Finaliza año escolar en el que preparatoria católica se reinventó

El equipo de robótica de Detroit Cristo Rey celebra tras recibir el Engineering Inspiration Award en febrero de este año 2020. (Foto cortesía de Detroit Cristo Rey)

DETROIT - La crisis desatada por el COVID-19 afectó profundamente al sector educativo de Detroit y las escuelas católicas no fueron la excepción. Ante la exigencia de mantener el distanciamiento social para evitar la propagación del virus, las escuelas y universidades tuvieron que reinventarse en muy poco tiempo para seguir cumpliendo su misión en medio de la pandemia. La preparatoria Detroit Cristo Rey, recientemente galardonada como Escuela del Año por la Catholic Highschool League, dió el ejemplo de cómo mantener viva en medio de la adversidad su misión educativa y el sentido de comunidad en el que se fundamenta esa misión.

La única forma que tuvieron los estudiantes durante los últimos meses para llevar a cabo sus labores académicas fue a través de las clases en línea, razón por la cual Detroit Cristo Rey donó a sus alumnos computadoras portátiles para que sigan conectados desde sus casas. Si bien el 95% de los estudiantes teníaa ya conexión a internet, para el restante 5% la preparatoria adquirió puntos de acceso inalámbricos que les permitieron continuar su proceso educativo a pesar de la distancia.

Para Michael Khoury, presidente de Detroit Cristo Rey, el hecho de asegurar la conexión de todos los estudiantes permitió no solo la continuación de las actividades curriculares que antes se impartían de forma presencial, sino que además hizo posible que tanto los maestros como el personal administrativo se mantuvieran al tanto de las necesidades de toda la comunidad educativa. En palabras de Khoury: “los estudiantes confirmaron la certeza de que nos preocupamos por ellos y que pueden confiar en nosotros.”

Hillary Sesi, quien lidera el área de asesoría psicológica, consideró que el mayor reto para los estudiantes en estos momentos de incertidumbre fue la falta de motivación y el exceso de trabajo extra-académico para los que además están a cargo de sus hermanos menores o de otros miembros de la familia. Para ayudarlos a lidiar con estos retos, la preparatoria ofreció sesiones individualizadas de asesoría psicológica.

Así mismo, la escuela dispuso un grupo de apoyo que se encargó de contactar a los estudiantes regularmente para identificar sus problemas más inmediatos y ayudarlos a solucionarlos. Según Karla Gudino, directora asistente de Detroit Cristo Rey, esta estrategia permitió mantener a la comunidad unida en medio de la adversidad.

Esa unión se ratificó todas las mañanas y hasta el viernes pasado que fue el  último día de clases, cuando los estudiantes se unían en una oración que sus maestros guiaban desde sus casas para mantener viva la chispa espiritual en la que se fundamenta la misión de esta preparatoria. Esa chispa siguió latente a pesar del distanciamiento durante estos meses de cierre del año escolar, así como también siguió vivo el sentido de solidaridad que caracteriza a esta comunidad.

James Dwyer, quien impartió las clases de latín desde su casa hasta el final del año académico, considera que los lazos humanos que se han consolidado durante los doce años de historia de esta preparatoria son hoy más fuertes que nunca. Tal como él misma lo expresa, “Ante la ausencia de contacto físico, se hizo evidente lo importante que es esta comunidad es para todos nosotros.” Dwyer considera además que la misión de empoderar a los estudiantes está hoy más vigente que nunca.

A pesar de los retos que conllevó la pandemia, la forma en que los estudiantes los afrontaron demuestra que el empoderamiento promovido por la escuela ha dado frutos. Así lo evidencia el trabajo del grupo de robótica Kinematic Wolves, quienes lograron combinar la continuación a distancia de las actividades académicas con una labor social de gran impacto: la fabricación de caretas para prevenir la propagación del virus. Este proyecto estuvo liderado por la maestra de ciencias Ann McGowan, quien supervisó el trabajo de los 35 estudiantes del equipo de robótica, de los cuales ocho participaron en la fabricación y distribución de las caretas.

Los estudiantes elaboraron caretas desde sus casas para después distribuirlas a organizaciones. (Foto cortesía de Detroit Cristo Rey)

Tal como le explicó Ann a Detroit Catholic en español, el proyecto ha requerido un importante despliegue logístico que incluye el uso de una impresora 3D para producir los marcos, la solicitud de insumos a proveedores externos, la adquisición del software que permite hacer las impresiones, y la posterior distribución de marcos y de laminador térmico a los estudiantes, quienes fabrican las caretas desde sus casas.

Lizbeth Morales, estudiante de onceavo y directora financiera de los Kinematic Wolves, recuerda que las primeras caretas que produjeron fueron distribuidas en su totalidad en menos de un día y quedaron en manos de organizaciones como Ideal Shield y de United Neighborhood Initiative. Después del éxito de esa primera entrega, el grupo donó otro lote al Beaumont Health Systems. El equipo también ha contactado a supermercados y otros negocios que podrían estar necesitando estos implementos.

Los estudiantes que participaron en este proyecto han buscado por su cuenta a las organizaciones a las que les brindan estos implementos de bioseguridad, lo cual refrozó su sentido de iniciativa y proactividad en estos momentos difíciles. Estos esfuerzos de retribución social en medio de la pandemia hicieron latente el como la formación impartida en Detroit Cristo Rey se traduce en beneficios concretos para toda la comunidad, especialmente en momentos decisivos como los actuales. Así mismo, los esfuerzos que los maestros y el personal administrativo han desplegado durante esta crisis para seguir llevando a cabo su misión educativa demuestran la integridad de la brújula espiritual y ética que guía a esta preparatoria, cuyo sentido de comunidad y responsabilidad social se fortaleció en medio de la pandemia.

José Márquez, miembro de los Kinematic Wolves, entrega un lote de caretas a una representante de Urban Neighborhood Initiatives. (Foto cortesía de Detroit Cristo Rey)

A pesar de las condiciones excepcionales en que se enmarcó, el final de este año académico ha permitido recoger los frutos que la comunidad de Detroit Cristo Rey ha cosechado a lo largo de los años. Los graduados de este año han sido admitidos a la Universidad de Michigan, Michigan State así como otras universidades. Uno de ellos estudiará en el Seminario Mayor Sacred Heart de Detroit, donde se preparará y seguirá discerniendo la vocación sacerdotal. Los logros de esta generación de estudiantes son un aliciente para todos los que colaboran de alguna forma en Detroit Cristo Rey y continuar con la misión educativa en medio de las dificultades coyunturales.

A medida que se acerca el siguiente año académico, la preparatoria está trabajando en un plan de contingencia para lograr el regreso a clases presenciales asegurando la seguridad y bienestar de todos sus estudiantes. Michael Khoury reveló a Detroit Catholic en español que el personal administrativo está trabajando en la articulación de un modelo en el que se alternarán horarios a partir de agosto para asegurar el distanciamiento físico en las instalaciones. Independientemente de lo que ocurra en el futuro cercano, la comunidad de Detroit Cristo Rey ha demostrado una vez más, en medio de una situación sin precedentes, la solidez de su misión académica y espiritual.


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