer el “fuego del amor” para que arda en el mundo

El Papa León XIV celebró este domingo una Misa en la localidad italiana de Albano, junto a pobres, refugiados, sacerdotes y personal de Cáritas, a quienes aseguró que cuando Cristo afirma que “vino a traer fuego a la tierra”, se refiere al “fuego del amor” que se opone a la indiferencia y a la prepotencia.

El Pontífice, quien por estos días se encuentra en Castel Gandolfo, se dirigió en la mañana del domingo al Santuario de Santa Maria della Rotonda, en Albano, para celebrar la Misa con los pobres asistidos por la diócesis y con los operadores de Cáritas diocesana.

Vaticano News informó que “unas 250 personas entre sacerdotes, feligreses, personal de Cáritas, personas pobres, refugiadas en albergues, personas sin hogar y participantes de los Centros de Escucha de la Diócesis, asistieron a la celebración eucarística dentro del templo. Afuera, unas 2.000 personas siguieron la Misa a través de una pantalla gigante.

En su homilía, León XIV reflexionó sobre el Evangelio del día, en el que Cristo afirma: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!”.

El Pontífice dijo que uno podría preguntarle a Jesús: “Pero cómo, Señor, ¿también tú? Ya tenemos demasiadas divisiones. ¿No eres precisamente tú el que dijo en la última cena: ‘Les dejo la paz, les doy mi paz?’. ‘Sí —nos podría responder el Señor— soy yo. Pero recuerden que esa tarde, mi última tarde, agregué inmediatamente a propósito de la paz: ‘Les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman!’”.

León XIV señaló que el mundo suele “intercambiar la paz con la comodidad, el bien con la tranquilidad”; e indicó que es probable que amigos y familiares aconsejen a los cristianos que no se arriesguen ni se desgasten, “porque lo importante es estar tranquilos y los demás no merecen ser amados”.

“Jesús, en cambio, se sumergió en nuestra humanidad con valentía. Este es el ‘bautismo’ del que habla: es el bautismo de la cruz, una inmersión total en los riesgos que conlleva el amor. Y nosotros, cuando —como se dice— ‘hacemos la comunión’, nos alimentamos de este audaz don suyo”.

“La Misa —indicó el Papa— fortalece esta decisión; es la decisión de ya no vivir para nosotros mismos y de llevar fuego al mundo. No el fuego de las armas, ni tampoco el de las palabras que incineran a los demás. Esto no. Más bien, el fuego del amor, que se abaja y sirve, que opone el cuidado a la indiferencia y la mansedumbre a la prepotencia; el fuego de la bondad, que no cuesta como los armamentos, sino que renueva el mundo gratuitamente”.

“Puede costar incomprensión, burlas, e incluso persecución, pero no hay mayor paz que la de tener su llama en nosotros”, afirmó.

Asimismo, señaló León XIV, “Jesús ha vencido la muerte —el domingo es su día, el día de la resurrección— y nosotros ya comenzamos a vencerla con Él”.

Por ello, agradeció a los que “se comprometen para llevar el fuego de la caridad”, y los animó “a no distinguir entre el que asiste y el que es asistido, entre el que parece dar y el que parece recibir, entre el que se presenta pobre y el que siente la necesidad de ofrecer tiempo, capacidades y ayuda”.

“Somos la Iglesia del Señor, una Iglesia de pobres, todos preciosos, todos partícipes, cada uno portador de una Palabra única de Dios. Cada uno es un don para los demás. Derribemos los muros”, alentó.

“Sólo juntos, sólo siendo un único Cuerpo en el que aun el más frágil participa en plena dignidad, seremos el Cuerpo de Cristo, la Iglesia de Dios. Esto sucede cuando el fuego que Jesús ha venido a traer quema los prejuicios, las cautelas y los miedos que siguen marginando a quienes llevan escrita la pobreza de Cristo en su propia historia”, añadió.

En ese sentido, exhortó a no dejar “al Señor fuera de nuestras iglesias, de nuestras casas y de nuestra vida”, sino dejarlo “entrar en los pobres, y entonces haremos paz también con nuestra pobreza, a la que tememos y negamos cuando buscamos a toda costa tranquilidad y seguridad”.

El Pontífice concluyó recordando el pasaje en el que el anciano Simeón le dijo a la Virgen María que su Hijo Jesús sería signo de contradicción. “Que sean reveladas las intenciones de nuestros corazones, y que el fuego del Espíritu Santo los cambie de corazones de piedra en corazones de carne”, expresó.

- Esta nota fue publicada originalmente en ACIPRENSA.



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