Nota del Editor: Cuando un sacerdote se convierte en obispo, elige un lema episcopal y un escudo de armas que reflejen su espiritualidad y devoción a Dios. El Arzobispo Edward J. Weisenburger eligió el lema "Ecce Agnus Dei" ("He aquí el Cordero de Dios") y el escudo de armas cuando fue ordenado obispo el 6 de febrero de 2012, en la Cathedral of the Sacred Heart en Salina, Kansas.
Ecce Agnus Dei
('He aquí el Cordero de Dios')
El lema personal de un clérigo, que suele estar inspirado en las Sagradas Escrituras, representa su espiritualidad personal y su filosofía de vida fundamentada teológicamente. El simbolismo del lema del Arzobispo Weisenburger está profundamente arraigado en esas palabras sagradas: "He aquí el Cordero de Dios", que en latín se traduce como “Ecce Agnus Dei”. Las referencias al cordero se encuentran en todo el Antiguo Testamento, en los Evangelios y en el Apocalipsis. San Juan Bautista fue el primero en referirse a Jesús con este título cuando dijo: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29).
Escudo de armas
El emblema principal es la imagen devocional del Agnus Dei, el Cordero de Dios. Este emblema ocupa un lugar primordial en el escudo. Este homenaje especial a Nuestro Señor es tan central en la espiritualidad del arzobispo que lo eligió como tema central y símbolo principal de su escudo de armas, así como las palabras de su lema personal: “He aquí el Cordero de Dios”, que en latín se traduce como “Ecce Agnus Dei”.
La base del escudo de armas del arzobispo está trabajada completamente en oro, metal que en heráldica se reserva como símbolo de la pureza del Dios Trino, la divinidad y la verdad. Sobre este fondo dorado se encuentra una punta de flecha de piedra, que simboliza el profundo respeto del arzobispo por los pueblos originarios de América. En heráldica, una punta de flecha orientada hacia abajo representa la paz y el rechazo a la guerra y los conflictos. Además, la punta de flecha está trabajada en rojo, uno de los colores utilizados en el arte devocional para la vestimenta de Santa Ana, lo que constituye un sutil homenaje a la arquidiócesis y a su santa patrona.
Desde detrás del escudo se eleva un báculo dorado que sostiene la cruz arquiepiscopal, símbolo del oficio de un arzobispo del Rito Latino, adornada con piedras de un profundo azul y perlas en honor a la Santísima Virgen.
Sobre el escudo y la cruz arquiepiscopal se encuentra el galero (sombrero de peregrino), representado en verde oscuro, el color heráldico de los obispos y arzobispos, con un tono rojo intenso que recuerda el mismo simbolismo aplicado a los cardenales, quienes pueden ser llamados al martirio por su vocación y posición dentro de la Iglesia. Las cuerdas del sombrero, conocidas como cordiere, sostienen diez borlas, o fiocchi, que cuelgan a ambos lados.
Debajo de la base del escudo del arzobispo se encuentra una representación del palio, la vestimenta arquiepiscopal que el Papa o su legado (generalmente el Nuncio Apostólico) otorgan al nuevo arzobispo. Está hecho de lana blanca de cordero natural y lleva seis cruces negras (cinco de las cuales se muestran artísticamente en la imagen). El palio es tan significativo que, cuando muere su portador, se entierra con él.
La práctica de impalar los escudos de los obispos y arzobispos residenciales del Rito Latino es una antigua costumbre que aún se sigue en la Iglesia de América. El Arzobispo Weisenburger ha decidido impalar su escudo personal con el escudo histórico de la Sede de Detroit de 1937, en homenaje al legado de la Arquidiócesis de Detroit y como parte de su privilegio como Ordinario de la Sede Metropolitana.