El arzobispo pidió a la Iglesia ofrecer amor y comprensión a personas con confusión de género

En una nueva carta pastoral publicada el 26 de febrero, el Arzobispo de Detroit, Allen H. Vigneron, dijo que la Iglesia debe brindar compasión y el amor de Cristo a aquellos que experimentan confusión de género, ayudándoles a ver la belleza y la dignidad de su propia identidad como hijo o hija creados a imagen de un Dios amoroso. (Foto de Unsplash)

En su carta pastoral más reciente, el Arzobispo Vigneron hizo un llamado a las parroquias y escuelas para que ayuden a las personas a aceptar el "don de la propia identidad" que Dios les ha dado

DETROIT - Aquellos que experimentan la lucha y el dolor de la confusión de género están cerca del corazón de Cristo, y por lo tanto cerca del corazón de la Iglesia, que con compasión se acerca para ofrecer el amor perfecto, la verdad y la plenitud de Cristo para ellos, dijo el arzobispo Allen H. Vigneron en una nueva carta pastoral.

En su nuevo documento pastoral, titulado "La buena noticia sobre el plan de Dios: carta pastoral sobre los desafíos de la identidad de género", el arzobispo aborda con delicadeza este tema complejo. Su intención es acompañar a las familias, parroquias y escuelas en el cuidado pastoral, y que la Iglesia brinde orientación con un enfoque de “claridad y caridad” a aquellos que luchan con su identidad dada por Dios.

El arzobispo se refirió a los "desafíos de nuestro tiempo" destacando la visión "dividida y separada" de la persona humana que niega "el don inmutable de Dios de la propia identidad como hombre o mujer", lo que ha provocado dolor, confusión y división en el mundo.

“Estas ideologías modernas opacan el amor que Dios tiene por cada uno de sus hijos, pero la belleza de la enseñanza de la Iglesia, revelada por Cristo, tiene algo profundo que ofrecer a cada alma herida”, afirmó el arzobispo.

"Quienes luchan con la confusión de género son nuestros hermanos y hermanas. Son hijos e hijas de Dios y miembros amados de nuestras comunidades, nunca para ser condenados ni rechazados, sino acogidos y acompañados en el camino hacia la luz de la verdad", escribió el Arzobispo Vigneron.

Este documento, publicado el 26 de febrero, es la quinta carta pastoral del arzobispo durante su mandato, y constituye su primera declaración significativa desde su magistral carta pastoral “Difundir el Evangelio" en 2017, en respuesta al histórico Sínodo 16 de la Arquidiócesis de Detroit. Además, el arzobispo compartió una serie de notas pastorales para abordar una variedad de temas.

El arzobispo señala el profundo sufrimiento de aquellos que luchan con la confusión de género, agravado por supuestos tratamientos de "afirmación" que en realidad alejan aún más a las personas de su auténtica identidad, concebida por un Dios amoroso.

“Los seres humanos no somos accidentes o productos aleatorios, sino creaciones intencionadas y elegidas por Dios desde la eternidad”, enfatizó el arzobispo. Desde el principio de los tiempos, tú y yo fuimos elegidos y amados por el Dios de toda la creación".

La carta, con casi 5,000 palabras, contrasta la visión cristiana de la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios con una visión alternativa y "dualista" que separa el cuerpo del alma, considerándolo un objeto manipulable sin dignidad ni valor intrínsecos.

"Esta visión 'superficial y empobrecida' de la persona humana menosprecia a quienes experimentan confusión de género, sugiriendo que la plenitud y la felicidad se encuentran en actuar contra su naturaleza o en someterse a mutilaciones corporales a menudo irreversibles", explicó el arzobispo.

"Ser creados a imagen y semejanza de Dios nos otorga una dignidad humana que no se gana ni se pierde", dijo el arzobispo. "Esta dignidad humana es lo que nos permite buscar y descubrir las verdades fundamentales sobre quiénes somos, por qué fuimos creados, qué significa vivir una vida plena y la naturaleza de nuestro destino eterno".

Primer plano de 'La Creación de Adán', obra maestra de Miguel Ángel pintada en el techo de la Capilla Sixtina de Roma. (Paul Haring | CNS photo)
Primer plano de 'La Creación de Adán', obra maestra de Miguel Ángel pintada en el techo de la Capilla Sixtina de Roma. (Paul Haring | CNS photo)

El arzobispo explicó que Dios creó a los seres humanos "hombre y mujer" con el propósito de que fueran "co-creadores" que reflejen el amor divino a través de este don. Esta visión se manifiesta en la complementariedad entre el hombre y la mujer, quienes, al expresar correctamente su sexualidad en el matrimonio, colaboran con Dios en el milagro de la creación de una nueva vida.

El arzobispo dijo que es en esta identidad creada, incluso para aquellos que no están llamados al matrimonio, donde el hombre y la mujer encuentran su más profunda realización y propósito como hijos e hijas de Dios, infinitamente amados por Él.

“Por este motivo, los seres humanos no tienen ‘autonomía ilimitada’ para cambiar lo que Dios ha creado, incluso cuando se trata de su propio cuerpo”, continuó.

“Nosotros no somos simplemente una más de las creaciones; somos distintos y especiales en comparación con el resto de la creación, ya que Dios nos hizo a su imagen", afirmó. "Después de cada día de la creación, Dios observa lo que ha hecho y lo considera bueno. Sin embargo, después de crear al hombre y a la mujer, declara que esta creación es muy buena (Gn. 1, 31)".

“Nuestra identidad como hombre o mujer es parte integral de nuestra esencia, y ninguna alternativa podría satisfacer nuestro deseo más profundo de felicidad y realización, tal como fue diseñado por nuestro Creador”.

"No somos seres fragmentados, donde hay una separación entre nuestros cuerpos y nuestras identidades", explicó. "Por el contrario, nuestros cuerpos nos revelan aspectos clave para comprender quiénes somos, tanto para nosotros mismos como para los demás".

"Es verdad que muchas personas experimentan una profunda confusión y angustia respecto a su identidad sexual y corporal", dijo el Arzobispo Vigneron. "Sin embargo, los intentos modernos de aliviar esta angustia mediante terapias de 'afirmación de género', hormonas, cirugías o cambios de nombre y pronombres, no son soluciones adecuadas, especialmente cuando se trata de niños".

"El dolor de quienes se ven afectados por esta ideología de género es real. Ese dolor se hace más grande cuando se anima a las personas a rechazar su identidad innata como hombre o mujer y a desoír a la ley moral inscrita en sus corazones", dijo el Arzobispo Vigneron.

La Iglesia siente un profundo dolor por aquellos que sufren esta angustia y desorientación, y se esfuerza por "ayudar a nuestros hermanos y hermanas a encontrar la plenitud de la vida humana que Cristo desea para ellos", dijo el arzobispo.

"Es difícil imaginar una distorsión más clara de este crecimiento saludable y realización integral que el caso de un joven que es engañado haciéndole creer que es posible cambiar su identidad corporal y que es bueno intentarlo, tomando medidas drásticas e irreversibles para lograr este cambio", escribió el Arzobispo Vigneron.

"De hecho, un número cada vez mayor de personas que han intentado cambiar su sexo luego lamentan profundamente haberlo hecho, y muchos buscan revertir el proceso para volver a su sexo biológico original, a menudo con complicaciones graves y traumas causados por bloqueadores hormonales o, en el peor de los casos, la mutilación permanente de sus cuerpos mediante intervenciones quirúrgicas", continuó.

"Quienes sufren de confusión de género merecen el amor y el apoyo de la comunidad cristiana. No se trata de un amor superficial y evasivo que evita las conversaciones difíciles, sino de un amor profundo y duradero que ve y acompaña a la persona como lo haría el mismo Cristo", expresó el arzobispo.

"Debemos acompañarlos con cariño reconociendo su dolor, escuchándolos, asegurándoles que son escuchados y recordándoles que Dios los ama de manera única. A menudo, en nuestro afán por compartir la Buena Nueva, perdemos de vista el valor de acompañar auténticamente a quienes sufren", afirmó. "Las respuestas prefabricadas o frases hechas suelen resultar perjudiciales. El sufrimiento de quienes experimentan confusión de género puede llevarlos a sentir un distanciamiento de sí mismos, lo cual puede ser profundamente desestabilizador".

“Es fundamental que la Iglesia escuche y reconozca el dolor de una persona que sufre de confusión de género", dijo el Arzobispo Vigneron. "Pero también es importante compartir la belleza y bondad del diseño que Dios pensó para cada persona”. (Gregory A. Shemitz | CNS photo)
“Es fundamental que la Iglesia escuche y reconozca el dolor de una persona que sufre de confusión de género", dijo el Arzobispo Vigneron. "Pero también es importante compartir la belleza y bondad del diseño que Dios pensó para cada persona”. (Gregory A. Shemitz | CNS photo)

"Los seres queridos, especialmente los padres, de aquellos que experimentan confusión de género pueden sentirse impotentes y temer alienar o empujar a su hijo o hija a autolesionarse si no reconocen el género elegido por él o ella", dijo el arzobispo.

“Sin embargo, si los padres comprenden la sanación y la plenitud que Cristo quiere para sus hijos, y les brindan una escucha atenta y compasión, podrán afirmar la belleza del diseño de Dios mientras continúan ofreciendo apoyo y amor", añadió.

"Los padres y las familias necesitan comprender que tienen una misión especial que implica un amor y un compromiso incondicional con la verdad del Evangelio, reconociendo la grandeza del cuerpo humano tal como fue creado por Dios", señaló el Arzobispo Vigneron.

Los católicos deben tener cuidado de no convertirse en "guerreros de la cultura", es decir, personas que buscan constantemente “confrontaciones con aquellos que tienen opiniones diferentes”. Sin embargo, tampoco deben permitir que los “intimiden o silencien, especialmente por aquellos que promueven una visión distorsionada de la realidad”.

“Por el contrario, debemos compartir con firmeza, amor y convicción el mensaje del Evangelio, que enseña que el cuerpo de cada persona, al ser creado a imagen y semejanza de Dios, tiene una dignidad inviolable”.

“En última instancia, esta visión de la persona humana no es simplemente un concepto intelectual”, dijo el Arzobispo Vigneron, “sino que está impulsada por un encuentro personal con el Dios, quien por amor a su creación se hizo hombre”.

“El acto supremo de amor de Dios hacia la humanidad radica en su unión con nosotros, encarnándose en un cuerpo humano”, dijo el arzobispo. “Es decir, Dios tomó forma humana en Jesucristo, quien luego sufrió y murió por nosotros”.

“Jesús se une a nosotros por medio de la Cruz, e incluso ahora su cuerpo herido y glorificado se encuentra en el cielo”, explicó el arzobispo.

"Cuando acompañamos a quienes sufren, lo hacemos con la confianza de que Jesús conoce y comprende sus sufrimientos", dijo el arzobispo. "Esta conexión no es distante ni meramente teórica, ya que Jesús, al asumir nuestra carne, se une a todo el sufrimiento del mundo y, por lo tanto, entiende profundamente todas las heridas que cada uno de nosotros enfrenta".

"Nuestro amor y compasión hacia las personas que sufren son una extensión del amor de Jesús por nosotros", añadió. "Solo mediante la compasión de Jesús podemos alcanzar la plenitud".

“El amor de Dios por sus hijos se manifiesta a través de Jesús, quien se hizo hombre y sufrió para que tengamos un salvador cercano que comprende íntimamente nuestras luchas y dolores”, dijo el arzobispo. “Al acompañar a quienes experimentan confusión de género, la Iglesiaofrece la esperanza de Cristo a todos. (Daniel Meloy | Detroit Catholic)
“El amor de Dios por sus hijos se manifiesta a través de Jesús, quien se hizo hombre y sufrió para que tengamos un salvador cercano que comprende íntimamente nuestras luchas y dolores”, dijo el arzobispo. “Al acompañar a quienes experimentan confusión de género, la Iglesiaofrece la esperanza de Cristo a todos. (Daniel Meloy | Detroit Catholic)

La carta del arzobispo ofrece una reflexión pastoral y acompañamiento a aquellos que experimentan confusión de género y a sus familias. Además, introduce nuevas directrices para las parroquias, escuelas y organizaciones católicas de la Arquidiócesis de Detroit, diseñadas para ayudarlos a abordar de manera práctica los temas relacionados con esta cuestión.

Estas disposiciones, que entrarán en vigencia de inmediato, se fundamentan en la "única verdad" de que todas las personas afectadas por la confusión de género son hijos o hijas de Dios, llamados a la santidad y a una "relación profunda y duradera con Dios a través del Espíritu Santo", afirmó el arzobispo.

"Esta carta pastoral no pretende condenar a nadie, sino acompañar a todos con amor", concluyó el arzobispo. "Realmente espero que, al abordar el tema de la identidad de género en sus comunidades, puedan hacerlo iluminados por la sabiduría de la Iglesia".

La buena noticia sobre el plan de Dios: carta pastoral sobre los desafíos de la identidad de género

La carta pastoral del Arzobispo Allen H. Vigneron se puede leer en el siguiente link: "La buena noticia sobre el plan de Dios: carta pastoral sobre los desafíos de la identidad de género". También se encuentra disponible la versión original en inglés que incluye la introducción de las nuevas políticas, preguntas frecuentes y recursos relacionados con el tema de la identidad de género.



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