Aquellos que mejor conocen al Arzobispo Vigneron afirman que su humildad en la oración y su fe auténtica son un regalo para la Arquidiócesis de Detroit
DETROIT - Un buen oyente. Un profesor reflexivo. Un mentor humilde. Un hombre de Dios con una vida de oración intensa.
Aquellos que han trabajado y servido con el Arzobispo Allen H. Vigneron no tienen más que elogios para describir al líder espiritual de Detroit. Sin embargo, el Obispo Robert J. McClory es quien quizás mejor lo resume.
"El Arzobispo Vigneron confía plenamente en Dios, sabe que Él está al mando y que Su voluntad es suprema, y al mismo tiempo tiene una ética de trabajo extraordinaria arraigada en su fe", explicó Mons. McClory. "Confía en Dios, pero sabe que el Señor le ha confiado una misión y un propósito".
Según sus allegados, ahora que el Arzobispo Vigneron cumple 75 años, su sentido de misión, su propósito y su confianza en el plan de Dios se han fortalecido aún más.
"El legado del arzobispo estará siempre ligado al Sínodo 16, un esfuerzo que él promovió y sigue apoyando como un movimiento transformador del Espíritu Santo en la vida de la Arquidiócesis de Detroit", explicó el Obispo McClory, quien actualmente sirve como obispo de Gary, Indiana, pero sirvió como moderador de la curia para la Arquidiócesis de Detroit y como jefe de personal del Arzobispo Vigneron, desde 2009 hasta 2018.
Pero más allá del sínodo -y la carta pastoral que se originó a partir del mismo, Difundir el Evangelio-, el compromiso inquebrantable del Arzobispo Vigneron con el Evangelio procede de su profunda fe.
"Es un hombre que confía plenamente en Dios", señaló Harry Kemp, un viejo amigo y consejero del Arzobispo Vigneron que forma parte del Consejo Pastoral arquidiocesano de "Difundir el Evangelio". "En todas las cosas, las buenas y las malas, los retos y las dificultades, reconoce que la mano de Dios está actuando, y creo que eso le permite mantener la paz y la calma".
“Ha sido realmente extraordinario verlo trabajar incansablemente para amar y servir a la gente de Detroit, siempre enraizado en su fe", añadió el Obispo McClory. "Aporta a su papel de arzobispo un profundo sentido de lo que significa ser un sacerdote de Jesucristo".
Si bien el Arzobispo Vigneron sigue firmemente centrado en la misión de la Iglesia, sus amigos y compañeros de trabajo destacan el modo en que el arzobispo ha cambiado -y sigue cambiando- la cultura de la Iglesia local, un alma a la vez.
No es exagerado decir que el arzobispo nunca pierde de vista el mensaje del Espíritu Santo que surgió del sínodo - que cada persona en el sureste de Michigan está llamada a ser y crear santos – y que su compromiso ha impactado de manera sustancial casi todos los aspectos de la vida católica en el sureste de Michigan.
"El sínodo cambió nuestra forma de ser de un modo sustancial", afirmó Kathleen McCann, una asesora laica cercana al arzobispo que trabajó con él en diversos cargos. “Si abres los ojos y miras a tu alrededor, podrás ver los signos del Sínodo 16 muy fácilmente, ya que están en todas partes”.
"El arzobispo insiste en que todas las actividades - los estudios bíblicos en pequeños grupos, la colaboración entre las distintas parroquias, los equipos de oración intercesora y los planes de estudio de las escuelas Católicas- deben estar centradas en la misión. Además, su capacidad de inspirar y empoderar a otras personas para que se comprometan y actúen de acuerdo con esa misión, ha dado lugar a una cultura en la que cada persona tiene un papel significativo", dijo McCann.
"El arzobispo tiene un estilo de liderazgo que fomenta la colaboración, como se refleja diariamente en sus tareas cotidianas y como se pudo ver en el sínodo", dijo McCann, miembro y ex presidenta del Catholic Schools Council de la arquidiócesis y miembro del Advancement Council.
"Realmente le interesa aprender", explicó McCann. "Es curioso por naturaleza, y muy inteligente. Quiere conocerte y saber lo que sabes. Su disposición a colaborar y aprender de los demás forma parte de su personalidad".
"En las reuniones, el Arzobispo Vigneron suele participar en silencio, escuchando atentamente los puntos de vista de los demás y formulando preguntas reflexivas antes de llevar las decisiones a la oración", dijo Eileen Newell, presidenta del Advancement Council de la arquidiócesis y vicepresidenta del Catholic Schools Council.
"El arzobispo tiene la habilidad de saber escuchar y crear un ambiente propicio para que las personas puedan dialogar y compartir sus puntos de vista", destacó Newell. "Se rodea de personas que tienen experiencias más allá de la comunidad eclesiástica, y eso no siempre es fácil. Pero a través de las preguntas que hace, y del diálogo con diferentes asesores, encuentra la manera de mejorar la misión de la Iglesia creando una comunidad que ama a Cristo."
Según sus amigos, el arzobispo confía plenamente en la Providencia Divina, lo que influye de manera significativa en la toma decisiones. Esto le permite recopilar información y hacer el mejor análisis posible, confiando en que el Espíritu Santo guiará y respaldará los resultados de sus acciones.
El Obispo McClory dijo que esa fue una de las lecciones que se llevó a Gary desde que recibió su propio llamado al episcopado en 2019.
"Durante el tiempo que viví y trabajé con el arzobispo, fui testigo no solo de su liderazgo en situaciones públicas, sino también de cómo llevaba las presiones y responsabilidades de su cargo a la oración", dijo el Obispo McClory. "Si tienes esa confianza plena de que Dios está al mando, puedes dirigir con integridad. Puedes liderar con compasión, y puedes establecer una visión para el futuro, confiando en que el Señor está contigo".
"Nacido en el sureste de Michigan, el Arzobispo Vigneron siempre se preocupó de manera genuina por cuidar a la gente de la ciudad de Detroit -católicos y no católicos por igual", señaló Isaiah McKinnon, exjefe de policía y ex subalcalde de la ciudad y profesor de la Universidad de Detroit Mercy.
"Creo que su mayor virtud es la calidez y el amor que muestra por la gente de nuestra zona", afirmó McKinnon. "No hay duda de que ha intentado unir a la gente. Detroit es una ciudad con un 81% de afroamericanos, y creo que está haciendo todo lo posible por la comunidad negra, la comunidad hispana y la comunidad en su conjunto para demostrar que es importante que trabajemos juntos."
“El Arzobispo Vigneron asumió la responsabilidad de liderar una arquidiócesis en una ciudad históricamente dividida y asediada por la recesión más profunda en un siglo, y su compromiso con la ciudad de Detroit y con la reconciliación racial permitieron que la Iglesia siga siendo un testimonio firme de los principios de inclusión y esperanza que se encuentran en el Evangelio ", dijo McKinnon.
"La presencia del Arzobispo Vigneron en la ciudad no ha pasado desapercibida gracias a su apoyo a las organizaciones benéficas católicas que operan en la ciudad, a la colaboración entre diferentes religiones y a sus frecuentes visitas a los comedores sociales, bancos de alimentos, parroquias y escuelas de Detroit", afirmó McKinnon.
"Durante la época de crisis financiera, se vivía un clima de mucha tensión", dijo McKinnon. "La gente estaba perdiendo sus pensiones, sus casas, sus trabajos, y lo que hizo el arzobispo fue ponerse de pie y decir: 'Saldremos adelante y nos mantendremos firmes juntos'. Demostró que todos somos hijos de Dios y que estamos aquí para hacer todo lo posible para alimentar y educar a la gente y hacer lo correcto".
"Para el Arzobispo Vigneron, ese sentido de unidad y esperanza proviene en primer lugar de Cristo, y es algo que trata de compartir con todos los que encuentra en su camino", señaló Michael Trueman, canciller de la Arquidiócesis de Detroit.
"El arzobispo es un maestro excepcional ", dijo Trueman. "Admiro su capacidad para expresar sus ideas de manera lógica y comprensible. Siempre fue muy claro en sus enseñanzas, algo que le hizo mucho bien a la Iglesia local a lo largo de los años. Hay una frase en las Escrituras durante la Anunciación que dice que la Virgen 'meditó estas cosas en su corazón'. Creo que el arzobispo tiene una gran capacidad para escuchar y guardar las cosas en su corazón, y decidir lo mejor para la arquidiócesis."
"Pocas cosas hacen tan feliz al arzobispo como compartir su amor por Cristo con los demás, especialmente con los jóvenes", señaló el P. Stephen Pullis, director de formación pastoral de postgrado en el Sacred Heart Major Seminary, quien anteriormente sirvió y viajó con el arzobispo como su sacerdote-secretario de 2013 a 2017.
"Recuerdo que me encantaba acompañar al Arzobispo Vigneron a los colegios Católicos de la ciudad", dijo el P. Pullis. "Le gusta que los jóvenes le hagan preguntas. Algunas son muy sinceras y otras están cargadas de escepticismo. Pero para él, estas preguntas son una oportunidad para enseñar".
Newell, que forma parte del Catholic Schools Council, recordó una homilía en particular en la que el arzobispo sonreía mientras predicaba a los estudiantes sobre los orígenes de la palabra "Hosanna", el grito de victoria hebreo, durante el Catholic Schools Week Mass en la catedral.
"Estaba inculcando en sus alumnos un fervor por la victoria de Cristo sobre la muerte", dijo Newell. "Parecía un patriarca, transmitiendo historias de una generación a la siguiente. Fue un momento en el que comprendí realmente que era un discípulo misionero lleno de alegría".
"Los estudiantes no son los únicos que se benefician de la sabiduría del Arzobispo Vigneron", afirmó el P. Pullis. Cuando vivía con el arzobispo, el P. Pullis bromeaba diciendo que "le deberían haber dado otro título" por escuchar las ideas de su mentor durante las cenas.
"Hablábamos de todo tipo de cosas, desde lo que estaba pasando en el mundo hasta cuestiones filosóficas más profundas", recordó el P. Pullis, que también fue director de Evangelización, Catequesis y Escuelas de la arquidiócesis entre 2017 y 2021. "Pude comprender mejor su manera de pensar y cómo utiliza todos sus dones para abrazar su papel como líder de nuestra Iglesia".
Para ser un hombre tan instruido, el P. Pullis dijo que una de las cualidades más subestimadas del arzobispo es su capacidad para no emitir juicios apresurados cuando no tiene suficiente información, o cuando la responsabilidad de un asunto recae en las manos de otra persona.
"Una vez le pregunté por un asunto y me dijo: 'Ahora mismo no tengo una opinión formada al respecto'", dijo el P. Pullis. "Y pensé: 'Vaya'. Veo las cosas de manera muy diferente. Frente a una situación determinada a menudo pienso: '¿Qué haría yo?' o '¿Qué opino sobre esto?'. Pero él tiene una gran libertad para decir: 'Dios me ha encargado este trabajo. No necesito opinar sobre el trabajo que Él ha encomendado a otras personas'".
El trabajo que Dios le ha dado al Arzobispo Vigneron -llevar a la Iglesia de Detroit a una nueva era de evangelización- es enorme, dicen sus colaboradores, y él lo hace con un corazón lleno de gratitud y asombro.
"Si bien el Arzobispo Vigneron destaca por su profundo conocimiento de las Escrituras y la historia de la Iglesia, lo que se refleja claramente en sus homilías y charlas públicas, su personalidad va más allá de su apariencia académica. Detrás de su agudo ingenio y sus esporádicas bromas inspiradas en la cultura popular que pueden hacer reír a la congregación, hay un hombre que siente una profunda admiración y reverencia por la grandeza de Dios."
"Mi esposa y yo estuvimos presentes cuando el Papa Benedicto le entregaba el Palio (en 2009). Más de una vez se emocionó hasta las lágrimas ante la belleza que lo rodeaba", recordó Trueman. "Creo que se sintió humilde por el hecho de ser llamado por Dios para servir como obispo y liderar su Iglesia natal aquí en Detroit. Eso habla de su profundo amor y pasión por las personas a las que sirve y por el Evangelio".
Incluso las personas que han tenido la oportunidad de conocer al arzobispo desde que era un adolescente, afirman que su autenticidad es un reflejo de su humildad, un rasgo que aprendió al crecer en una granja de la zona rural de Fair Haven, en el seno de una familia católica devota.
Mons. Patrick Halfpenny, amigo del arzobispo desde hace muchos años, dijo que el arzobispo puede conectar fácilmente con la gente porque no se toma demasiado en serio a sí mismo. Sin embargo, sí se toma muy seriamente la tarea que Dios le ha encomendado.
"El es así por la manera en la que reza", dijo Mons. Halfpenny, compañero seminarista del Arzobispo Vigneron y ordenado sacerdote con él en 1975. "Es su manera de ser. Todas las piezas encajan. Una de las cosas que lo ejemplifica es su capacidad para reconocer un error y, más aún, para reírse de sí mismo. Yo creo que él reconoce que no es perfecto. Él está en constante crecimiento espiritual, pero intenta mantenerse fiel a su lema episcopal, que es mantener los ojos fijos en Jesús".
"Las ovejas seguramente dirigirán su atención allí donde el pastor mire", añadió Mons. Halfpenny.
"Es como cuando ves a la gente contemplando algo en un museo. Uno también tiende a mirar en esa dirección. Así que, si él está mirando a Jesús, eso nos invita a mirar a Jesús", concluyó Mons. Halfpenny.