En un mundo donde los jóvenes enfrentan presiones, miedos y confusión, la presencia de Dios en sus vidas se vuelve más urgente que nunca. “Cuando dejamos entrar a Jesús, Él calma nuestras tormentas”
DETROIT - El sábado 15 de noviembre, más de cien jóvenes hispanos de entre 13 y 21 años se reunieron en la parroquia St. Hedwig, en Detroit, para participar del retiro “La tempestad calmada”, organizado por el grupo juvenil Cristo con nosotros y con la participación especial del Centro Apostólico Sagrado Corazón.
Lo que comenzó como un proyecto sencillo, pensado para no más de 40 asistentes, terminó convirtiéndose en un encuentro que superó todas las expectativas y dejó huellas profundas en los corazones de los jóvenes.
“Era una urgencia hacer un retiro para que se enamoren de Jesús”, explicó Claudia Gómez, organizadora del encuentro, en entrevista con Detroit Catholic en español. “Vemos a muchos jóvenes desanimados, cada uno en su mundo. Les hacemos invitaciones para que vengan al grupo, pero no vienen. Entonces sentimos que teníamos que hacer algo antes de que termine el año, y este fue nuestro primer retiro”.
Claudia forma parte del ministerio juvenil en St. Hedwig parish, donde sirve desde hace un año, pero su misión evangelizadora comenzó mucho antes.
“Hace 20 años recibí mi conversión, trabajé con la Escuela de Evangelización y Dios me capacitó para poder predicar, para dar a los jóvenes una esperanza”.
Una respuesta que superó todo cálculo
Lo más sorprendente de la jornada fue la reacción de las familias. “Muchos papás se pusieron de acuerdo entre ellos y trajeron a sus hijos. A las 8 de la mañana había una línea enorme para la registración. Esperábamos recibir aproximadamente a 40 jóvenes, pero llegaron 100”, explicó.
Según Claudia, al principio los jóvenes estaban tímidos y reservados, pero las dinámicas, las charlas y el ambiente de oración comenzaron a abrir corazones, y después de almuerzo, estaban todos activados, participando y más abiertos.
Un retiro centrado en la fe de Pedro y en el llamado de Jesús
Las predicaciones estuvieron a cargo del Centro Apostólico Sagrado Corazón, con un equipo joven de evangelizadores. Los temas giraron en torno al pasaje en el que Pedro camina sobre las aguas (Mt 14:28-33), y a la invitación constante de Jesús: “Ven, sígueme”.
“Cuando nos distraemos con las adversidades del mundo, nos hundimos, nos ahogamos sin fijarnos en Dios”, explicó Claudia. “Los temas fueron muy específicos: solo con Jesús avanzamos”.
El retiro incluyó tres pláticas y una introducción que comenzó con una analogía sobre un hombre que repara sin ser pedido los agujeros en un barco, salvando sin saberlo la vida de los hijos del dueño. Esa historia permitió presentar la idea central: Jesús ya pagó el precio por la humanidad.
Uno de los momentos más fuertes fue la adoración al Santísimo. El P. Bernardo Cruz llevó la Eucaristía al salón y los jóvenes escribieron en pequeños barquitos sus luchas, pecados y “tormentas”, ofreciéndoselos al Señor. Mientras tanto, miembros del Sagrado Corazón rezaban en adoración continua. También hubo confesiones, juegos, dinámicas y, finalmente, los jóvenes participaron juntos en la misa de las 4 p.m.
Construyendo comunidad y mirando hacia el futuro
El retiro buscó un objetivo claro: acercar a los jóvenes a Dios y convocarlos nuevamente al grupo Cristo con nosotros.
“Muchos ya no estaban asistiendo. Queríamos invitarlos de una manera que se enamoraran de Jesús”, explicó Claudia. Con los datos de contacto reunidos, el equipo comenzará a invitarlos a las reuniones semanales.
El grupo juvenil Cristo con nosotros se reúne todos los viernes de 6 p.m. a 8 p.m. en la parroquia St. Francis D’ Assisi, donde los jóvenes comparten una breve reflexión bíblica, juegos, momentos de convivencia y hasta preparan su propia comida.
“Quiero hacer una cordial invitación a los jóvenes de 13 a 17 años”, añadió Claudia. “Que vengan, que crezcan en su fe, que compartan en comunidad. Siempre hay un espacio para ellos”.
Claudia espera que este encuentro sea el primero de muchos, ya que la idea es repetir este retiro dos veces al año, pero divididos por edades para poder trabajar mejor. El apoyo de la comunidad fue clave, ya que catequistas y servidores colaboraron con la organización, la comida y la logística.
Un cierre que dejó huellas
Al finalizar la jornada, mientras los jóvenes salían sonrientes hacia la misa, Claudia sintió que Dios había hecho mucho más de lo que ellos mismos habían imaginado. “Sé que el sábado salieron diferentes”, dijo. “Experimentaron a Jesús en su corazón”.
Para ella, este primer retiro no fue simplemente una actividad más, sino el comienzo de algo más profundo: un camino donde los jóvenes descubran que no están solos en sus tempestades y que la fe sigue siendo un ancla firme en medio de un mundo que a menudo los confunde o los deja sin respuestas.
“Con Jesús tenemos todo”, concluyó. “Cuando lo dejamos entrar en nuestra vida, Él calma nuestras tormentas”.
Con el deseo de seguir acompañándolos, Claudia y el equipo de Cristo con nosotros ya miran hacia adelante, confiando en que lo vivido este fin de semana será apenas el inicio de una nueva etapa para los jóvenes hispanos de Detroit: una etapa donde encuentren comunidad, esperanza y un Dios que los llama por su nombre.


