El Papa León XIV propone el deporte como medio para “encontrar a Dios Trinidad”

Misa del Papa León XIV por la Solemnidad de la Santísima Trinidad. | Crédito: ACI Prensa.

El Papa León XIV propuso la práctica del deporte en equipo como medio para “encontrar” la Trinidad en el mundo y señaló que Dios “no es estático” y “no está cerrado en sí mismo”.

“El deporte puede ayudarnos a encontrar a Dios Trinidad: porque requiere un movimiento del yo hacia el otro, ciertamente exterior, pero también y sobre todo interior. Sin esto, se reduce a una estéril competencia de egoísmos”, aseguró el Pontífice en una vibrante basílica de San Pedro colmada de atletas, deportistas, entrenadores y peregrinos que viajaron a Roma con ocasión del Jubileo del Deporte.

El binomio Trinidad-deporte no es "absurdo"

En la Misa que presidió con motivo de la solemnidad de la Santísima Trinidad, que coincidió precisamente con esta cita prevista en el Jubileo de la Esperanza, reconoció que el “binomio Trinidad-deporte no es precisamente habitual”. En todo caso, dejó claro que no es una asociación “absurda”.

“Toda buena actividad humana lleva consigo un reflejo de la belleza de Dios, y sin duda el deporte es una de ellas”, aseguró en la homilía que sorprendió por su riqueza teológica.

León XIV describió la Trinidad como una “danza de amor recíproco”, citando la noción de pericoresis, el término teológico que describe la relación íntima, dinámica y mutua entre las tres personas de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Se trata de uno de los conceptos centrales de la teología trinitaria cristiana, especialmente en la tradición patrística griega.

Para explicarlo, el Papa habló del “dinamismo divino de donde brota la vida” y recurrió a la imagen del Deus ludens, un Dios que “juega”, que se complace en la creación. Así aseguró: “Hemos sido creados por un Dios que se complace y se regocija en dar la existencia a sus criaturas”.

“¡Dale!”: el imperativo del donarse al otro

El Papa citó en su homilía una expresión popular en Italia utilizada para animar a los atletas “¡Dai!”, que se traduce en español como “¡Dale!”.

“Se trata de un imperativo precioso —explicó—. Es el imperativo del verbo ‘dar’”.

De este modo, explicó que se trata de "entregarse por los demás, por el propio crecimiento, por los aficionados, por los entrenadores, incluso por los adversarios". Algo que "vale independientemente del resultado”.

En este contexto, León XIV evocó las palabras de san Juan Pablo II, que habló de Jesús como “el verdadero atleta de Dios” y que describió el deporte como “alegría de vivir" un "juego" y una "fiesta”.

El Papa hablo de los valores del deporte, siempre que se libere de la lógica del rendimiento y el utilitarismo, y recupere su dimensión gratuita, relacional y formativa. Para ello, articuló su homilía en torno a tres grandes contribuciones que el deporte puede ofrecer a la sociedad contemporánea.

En primer señaló que en un mundo herido por el individualismo y la soledad, el deporte, especialmente si se practica en equipo, “enseña el valor de caminar juntos, de colaborar, de compartir”. Según el Papa, esto lo convierte en “un instrumento de encuentro y reconciliación” en escuelas, comunidades, lugares de trabajo y familias.

Aseguró también que frente a una cultura cada vez más digital y virtual, el deporte “valora la concreción del estar juntos, del esfuerzo, del tiempo real” y supone “un antídoto” frente a la evasión tecnológica.

La pedagogía de la derrota

En tercer lugar, enfatizó que en una sociedad competitiva que idolatra a los vencedores, el deporte nos enseña a perder. “Nos recuerda nuestra fragilidad, —dijo León XIV— nuestro límite. El campeón no es una máquina infalible, sino alguien que sabe levantarse después de caer. Es a partir de esta experiencia que nos abrimos a la esperanza”.

El Papa no dejó pasar la ocasión para destacar el papel del deporte en la vida espiritual de muchos santos modernos. Recordó así al beato Pier Giorgio Frassati —patrono de los deportistas, quien será canonizado el próximo 7 de septiembre, junto a Carlo Acutis. “Su vida, sencilla y luminosa, nos recuerda que, así como nadie nace campeón, tampoco nadie nace santo. Es el entrenamiento diario del amor lo que nos acerca a la victoria definitiva”, afirmó.

Deporte, forma de "elevación espiritual"

Asimismo, citó a san Pablo VI, quien en 1965 reconoció cómo el deporte había ayudado a reconstruir la esperanza en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Al citar sus palabras, señaló que puede ser un “instrumento muy útil para la elevación espiritual", una "condición indispensable de una sociedad ordenada, serena y constructiva”.

León XIV también lanzó un llamado directo a los deportistas en el que los invitó a comprometerse con la sociedad: “La Iglesia les confía una misión maravillosa: ser reflejo del amor de Dios Trinidad en sus actividades”.

Citando una imagen del Evangelio muy querida por el Papa Francisco —la de María que “corre” al encuentro de su prima Isabel—, León XIV pidió a la Virgen que acompañe también a los deportistas “hasta la victoria más grande: la de la eternidad, el ‘campo infinito’ donde el juego no tendrá fin y la alegría será plena”.

Debido a las altas temperaturas en Roma, la celebración se ha llevado a cabo en el interior de la basílica de San Pedro y no en la plaza vaticana. Al terminar la solemne ceremonia, el Pontífice recorrió en papamóvil la plaza de San Pedro para saludar y bendecir a los fieles que, a pesar del calor, no quisieron perder la oportunidad de poder saludarle de cerca.



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