28 años de amor: "Ni delante ni detrás de mi esposa, siempre a su lado"

DETROIT- Verónica Cornado y Moisés Camarena son de Guadalajara, México. Ellos tienen 28 años de conocerse y 25 años de casados y se enamoraron en el grupo de jóvenes de Holy Redeemer. Su historia de amor es un testimonio de evangelización de la mano de Dios.

El comienzo de una gran historia de amor

Moisés comparte a Detroit Catholic en español el momento en que conoció a Verónica y como Dios, su fe y su futura esposa, le cambiarían la vida y el rumbo de su historia: "Yo te puedo decir que la vez que la vi por primera vez fue cuando fui a misa y la vi haciendo la colecta de la limosna y dije ´bueno, me gustaría así una novia y esposa que sea ayudante en la iglesia´".

"Uno como hombre busca una mujer fiel, sincera y con los mismos valores que uno. Me gustó, me encantó como era ella. Además, cuando llegué a Detroit no sabía cómo estaba la cosa en cuestión de misas o grupos de jóvenes. Le pregunté a mi tía que donde estaba una iglesia y me dijo que a unas cuadras. Llegué a Holy Redeemer y me empecé a involucrar y conocí a un compañero de grupo de jóvenes y me invitó. Fue entonces cuando la vi a ella y dije +¡encontré a la colectora de la limosna!´", comparte Moisés, o Moi, como pide que le digan.

Verónica no sabía qué pensar cuando conoció a Moises, pues también sintió algo en su corazón cuando lo vio llegando por primera vez al grupo de jóvenes, pero ella tenía novio: “Empezamos como amigos. Nos hicimos amigos casi inmediatamente en el grupo de jóvenes porque yo estaba en el comité de preparación para invitar más jóvenes, hacer dinámicas y todo eso".

"No se me olvida la primera vez que lo vi y desde esa primera vez sentí algo, pero tenía novio," comparte Veronica. "Con mi novio tenía muchos problemas, me celaba y no quería que sirviera en la iglesia".

"Entonces rompimos y mi amigo (ahora mi esposo) comenzó a visitarme en casa y éramos muy amigos y teníamos muchas cosas en común. Esas cosas fueron las que me inspiraron y me dieron la confianza de decir ´sí´ cuando me dijo que si quería ser su novia."

Moisés recuerda con nostalgia, “Ella tenía novio y se me bajaron las ilusiones, pero no perdí las esperanzas y primero le demostré siendo amigos lo mucho que la amaba y hasta que rompió con su novio ya le propuse que fuera mi novia”.

Un noviazgo y matrimonio sin olvidar a Dios

Verónica recuerda con ilusión su noviazgo y cómo fue su primer año de matrimonio, “Fue un año de novios y ocho meses comprometidos. Y cuando nos casamos fue un año de luna de miel, pero en cuanto nació nuestra hija a mí me regresaron las ganas de servir otra vez en la parroquia y de darle a mi hija un ambiente sano”.

"Hablamos, Moi y yo, y justo a los seis meses de nacida mi hija me dijeron que si podía ser ayudante de Catecismo y yo dije que sí", comparte Verónica.

"Entonces, fui catequista tres años y en esos tres años, mientras yo hacía catecismo, Moi ayudaba en el tráfico a las afueras de la parroquia para que no hubiera peligro para los niños".

"Tres años después, una pareja nos invitó al retiro del Encuentro Matrimonial. Yo no quería porque decía que no teníamos problemas y Moi me decía que fuéramos, a él le interesaba. Y fuimos".

"Debo comentar que en el tercer año de casados si nos estábamos distanciando y fue cuando nos invitaron providencialmente al Encuentro Matrimonial. Encuentro Matrimonial fue nuestra escuela. Lo que aprendes mal en tu casa te lo llevas al matrimonio, y para nosotros haber ido al Encuentro Matrimonial fue la escuela que no tuvimos".

"Eso nos ayudó a resolver problemas como pareja, como padres. Y decidimos en ese momento, o pocos meses después, participar más en el Encuentro Matrimonial y ahí duramos trece años sirviendo y ayudando a otros matrimonios".

Encuentro Matrimonial, una misión

Verónica relata, “Cómo éramos de los pocos que teníamos papeles, nos llegaron a mandar a Ohio a dar retiros porque no todos podían ir. No todos se animaban a manejar cinco horas por el peligro de la policía de que los fueran a detener”.

"Durante esos 13 años tuvimos tres hijos más; tuvimos un par de cuates y luego vino el pilón. Servimos como pudimos con todo y nuestros chiquillos. Fue mucho trabajo, pero Dios nos ha bendecido".

Una nueva misión en Holy Redeemer

Monseñor ​​Donald F. Hanchon, quien todavía no era obispo, les dijo un día: ´Quiero que ustedes den pláticas prematrimoniales en Holy Redeemer´. Y comparte Verónica como, "Así nos integramos de nuevo a nuestra parroquia de origen donde nos conocimos y enamoramos ya que por un tiempo nos mantuvimos alejados un poco de esta parroquia por los viajes que realizábamos para Encuentro Matrimonial en otras parroquias y diócesis, pero ahora teníamos una nueva misión, preparar a los matrimonios de nuestra parroquia con la metodología de Encuentro Matrimonial".

“Dábamos un taller de diálogo en pareja y a la vez aprovechábamos para reclutar parejas que se querían casar o que vivían en unión libre para invitarlos al Encuentro Matrimonial. Nosotros dábamos nuestro testimonio y las parejas iban al Encuentro”.

Los hijos una nueva misión y una nueva parroquia…

Verónica comparte que años después tuvieron el llamado de buscar dar más tiempo a sus hijos, “Nuestros hijos desarrollaron autismo a los dos años. Entonces, estábamos buscando dar más tiempo a nuestros hijos, especialmente cuando nuestra hija mayor ya estaba entrando a la adolescencia. Entonces buscamos una iglesia y nos recomendaron una parroquia que estaba cerca de nuestra casa, St. André Bessette Parish a donde empezamos a ir y nos gustó mucho".

"Poco tiempo después entró el padre Cornelius Okeke, que es un sacerdote muy inspirador y el padre Cornelius nos pidió involucrarnos como hispanos porque estaba empezando a llegar más gente".

Moisés recuerda una hermosa anécdota con el Padre Cornelius el día que los conoció, “Estábamos en misa y desde que nos casamos comulgamos juntos, como cuando nos casamos hombro con hombro tomados de la mano siempre comulgamos, y el padre nos dijo que por qué lo hacíamos y yo le dije que porque desde que el momento en que nos casamos, Dios nos unió y le dije que yo no quería estar delante ni detrás de ella”.

El Padre Cornelius nos dijo, “Es maravilloso encontrarlos y conocerlos. Parece que Dios me los mandó. Quiero que sean pareja del ministro hispano porque hablan además bien los dos idiomas. Quiero que traigan grupos, retiros, que hagan invitaciones a toda la comunidad”.

Verónica también recuerda cómo iniciaron sus actividades en St. André Bessette, “Apoyamos en iniciar el grupo de ´Divino amor´, que es un grupo de oración carismática, aunque después vino la pandemia de COVID. Mientras ayudabamos a este grupo también fui catequista de cuarto grado, por tres o cuatro años. Con la pandemia tuve que parar, pero seguimos en el grupo por Zoom. Al salir de la pandemia de COVID, el grupo volvió a la reunión presencial".

“Cuando todo comenzó a regresar a la normalidad, nuestros hijos ya tenían 13 o 14 años y ya no había grupo de jóvenes y no queríamos llevarlos a otra parroquia más lejos. Entonces fuimos a un retiro y ahí sentí un llamado fuerte de formar un grupo de jóvenes porque mis hijos necesitaban vivir la experiencia grupal juvenil y Moi me apoyó”.

"Es así que iniciamos el grupo de jóvenes “Emaús” para adolescentes y jóvenes. Ya tenemos poco más de un año que empezamos el grupo. Mis hijos también se empezaron a involucrar como monaguillos y de repente todos servíamos juntos como familia en una misma parroquia".

Otras tareas y llamados a servir

Verónica relata que conforme sus hijos fueron creciendo también empezaron a servir de ministros de la Eucaristía y también a ser sacristanes. “Cuando alguien se enferma o se va de vacaciones, servimos en la misa en inglés también”.

Moisés explica algo importante que sucedió en su servicio en la parroquia de St. André Bessette, “Un día el padre Cornelius me dijo: ´Quiero que tú seas diácono´. Pero yo le dije que no, que para mí era mucha responsabilidad. Pero en un retiro viví, sentí un llamado y le dije al padre ´sí quiero´".

"Hice una solicitud en el seminario, pero el único problema era que me pedían que terminara la preparatoria. Me dijeron que la terminara y después hiciera el diaconado, en ese proceso estoy".

Cuando Moises ve al padre Cornelius siempre le dice: "No se te olvide que quiero que seas mi diácono”.

Una nueva misión: el amor servicio por los migrantes

Verónica comparte cuál fue esta nueva misión, “Un año antes de la pandemia, al padre Cornelius le llegó el rumor de que había una organización llamada Strangers no longer, en español sería Extraños no más, que apoyaba a los inmigrantes y puso a una compañera de la parroquia como líder de este grupo y la líder nos pidió ayuda. Entonces empezamos a apoyar esa labor".

"Entre el servicio de sacristanes, servicio de altar, entrenar a niños para ser servidores de altar y también entrenar a ministros de la Eucaristía. Ahora ayudaríamos también a los migrantes una de tantas tareas y misiones que Dios nos ha encomendado. En Strangers no longer hacemos un banquete para ayudar a los inmigrantes, para recaudar fondos. Y esta organización hace eso para pagarles a los indocumentados abogados, psicólogos y hasta una clínica móvil para ir a los ranchos y darles ayuda médica a los inmigrantes".

Verónica por último comenta que hace unos meses fue elegida vicepresidenta de esta organización en Detroit, y ahora su lucha a favor de los derechos por los migrantes se ha convertido en una de sus tareas y misiones como matrimonio y familia. "En nuestra parroquia ya tenemos el grupo de mujeres y hombres donde Moises lidera, y desde ahí realizamos esta labor que nos ha permitido crecer en comprensión a los más necesitados."



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