Virgen de Guadalupe: ¡Llena nuestro corazón con la alegría de la Pascua!

Foto cortesía de Cathopic

Dios siempre sale a tu encuentro, haciéndose presente a través de un gesto, de un acontecimiento, de una persona. Su modo de manifestarse siempre sorprende y llena de gozo. Así envió a su Hijo, que pasó su vida haciendo el bien y que también padeció y murió por nosotros, resucitando y dándote la posibilidad de una vida plena.

Con alegría, el Resucitado se apareció a los apóstoles y salió el encuentro de hombres y mujeres en aquel tiempo, ofreciendo su paz e invitando a la comunidad reunida en oración a no tener miedo. Ese misterio lo conocemos al celebrar la Pascua, que luego de la Cuaresma y la Semana Santa, has podido celebrar.

Y algo así -dijo el Papa Francisco en su homilía del 12 de diciembre pasado- con este estilo, sucedió hace casi cinco siglos, en un momento complicado y difícil para los habitantes del Continente Americano. El Señor quiso transformar la conmoción que suscitó el encuentro entre dos mundos diversos, transformarla en recuperación de sentido, en recuperación de dignidad, en apertura al Evangelio, transformarla en encuentro. Y lo hizo enviando a santa María, su Madre, presentándose como Guadalupe, la “Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive” (cf. Nican Mopohua); y vino para consolar, para atender las necesidades de los más pequeños, sin excluir a nadie, para arroparlos como madre solícita con su presencia, su amor y su consuelo.

La vida cristiana está llena de encuentros, como el de Jesús Resucitado y el de María de Guadalupe. Encuentros que te dan la vida y te recuerdan la posibilidad que tienes de vida plena y en abundancia.

Particularmente quiero detenerme en 4 signos que nos recuerdan la vida que Jesús nos da y que en esta Pascua están sumamente presentes en las celebraciones y en la Palabra de Dios.

  1. El fuego, que en el Sábado Santo se bendijo y que está presente en el Cirio Pascual, representando a Jesús como Luz del mundo.
  2. La palabra, que en la Vigilia Pascual ocupa un lugar importante al leerla desde el Génesis, pasando por los patriarcas, los profetas, los salmos repasando la historia de salvación y la vida manifiesta en ella. Jesús es Palabra viva.
  3. El agua, que se bendice al inicio de la Pascua en esa noche santa del sábado y con la que se nos rocía, luego de renovar nuestras promesas bautismales. Jesús es Agua viva.
  4. El pan, que junto con el vino se transforman en cuerpo y sangre de Cristo que nos alimenta y fortalece. Jesús es el Pan vivo.

¿Qué nos dicen además estos 4 signos? ¿qué compromiso tienes en esta Pascua?

El llamado que recibimos es a ser como el fuego, que se mueve y da vida, simbolizando la energía y la fuerza del Espíritu en tu vida y para los demás. También estamos invitados a ser palabra que anime, que aliente y que sea vida para otros. Seamos agua, que refresque los ambientes áridos y secos por falta de la frescura de Jesús, que es agua. Finalmente ser pan, nos compromete a compartir la vida con quienes necesitan y ser alimento que fortalezca a quienes están débiles.

Por eso la Pascua es la gran oportunidad de celebrar la vida, fruto de un encuentro de amor. Pidamos a la Virgen de Guadalupe, madre del Dios por quien se vive que llene nuestro corazón con la alegría de la Pascua, ella que en su vida también fue como el fuego que encendió los corazones y sigue encendiendo tantos y tantos con su amor de Madre; fue palabra de amor y consuelo para los que sufren al decir: ¿no estoy yo aquí que soy tu madre?; fue agua viva en las áridas tierras del continente americano, que vivía sequedad y falta de fe; fue pan y alimento para tantos y tantos que necesitan fortaleza y que acuden a ella como Madre.

¡Felices Pascuas! Que Dios te bendiga y que la Virgen de Guadalupe te guíe siempre.



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