El Papa aseguró este domingo que nadie en la Iglesia “debe imponer las propias ideas” y pidió que las tensiones eclesiales entre tradición y novedad no se conviertan en “contraposiciones ideológicas”.
“La regla suprema en la Iglesia es el amor. Nadie está llamado a mandar, todos lo son a servir; nadie debe imponer las propias ideas, todos deben escucharse recíprocamente; sin excluir a nadie, todos estamos llamados a participar; ninguno posee la verdad toda entera, todos la debemos buscar con humildad, y juntos”, aseguró León XIV durante la Misa que celebró con motivo del Jubileo de los Equipos Sinodales y de los órganos de participación.
En un llamamiento a la comunión, se dirigió a todos los participantes de este gran evento sobre la sinodalidad enmarcado en el Año Santo y les pidió ayuda para “ensanchar el espacio eclesial” y para que este sea “colegial y acogedor”.
Esos precisamente fueron algunos de los objetivos del Sínodo sobre la sinodalidad, uno de los proyectos más ambiciosos desde el Concilio Vaticano II impulsados por el Papa Francisco para renovar Iglesia y hacer de ella un espacio más participativo y menos clerical.
La "pretensión de ser mejor que los demás” crea “división" en la Iglesia
Comentando el Evangelio del día sobre la parábola del fariseo y el publicano, el Papa advirtió contra el peligro del orgullo espiritual que muestra el primero: “El fariseo sube al templo a orar, pero no para rogar a Dios, sino para alabarse a sí mismo. Está obsesionado con su ego y termina girando en torno a sí mismo sin relación ni con Dios ni con los demás”, lamentó tras considerar que esto puede suceder también en la comunidad cristiana.
Por ejemplo, continuó el Papa “cuando el yo prevalece sobre el nosotros”, generando “personalismos que impiden relaciones auténticas y fraternas”. De este modo, criticó “la pretensión de ser mejor que los demás” como hace el fariseo con el publicano” porque crea “división y transforma la comunidad en un lugar que juzga y excluye”. También lamentó la actitud de quienes aprovechan el propio cargo “para ejercitar el poder y ocupar espacios”.
En cambio, destacó la humildad del publicano como ejemplo para toda la comunidad cristiana: “También en la Iglesia debemos reconocernos necesitados de Dios y necesitados los unos de los otros, ejercitándonos en el amor mutuo, en la escucha recíproca y en la alegría de caminar juntos”.
“Ser Iglesia sinodal significa reconocer que la verdad no se posee, sino que se busca juntos, dejándonos guiar por un corazón inquieto y enamorado del Amor”, remarcó.
Durante la homilía, el Pontífice pidió afrontar “con confianza y con espíritu renovado las tensiones que atraviesan la vida de la Iglesia —entre unidad y diversidad, tradición y novedad, autoridad y participación—, dejando que el Espíritu las transforme, para que no se conviertan en contraposiciones ideológicas y polarizaciones dañinas”.
En todo caso, aseveró que no se trata de resolver esas tensiones “reduciendo unas a otras, sino dejar que sean fecundadas por el Espíritu, para que se armonicen y orienten hacia un discernimiento común”.
Además, dejó claro que en la Iglesia, “antes de cualquier diferencia", estamos llamados a "caminar juntos en busca de Dios", "para revestirnos de los sentimientos de Cristo”.
Así, aseguró que los equipos sinodales y los órganos de participación son expresión de lo que ocurre en la Iglesia, “donde las relaciones no responden a las lógicas del poder sino a las del amor”.
El Pontífice retomó también las palabras del mensaje de su antecesor, Francisco, en el Mensaje de Cuaresma de 2025, donde subrayó que “la vocación de la Iglesia es caminar juntos” y “ser sinodales”. “Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios”, indicó.
Por otro lado, el Papa León XIV exhortó a soñar y construir una Iglesia “humilde y servidora”, capaz de reflejar el Evangelio en su modo de vivir y relacionarse.
“Una Iglesia que no se mantiene erguida como el fariseo, triunfante y llena de sí misma, sino que se abaja para lavar los pies de la humanidad; una Iglesia que no juzga como hace el fariseo con el publicano, sino que se convierte en un lugar acogedor para todos y para cada uno”, afirmó el Pontífice.
Invitó además a toda la comunidad eclesial a comprometerse en la edificación de una Iglesia “totalmente sinodal, totalmente ministerial y totalmente atraída por Cristo”, dedicada al servicio del mundo y abierta a la escucha de Dios y de todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
- Esta nota fue publicada originalmente en ACIPRENSA.


