En el séptimo día del Viaje apostólico a Asia y Oceanía, el más largo de su pontificado, el Papa Francisco ha afirmado en Nueva Guinea que el amor fraternal que deben profesar los cristianos es capaz de expulsar del corazón “el miedo, la superstición y la magia”.
Durante un encuentro con los fieles de la Diócesis de Vanimo, el Pontífice ha alabado la belleza natural del lugar, señalando que “esta riqueza se la confía el Señor como un signo y un instrumento, para que ustedes puedan vivir así, en armonía con Él y con los hermanos, respetando la casa común y cuidándose mutuamente”.
Al contemplar la belleza, el Papa ha llamado la atención de los cerca de 20.000 presentes,según datos de la Sala de Prensa del Vaticano, para tomar conciencia de que “hay un espectáculo aún más hermoso: el de lo que crece en nosotros cuando nos amamos mutuamente”.
En este sentido, ha especificado que “nuestra misión es precisamente esta: difundir por doquier, mediante el amor de Dios y de nuestros hermanos, la belleza del Evangelio de Cristo”.
En referencia a la labor desarrollada por los catequistas de la diócesis, muchas veces con gran sacrificio personal y familiar por su parte, el Papa Francisco ha pedido que “no se queden solos” y que sean acompañados, de tal manera que “cada uno de nosotros promueva el anuncio misionero allí donde vive” y que “a la belleza del paisaje corresponda la belleza de una comunidad en la que las personas se aman, como nos enseñó Jesús”.
De esta manera, ha asegurado, los fieles formarán una gran orquesta “capaz, con sus notas, de acabar con las rivalidades, de vencer las divisiones —personales, familiares y tribales—, de expulsar del corazón de las personas el miedo, la superstición y la magia; de terminar con los comportamientos destructivos como la violencia, la infidelidad, la explotación, el consumo de alcohol y drogas”.
“El amor es más fuerte que todo esto y su belleza puede sanar al mundo”, ha subrayado el Pontífice.
El Papa Francisco ha respondido así en la explanada frente a la Catedral de la Santa Cruz a lo planteado por el Obispo de Vanimo, Mons. Francis Meli, y los testimonios de una religiosa, un catequista, un matrimonio y una niña de 12 años acogida en un orfanato católico.
Volviendo al cierre de su intervención a la cuestión de la belleza paisajística y natural de Papúa Nueva Guinea, el Papa Francisco ha llamado a dar a conocer el país “también y sobre todo por las personas buenas que allí se encuentran”, haciendo hincapié en los más pequeños: “se lo digo especialmente a ustedes, niños, con sus vuestras sonrisas contagiosas y vuestra alegría desbordante, que fluye en todas las direcciones. Ustedes son la imagen más hermosa que quienes parten de aquí pueden llevarse y conservar en el corazón”.
Reunión privada con un grupo de misioneros
Al concluir el encuentro multitudinario, el Papa Francisco se ha desplazado hast ala Escuela de Humanidades Santísima Trinidad de Baro, donde ha mantenido una reunión con un grupo de misioneros.
A su llegada al lugar, centenares de fieles reunidos han recibido al Pontífice con proclamas en español, su idioma natal. “¡Bienvenido, Francisco!”, ha coreado con insistencia. Al apearse del coche, el Papa ha dedicado unos minutos a recibir los saludos y regalos de algunos niños, catequistas y misioneros.
En el interior de las instalaciones, el Papa Francisco ha sido homenajeado con la interpretación de una pieza musical a cargo de la orquesta infantil, mientras decenas de personas aguardaron en el exterior del edificio portando pancartas, vitoreando al Pontífice y luciendo sus mejores galas tradicionales. De nuevo en el exterior, el Papa Franciso ha recibido más presentes de los habitantes de las zonas boscosas de la isla.
En el recorrido hacia el aeropuerto de Vanimo para tomar el vuelo con destino a Port Moresby, la comitiva papal se ha detenido en alguna ocasión a saludar a los fieles.
ACTUALIZACIÓN: 8 de septiembre de 2024 a las 09:33 GMT+2
- Esta nota fue publicada originalmente en ACIPRENSA.