Los seminaristas de Detroit también estudian y se forman desde casa

El poder estar frente al Santísimo y recibir los sacramentos es una de las cosas que más extrañan los seminaristas latinos. (Melissa Moon / Detroit Catholic en español)

No solo los niños y jovenes de Detroit entrentran una nueva realidad al seguir sus estudios desde casa. Las últimas tres semanas los seminaristas Daniel Magareno y Lizandro Barba también han cambiado la forma de vivir su etapa de formación hacia el sacerdocio a causa del cierre temporal del Sacred Heart Major Seminary por la actual contingencia de salud.

Después de algunos días de tomar las clases desde su computadora en sus cuartos, el padre Burr, rector del seminario, les mandó un correo a todos los seminaristas pidiendo asistieran a una junta el lunes 16 de marzo. Allí les dijo que debido a los lineamientos emitidos por la gobernadora de Michigan respecto a no tener aglomeraciones de más de cien personas, a más tardar el 18 de marzo los seminaristas tenían que estar fuera del seminario.

Para Daniel esto significó irse a vivir con sus papás y su hermano y para Lizandro el ir a casa con sus papás, dos hermanas y su hermano. Por separado los dos seminaristas coinciden en que lo que más extrañan es la adoración al Santísimo, la misa diaria y la fraternidad que se vive con los demás hermanos seminaristas. Lizandro confesó a Detroit Catholic en español que, “los primeros días fue muy difícil el cambiar de la rutina del seminario a la rutina del familia”.

Lizandro sin pena comenta que lo que no extraña del seminario es la comida, por que él está disfrutando al por mayor la comida mexicana que hace su mamá y dice, “se burlan de mí mis hermanos diciendo que llegue y el lonche se acabó.” Aparte de los momentos en la mesa, ha estado tratando de aprovechar la intensa convivencia con sus hermanos e invita a otras familias, “a trabajar en la iglesia domestica, en esas relaciones con la familia”, por que, “no es tan común el tiempo en familia y ahora estamos teniendo esta oportunidad para tener y entender el sentido de unidad verdadera”.

Daniel ha aprovechado el tiempo para comer junto con su familia las tres veces del día y para juntos ver películas cristianas. Se ha esmerado por tener largas conversaciones con su hermano de diecisiete años, monaguillo encargado de Nuestra Señora de Guadalupe y quien esperaba con ansias la Semana Santa por todo lo que implica en servicio durante los oficios y demás actividades propias de la semana mayor.

Los planes cambian pero la formación y la vida espiritual sigue

El rezo de la liturgia de las horas, ver la misa en internet, la oración y meditación en silencio en su cuarto y el tener sus clases en línea es algo que sigue para los seminaristas aún y a pesar de estar en casas de sus papás. Sin embargo ahora; por la tarea, por no tener horario fijo más que para algunas de las clases y por la distracción propia de estar conviviendo todo el día con papás y hermanos; hacer esto requiere más orden y una mayor fuera de voluntad.

Daniel comparte que, “Nos va a ayudar mucho este tiempo para crecer en nuestra vida espiritual.” Organizáandose logra junto con su familia, “rezar el rosario todos los días”, y comenta que “hay más tiempo libre para leer la Biblia y para ver películas de santos.” Esto aparte que diario vé la misa en internet, hace oración en silencio en su cuarto, reza la liturgia de las horas, toma clases en línea y hace las tareas.

Daniel y Lizandro, como todos los seminaristas de Sacred Heart Major Seminary, tienen contacto semanal con su padre formador y su director espiritual; a veces por correo electrónico y a veces por videoconferencia. Recibir esta dirección y formación más allá de la académica cuando toman clases los ha ayudado a seguir en la sintonía del seminario a pesar de físicamente ya no estar allí y para darles guía en estos tiempos de incertidumbre.

Daniel extraña ir al hospital Henry Ford, donde todos los jueves asistía a platicar con los pacientes del piso 5, que son los que tienen problemas del corazón. Con ellos platicaba de la vida, de la salud y a veces de su vocación o de temas intelectuales; esta actividad que tenía con pacientes católicos y no católicos se dió por última vez el 12 de marzo. No hay fecha de cuando podrá regresar a acompañar a los que más necesitan de compañía y palabras de esperanza.

Los planes de verano también han cambiado ya que se ha cancelado todo tipo de actividades para los seminaristas. Daniel iba a ir a Tierra Santa a continuar su formación, “los planes de Dios son mejor” le comenta con fe a Detroit Catholic en español, “pero espero el próximo año sí poder ir”, añade. Lizandro iría en mayo tres semanas a Camp Saint Mary con compañeros de segundo y tercer año, una actividad fraternal que los seminaristas esperan cada año y en la que fortalecen lazos; y en verano planeaba seguir tomando clases en el seminario, ayudando en su parroquia y buscaría tener un trabajo temporal, “uno pone y Dios dispone”, dice el dicho.

A pesar de la distancia y de todos los retos que ello implica, los seminaristas latinos de Detroit viven este tiempo de pandemia con fe y esperanza, concientes de que tal como dice el Arzobisbo Vigneron, “estamos teniendo la cuaresma que Dios quería que tuvieramos”. Desde las casas de sus papás y sostenidos por la oración de los fieles de Detroit, cada uno sigue en su discernimiento vocacional y en su formación rumbo al sacerdocio.


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