De su boda un 12 de diciembre a la promesa de servir a los hispanos locales

Fotografía cortesía de Cathopic

WAYNE- Yanira Duque es originaria de La Paz, Bolivia, y radica en Michigan desde hace 27 años; en esta ocasión comparte con Detroit Catholic en español sobre su misión en la parroquia de St. Mary en Wayne así como la historia de porqué se casó un 12 de diciembre.

El comienzo de una misión

Yanira comenta como su esposo desde un inicio estuvo presente en su camino de conversión y posterior servicio en la Iglesia: "Desde el momento en que yo me casé con él, él escoge una fecha para el matrimonio y me da una fecha que yo no sabía qué significaba. Me dijo que sería el 12 de diciembre y como bolviana yo no sabía qué significaba. Él me dijo que era por la fiesta de la Virgen de Guadalupe y él le tenía mucho cariño".

"Él es de familia colombiana, pero nacido en New Jersey y tuvo una conversión muy fuerte con la Virgen de Guadalupe antes de conocerme," comparte Yanira. "Yo dije que la fecha era perfecta".

Una dolorosa enfermedad

"Cuando mi esposo se enferma de cáncer yo le pregunto al Señor: ¿Por qué me casé el 12 de diciembre? Debe de haber una mayor explicación para esto".

"Y la verdad es que cuando mis niñas eran pequeñas recién habíamos iniciado en la iglesia y el padre se nos acercó y nos preguntó: ¿No van a hacer nada para la Virgen de Guadalupe este 12 de diciembre?. Le dijimos que no éramos mexicanos, pero que nos habíamos casado ese día. El nos dijo que invitáramos a más gente y que hiciéramos un convivio."

"Yo fui averiguando, viendo, y para el primer año participamos 30 personas; el segundo año fueron 300; y antes de la pandemia llegábamos a 700 personas cada 12 de diciembre".

Una dolorosa pérdida

Antes de morir su esposo le dijo: “Quiero que promuevas la misa en español”. Pero ella pensaba que no le iban a hacer caso. Y le dijo: “Tienes que hacerlo, tienes que prometérmelo”. Yanira comparte: "Yo le dije que si para que se calmara".

"Cuando yo me quedo sola a cargo de mis tres niñas pequeñas, yo no tenía un trabajo, porque mi esposo era el que trabajaba. Yo simplemente le dije al Señor: ¿Para qué me quieres? ¿Qué puedo hacer ahora?

Y al mes de que falleció me contactan y me llaman y me preguntan si quiero hacerme cargo del Ministerio como tal. Me acordé de lo que mi esposo me había pedido y dije: “Señor, aquí estoy”. Y la verdad ha sido una cosa increíble. Yo sé que mi esposo me acompaña y está conmigo en cada momento.

Yo en ese entonces no tenía cabeza, no esperaba algo así. Yo sé que el Señor me ha llamado para servir y Él se encarga de lo demás, y estoy muy agradecida con Él por eso.

Cada que hacíamos algo él me enseñaba muchas cosas, él sabía mucho de la Iglesia. Él quería ser diácono.

Hay un dicho que dice que algo tiene que morir para nacer, y en este caso fue el Ministerio Hispano. Él apoyaba mucho a los hispanos, a los negocios; él me empujaba a ir con la gente, a ayudar.

La verdad yo no he esperado nada a cambio, al contrario, cuando empezamos no me ayudaba nadie, no recibía un centavo".

Arduo trabajo con los hispanos de la Arquidiócesis

"En cuanto se empieza con la misa en español, empieza un deseo de la gente de querer más y, pues, mucha gente se iba a otras parroquias en donde les brindaban mayor actividad, formas de crecer en su fe y a veces no podían ir porque les quedaba muy lejos.

Entonces, empezamos a ver que sí había necesidad de hacer algo en nuestra parroquia. Entonces, yo pienso que de ahí nacen todas estas actividades que se han ido desarrollando.

Yo creo que Dios hace todo, Él mueve todo y Él pone las cosas en su lugar. A mí me ha rodeado de gente con la que ha tenido deseos de colaborar, de ayudar, y eso es una cosa muy grande. Sola no lo puedo hacer. Es una obra de muchos.

El Ministerio Hispano en realidad nace hace 10 años de manera establecida, pero empezamos hace más de 16 de manera informal. En la parroquia de Santa María de la ciudad de Wayne, en la Arquidiócesis de Detroit."

Llamada por Dios

Yanira estudió la carrera de Derecho Internacional, pero no ejercio nunca acá porque no se le acomodó y porque tendría que hacer examen y trámites en Estados Unidos. "Entonces estudié Diseño Gráfico Publicitario e inglés como segundo idioma."

Y sigue comentando como es que, "En el área de la catequesis no he tenido ninguna formación catequética como para estar a cargo en una iglesia, por eso yo digo que esto es una obra de Dios".

Simplemente fue el deseo de poder ayudar y cuando se vió la necesidad, le llamaron y dijeron: “Yanira, creo que tú eres la persona adecuada, ven acá”.

"Y fue un aprendizaje, un crecimiento personal y espiritual muy grande. He estado en varios talleres y clases que el seminario brinda, entonces, he estado siempre actualizándome", comparte Yanira.

El crecimiento hispano

¿Cómo ha sido el recorrido en lo que es el crecimiento de los bautizados, de los que han hecho la primera comunión, etc.?

"Quisiera retroceder un poco en el punto en que la gente estaba buscando ir a la misa. Eran familias jóvenes y cuando yo les preguntaba que a dónde estaban yendo, me decían que no tenían misa cerca o que no estaban yendo a ningún lado y tampoco tenían sacramentos como el bautismo.

Entonces, eso fue uno de los puntos que a mí me tocó muy de cerca, porque no estaban yendo a la misa, no estaban bautizando a sus hijos y los mexicanos son gente de mucha fe.

Muchas familias jóvenes vinieron en búsqueda del sueño americano, y es muy interesante trabajar acá y hacer dinero, pero la verdad es que si aquí no pones orden en tu vida, te agarra el ritmo del trabajo.

Entonces, los jóvenes dejaron de asistir a la misa, dejaron los sacramentos. Y es que ese fue mi trabajo, de estar llamando y decirles: “mira, están habiendo clases, está la misa, trae a tus hijos, bautízalos, haz la primera comunión”.

Hoy en día tenemos el curso de iniciación católica para adultos. No hemos tenido hasta ahorita un hispano que venga, porque la mayoría han sido bautizados, pero sí tenemos la formación catequética para niños y hasta ahorita son puros hispanos. La mayoría son hispano y solamente hay una familia de filipinos.

Cuando empezamos solamente había una misa al mes, pues no teníamos sacerdotes. El sacerdote de nuestra parroquia no hablaba español en ese entonces y fue una lucha. Pero al final se dieron cuenta que hay una comunidad y la iglesia misma necesitaba de una comunidad nueva y dijeron: “Ok, hagámoslo”.

Al cabo de un año, finalmente, después de insistir tanto, el Señor nos permitió tener la misa semanalmente y ya son de esto nueve años."

La pandemia y las secuelas

"Quiero decirte que hubo un antes y un después de la pandemia. Mucha gente estaba viniendo y después estaban temerosos de regresar.

Hoy al ver esa fila de niños hispanos me da mucha alegría porque sé que los padres tienen el deseo de continuar con la formación para sus hijos. Estamos muy contentos de que los niños y jóvenes estén recibiendo los sacramentos y su educación religiosa.

Y también los papás, porque cuando traen a los niños yo aprovecho para darles clases. Muchos de ellos, al dejar su país, no continuaron con sus sacramentos por las cosas del trabajo."

¿Abogada de Dios?

¿Podríamos decir que Dios te ha encomendado que seas abogada de los desprotegidos?

"No lo había pensado de esa manera, pero me gusta pensar, más bien, que soy la intermediaria para ayudarles en los asuntos que tengan. He tratado de buscar ayuda legal, ayuda médica y ayuda de todo tipo para los hispanos.

Tenemos hoy en día un centro de salud que hemos logrado por medio de la Asociación del Riñón y tenemos un abogado que viene una vez al año para ayudar a los migrantes.

Yo no soy experta ni mucho menos, pero sí trato de ayudar en lo que más se pueda a los hispanos."



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