Renacer en el amor de Dios: la labor evangelizadora de Barrios Unidos en Cristo

El no poder asistir a actividades en las que reciben apoyo y se unen en oración es algo que resienten las personas que sufren de algún tipo de adicción, y eso Barrios Unidos en Cristo lo tiene muy claro. Es por eso que en tiempos de contingencia sanitaria siguen con su labor de apoyo emocional y espiritual, tal como lo han hecho desde hace más de una década en Detroit, pero ahora de forma virtual.

Barrios Unidos nació en Guadalajara, México, con la misión de ofrecer una guía espiritual para personas en situaciones de adicción, desintegración y conductas autodestructivas. En su primera etapa de adaptación a las necesidades sociales y espirituales de Detroit, la comunidad se enfocó en los problemas de adicción que desintegran el tejido humano de la ciudad.

Según un informe del National Institute on Drug Abuse, las sustancias psicoactivas más usadas en el condado de Wayne son la cocaína y la heroína, cuyos efectos adictivos son especialmente agresivos y difíciles de erradicar. Ante esta problemática que erosiona día a día el espíritu del individuo y de la comunidad, Barrios Unidos reacciona con un arma poderosa: la fe en el poder transformador del mensaje de Cristo.

Gracias a esa fe, cientos de personas han renacido en el amor de Dios. Así lo expresa Marcela Alfaro, quien hace diez años formó parte de uno de los retiros de tres días organizados por Barrios Unidos. Para Marcela, esa experiencia “fue como volver a nacer”. A través de un proceso de introspección en el que “te reconoces y sabes quién eres”, ese retiro significó para ella el inicio de una nueva vida, fundada en el amor de Dios y del prójimo.

A raíz de ese reconocimiento transformador, Marcela, quien solía luchar con la adicción, no volvió a ser la misma de antes. Su “renacer” en la palabra de Dios la convenció de que su experiencia debía ser compartida con otras personas en momentos de crisis espiritual. Desde entonces ella trabaja incansablemente, junto a otros miembros del grupo, para transmitir el mensaje que cambió su vida para siempre.

Como Marcela, hay muchas otras personas que han aportado al desarrollo de Barrios Unidos desde su propia experiencia de transformación individual, sin otra remuneración que la satisfacción de cumplir una labor espiritual que enaltece a toda la comunidad. Así lo entiende Santiago Ibarra, uno de los primeros miembros del grupo, quien encontró en Barrios Unidos un camino de luz para darle un giro definitivo a su historia.

Santiago creció en Guadalajara, en una familia en la que “nadie marcaba el alto”. El alcoholismo de su padre y el maltrato de su hermano mayor dejaron a Santiago a merced de un mundo carente de amor y de cuidado: “Estuve varias veces en la cárcel cuando era menor de edad. Después, al llegar a Detroit, empecé a consumir cocaína y crack. Me quería devolver a México a un centro de rehabilitación”. Así recuerda Santiago un pasado que parece muy remoto cuando se contrasta con su vida actual, llena del amor de Dios, de su esposa (a quien conoció durante el retiro), de su hijo de seis años, y de su hija de ocho.

La relación de Santiago con Barrios Unidos empezó a raíz de que su hermano compartiera con él un volante de las actividades del grupo. Desde entonces, su vida ha estado ligada a este grupo que, a través del apoyo de otras personas y de la palabra de Dios, lo cambió por siempre. La transformación de Santiago, sin embargo, no fue fácil. Tal como él mismo lo recuerda: “Me sentía incómodo porque no era muy creyente, y pensaba: así como llegué, me voy a salir”. Sin embargo, al final del retiro, cuando ya todo parecía perdido, algo cambió: “El último día me tocó Dios; me hizo ver de verdad cómo era yo. Necesitaba que Dios me levantara”.

Esa necesidad de ser tomado y elevado por la gracia de Dios es común en los que asisten a los retiros que organiza anualmente Barrios Unidos y a los que asiste cualquier persona mayor de dieciocho años que esté buscando una guía espiritual para cambiar su vida radicalmente.

El apoyo de personas como Marcela y Santiago es fundamental para quienes asisten a un retiro de Barrios Unidos ya que a partir del ejemplo de quienes han vivido experiencias similares, los asistentes pueden apreciar el poder vivificador de la palabra de Dios. En palabras de Santiago: “Nosotros entendemos a los participantes de los retiros porque hemos pasado por lo mismo”.

La compasión es una de las virtudes esenciales de la labor de Barrios Unidos. En vez de juzgar a las personas que están teniendo dificultades para seguir lo que es bueno, agradable y perfecto, el grupo acoge a esas personas en el amor incondicional de Dios y en la fe en el poder transformador de ese amor.

Hoy en día, el grupo acoge a todas las personas (con o sin antecedentes de adicciones) que busquen renacer a través de la evangelización. En palabras de Marcela: “ahora llega todo tipo de gente. La idea es dar a conocer a Dios a todo tipo de personas”.

Conscientes de que el amor compasivo al prójimo está en el centro del mensaje de Cristo, los miembros de Barrios Unidos tienden una mano a todo aquél que necesite renovar o descubrir el alcance de su fe. Al hacerlo, no solo ayudan a iluminar las vidas de muchos, sino que aportan con generosidad y apertura de espíritu al enaltecimiento de la fe cristiana como forma de vida.

El apoyo familiar es fundamental para emprender a plenitud esa forma de vida. Por eso, Barrios Unidos establece un contacto estrecho con los padres, hermanos y cónyuges de quienes se involucran en el grupo. A través del apoyo familiar y comunitario, las personas que están teniendo dificultades logran reintegrarse a la vida en comunidad. El grupo se ha constituido también en una red de apoyo sin precedentes para la comunidad hispana en Detroit, la cual encuentra un espacio seguro que provee apoyo emocional y espiritual.

Además de los retiros, el grupo organiza normalmente una serie de actividades semanales en la Basílica de Santa Ana. Esas actividades incluyen estudios bíblicos los lunes, una Hora Santa los martes, y la reunión del grupo fraterno, que consiste en una asamblea familiar celebrada todos los jueves en la que se estrechan los vínculos comunitarios que son la base del crecimiento espiritual de los miembros.

Debido a la contingencia sanitaria a causa del Covid-19, las actividades presenciales (incluyendo los retiros que estaban programados para mayo de este año) se han interrumpido hasta nuevo aviso. Sin embargo, el compromiso de Barrios Unidos con la comunidad sigue patente en estos tiempos y continúa organizando sesiones no presenciales de oración, incluyendo un rosario diario durante estos tiempos difíciles.

Ante la incertidumbre actual, el trabajo de Barrios Unidos es un aliciente que reafirma la fe de de la comunidad hispana de Detroit en un momento en el que la transformación individual por la que siempre ha luchado el grupo debe verse reflejado en una transformación colectiva sin precedentes.

La evangelización llevada a cabo por Barrios Unidos ha sido y sigue siendo un camino hacia una nueva vida iluminada por el amor de Dios y que hoy apela con especial fuerza a una ciudad enfrentada a sus propios límites. El poder de la fe, de la compasión y de la solidaridad cristiana que nutre cada día a este grupo es hoy, más que nunca, una luz de esperanza para todos.


Síguenos en Facebook o Instagram como Detroit Catholic en español, suscríbete para recibir los boletines semanales vía correo electrónico o colabora con nosotros.



Secciones
Inicio
Suscribir
Buscar