Feligreses se reunieron en una jornada de convivencia y diversidad cultural donde la comunidad hispana se hizo presente con actividades para los niños y sabores típicos
DETROIT — Con más de 800 personas reunidas en el campo de la escuela parroquial, la parroquia St. Joseph celebró su tradicional Annual Parish Picnic, una jornada organizada por voluntarios y coordinadores parroquiales que incluye juegos, música y comida gratuita y que cada año reúne a familias enteras.
Si bien la mayoría de los feligreses son anglosajones, la presencia hispana ha cobrado fuerza en los últimos años, especialmente gracias a la iniciativa del grupo guadalupano, que participa con una mesa dedicada a la elaboración de piñatas. Esta actividad se ha vuelto una de las favoritas entre los más pequeños y un símbolo de integración cultural.
“Se trata de un picnic abierto a toda la comunidad. Este año tuvimos aproximadamente 70 niños que hicieron su piñata”, explicó Rocío Lewis, integrante del grupo guadalupano, en entrevista con Detroit Catholic en español.
Con paciencia y creatividad, voluntarias preparan la base de cada piñata con papel y engrudo, para luego dejar que los niños, con la ayuda de sus madres, se encarguen de terminarlas y decorarlas. La dinámica, según Rocío, no solo entretiene, sino que fomenta la participación.
“Normalmente les ayudamos a comenzar, y ya los niños siguen haciendo la terminación de la piñata. Este año, el tema fueron los emojis. Cada miembro de nuestro grupo guadalupano dona algún material para hacer las piñatas”, explicó Rocío.




El picnic ofreció múltiples espacios: bingo, juegos inflables, música con DJ, caricaturista, estación de fotos y postres. Una de las carpas más concurridas fue la de los elotes. “Son la sensación del picnic. Están preparados al estilo mexicano, con mantequilla, mayonesa, queso rallado y chile en polvo. Los anglos los aman y los mexicanos pues más”, comentó Conchis Kargetta, presidenta de la Federación de Asociaciones de Nuestra Señora de Guadalupe y referente del ministerio hispano.
Además de los elotes, hubo hot dogs, brownies, donas y helados, todo financiado por la parroquia y reforzado con donaciones voluntarias. Los Caballeros de Colón patrocinaron los helados y refrescos, mientras que otros grupos parroquiales apoyaron con premios y juegos.
Para Conchis, la clave está en el ambiente que se respira: “El picnic siempre es fantástico, los niños se divierten mucho con todas las actividades. Una familia el año pasado se la pasó decorando piñatas y este año se unieron como voluntarios”.
El P. Jim Kean, nacido en Michigan pero fluido en español, es el actual párroco de St. Joshep y ha sido fundamental en este camino. Descrito por Conchis como “un torbellino de energía y felicidad”, ha impulsado la inclusión de las familias hispanas junto con la coordinadora general del picnic Renee Rapanotti y Sue Audette, encargada de los eventos litúrgicos.

La historia de la comunidad hispana en St. Joseph comenzó con la celebración a la Virgen de Guadalupe hace más de una década. Después, se introdujo una misa en español una vez al mes y, en los últimos tres años, la participación en el picnic parroquial con la carpa de piñatas.
“Hace cuatro años surgió la idea de estar presentes en el picnic y colaborar en una carpa con alguna actividad para los niños. Decidimos hacer la decoración de piñatas”, explicó Conchis. Hoy, más de 15 voluntarios hispanos se suman a la iniciativa, incluidos jóvenes adultos que participan junto a sus madres.
Si bien cada actividad refleja el espíritu de fraternidad cristiana que anima a la parroquia, el objetivo de la jornada no es evangelizar, sino crear un espacio de encuentro.
Para muchos, el picnic es también una oportunidad de sentirse parte de una familia más grande. Conchis lo expresó con claridad: “El propósito es simple: reunir a nuestra comunidad parroquial en una convivencia al aire libre y en familia, con juegos, comida sencilla y bebidas simples”.
El éxito de la edición más reciente, con más de 800 asistentes entre niños y adultos, muestra que la fórmula sigue funcionando. Y el aporte hispano, con sus piñatas y sabores, se ha vuelto indispensable para darle color y calidez a la celebración.
En un contexto donde las parroquias buscan fortalecer lazos y mantener viva la fe, St. Joseph encuentra en este picnic una herramienta valiosa para unir culturas y generaciones.