¿Cómo rezar la oración al ángel de la guarda?

Foto por Cristina Grigore (cortesía de Cathopic)

Rezar una oración al ángel de la guarda significa encomendarnos al ser espiritual que nos acompaña durante toda nuestra vida.

¿Por qué rezar una oración al ángel de la guarda?

El Catecismo de la Iglesia Católica afirma la existencia de los ángeles y la considera como “una verdad de fe,” es decir, una verdad divinamente revelada. Además, el Catecismo católico afirma que cada persona tiene un ángel de la guarda.

“Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducir su vida (San Basilio Magno, Adversus Eunomium, 3, 1: PG 29, 656B). Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios”, señala.

¿Quiénes son los ángeles de la guarda?

Los ángeles son seres espirituales que fueron creados por Dios como servidores y mensajeros suyos para comunicarnos Su voluntad.

“En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (cf Pío XII, enc. Humani generis: DS 3891) e inmortales (cf Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf Dn 10, 9-12)”, afirma el Catecismo.

El ángel de la guarda y su misión de cuidar a las personas

Desde pequeños, a los niños se les puede platicar que existe un ángel que los cuida y que estará con ellos a lo largo de su vida, que los va a guiar siempre.

Te proponemos dos oraciones para que, tanto niños como adultos, se encomienden a su ángel de la guarda y lo tengan presente en diversos momentos de su día.

1. Oración para rezar al ángel de la guarda

Ángel del Señor, que eres mi custodio,
puesto que la Providencia Soberana me encomendó a ti,
ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname en este día.
Amén.

2. Oración para rezar al ángel de la guarda

Ángel de mi guarda, mi dulce compañía,
no me desampares, ni de noche ni de día,
hasta que me entregues en los brazos de Jesús, José y María.

Con tus alas me persigno y me abrazo de la cruz,
y en mi corazón me llevo al dulcísimo Jesús.
Con Dios me acuesto, con Dios me levanto,
con la Virgen María y el Espíritu Santo.
Amén.


Este artículo fue publicado originalmente en Desde la Fe



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