La fe en su propio idioma: La comunidad sorda encuentra un hogar espiritual en Detroit

El Centro St. John es un lugar donde la comunidad católica sorda de Detroit puede reunirse y sentirse como en su casa. (Foto por Diane Knight)

El Ministerio para sordos sirve en las cuatro regiones de la arquidiócesis, asegurando que todos tengan acceso a la vida espiritual y a los sacramentos en su propio idioma: el lenguaje de señas

DETROIT- A diferencia de muchos lugares donde la Misa no es accesible para quienes no pueden escuchar, en la Arquidiócesis de Detroit las Misas y clases de formación religiosa se ofrecen exclusivamente en lenguaje de señas.

Verónica Balcarcel, quien se desempeña como actual directora del Ministerio para sordos, ha dedicado casi cinco años a servir a esta comunidad.

Este Ministerio no solo proporciona formación y ofrece visitas a enfermos y ancianos, sino que también ofrece un espacio de encuentro que es vital para las personas sordas. Este enfoque integral permite que tengan acceso a los sacramentos y que también puedan crecer y desarrollarse dentro de un entorno que respeta y entiende sus necesidades únicas.

Uno de los mayores desafíos que enfrenta Verónica en su rol es la distancia que la gente debe recorrer para asistir a las actividades del Ministerio. En una diócesis tan extensa, muchas personas sordas deben viajar grandes distancias para poder asistir a Misa o participar en eventos de la comunidad.

Además, no siempre resulta sencillo encontrar intérpretes que comprendan y se sientan cómodos con el vocabulario y los rituales de la fe católica. Este es un reto constante no solo en Detroit, sino en muchas otras diócesis.

Por otra parte, el impacto del COVID-19 se ha sentido fuertemente. Muchas personas no han regresado a la iglesia y optan por la Misa en línea. Es por eso que desde el Ministerio enseñan la importancia de encontrarse con Jesús en la Eucaristía.

A pesar de estos desafíos, Verónica destaca el rol de todos los voluntarios en la continuidad y éxito del Ministerio.

“Me siento bendecida por la colaboración que estamos viviendo en nuestro departamento. Nuestro nuevo director está dispuesto a escuchar, y eso es un tesoro que no tiene precio. En nuestra Iglesia Católica, a veces los líderes son sordos a las necesidades de la comunidad sorda, pero ahora siento que estamos creando un espacio donde se valora el aprendizaje mutuo. Tener un corazón y una mente abiertos es un regalo increíble, porque es así como cultivamos un ambiente de verdadero crecimiento y colaboración", destacó Verónica en una entrevista a Detroit Catholic en español.

La arquidiócesis ha proporcionado un espacio propio para el Ministerio, el Centro para sordos St. John.

Allí se celebran Misas, se ofrecen almuerzos, y se realizan actividades recreativas y educativas que refuerzan el sentido de pertenencia. Este centro es un pilar fundamental para la comunidad sorda, no solo como lugar de culto, sino también como un espacio de encuentro y socialización.

La comunidad disfruta de un picnic y juego de cartas en el gimnasio de la Holy Innocents St. Barnabas Church’s en julio de 2023 (Foto por Aaron Langevin)
La comunidad disfruta de un picnic y juego de cartas en el gimnasio de la Holy Innocents St. Barnabas Church’s en julio de 2023 (Foto por Aaron Langevin)

El papel del Centro St. John en la comunidad

El Centro St. John es más que un simple edificio; es el corazón de la comunidad sorda en Detroit. Durante 50 años, se ha convertido en un refugio donde las personas pueden no solo fortalecer su fe, sino también sentirse como en su casa.

Las actividades en el centro no se limitan a la formación; también incluyen talleres, momentos de recreación, almuerzos y otros eventos sociales que son fundamentales para lograr un sentido de pertenencia.

“Los sacerdotes que han estado en el Ministerio y oficiado las Misas han sabido señas, o en el caso del P. Michael Depcik, él es sordo, así que es su primer idioma. Esto ha sido una bendición, porque no es la norma. En otros lugares, el sacerdote habla y hay un intérprete. Pero en nuestra comunidad, la gente está recibiendo las lecturas en su primer idioma”, explicó Verónica.

Según la directora del centro, la mayor bendición para la comunidad sorda ha sido recibir la educación religiosa en su primer idioma de manos de un sacerdote sordo durante doce años. Esto les ha permitido comprender y conectar profundamente con su fe de una manera que antes les era inaccesible.

La influencia de la fe y la cultura

La fe de Verónica ha sido un pilar en su trabajo diario, permitiéndole enfrentar los retos del Ministerio con esperanza y confianza en Dios. Su experiencia personal como madre de una hija sorda ha moldeado su enfoque empático y respetuoso hacia la comunidad. Reconoce la importancia de tener una mente y un corazón abiertos para poder escuchar y respetar las necesidades y deseos de la comunidad sorda.

“Mi herencia guatemalteca y mi experiencia como inmigrante me han enseñado lo que significa recibir un trato diferente. Gracias a eso puedo comprender cómo la gente sorda se puede sentir al ser ignorada. Esa vivencia me ha vuelto más empática, pero a la vez más enérgica cuando se trata de luchar por el acceso y la inclusión de la comunidad sorda. Todos pueden encontrar un lugar en la Iglesia”.

El respeto por la cultura y las tradiciones de la comunidad sorda es esencial en el trabajo de Verónica. Ella entiende que la fe católica debe ser vivida y expresada de una manera que sea auténtica para las personas sordas, respetando su lenguaje y sus formas de comunicación. Esto incluye no solo la interpretación de los servicios religiosos, sino también la adaptación de los sacramentos y otros rituales para que sean verdaderamente accesibles y significativos.

El P. Michael Depcik (izquierda) y el P. Ken McKenna (derecha) celebran Misa en la St. Valentine’s School Chapel en Redford, Michigan (Foto por Valaurian Waller)
El P. Michael Depcik (izquierda) y el P. Ken McKenna (derecha) celebran Misa en la St. Valentine’s School Chapel en Redford, Michigan (Foto por Valaurian Waller)

Un futuro prometedor

Verónica tiene grandes esperanzas para el futuro de este Ministerio. Uno de sus principales objetivos es atraer a más familias jóvenes a la comunidad. Es por eso que se esfuerza por ofrecer actividades que atraigan a las nuevas generaciones.

Además, subraya la necesidad de educar a los seminaristas sobre las necesidades de las comunidades sordas, de manera que los futuros líderes de la Iglesia puedan servir de manera efectiva a este grupo.

El domingo 18 de agosto, el Centro St. John celebrará su 50º aniversario con una Misa al mediodía en la Holy Innocents Church en Roseville. Además, se está organizando el Congreso Eucarístico nacional para gente sorda, que tendrá lugar la próxima primavera.

Mientras el Ministerio celebra 110 años de apoyo a la comunidad sorda y 50 años del Centro St. John, Verónica mira hacia el futuro con una visión clara: continuar brindando un espacio inclusivo y accesible donde la comunidad sorda pueda vivir su fe plenamente. Su dedicación y compromiso son un testimonio del poder de la fe para romper barreras y unir a las personas, independientemente de sus realidades.

"La comunidad sorda no se ve a sí misma como un grupo con una discapacidad; ellos son capaces de hacer todo lo que nosotros hacemos, excepto oír. Se consideran un grupo lingüístico y cultural, dispuesto a colaborar con los oyentes. Pero debemos recordar que, aunque ellos pueden aprender a hablar, nunca podrán oír el mensaje. Por eso, es nuestra responsabilidad como oyentes adaptarnos a ellos, ya sea con subtítulos en los videos o con intérpretes, para incluirlos sin que tengan que luchar por ese derecho. Preguntemos a la comunidad sorda qué necesita, porque nadie conoce mejor sus necesidades que ellos mismos”.

Para Verónica, lo más importante es tener una actitud receptiva. Dada la situación vivida con su hija, siente un amor y un respeto profundo por la comunidad sorda, pero también reconoce que sus experiencias nunca serán iguales a las de ellos.

“Debo tener la humildad para reconocer que soy una invitada en este Ministerio y que mi papel es escuchar y respetar sus necesidades y decisiones. El Ministerio se llama Ministerio para sordos. Yo no soy sorda, ellos lo son. Yo ofrezco mi punto de vista, pero luego tengo que escuchar la voz de ellos. Solo así podemos construir un ministerio que realmente les sirva”, concluyó Verónica.



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