DETROIT — A pesar del frío invernal, el pasado 24 de enero miles de personas se reunieron en Washington D.C. para participar en la Marcha por la Vida 2025, conmemorando el aniversario de la sentencia Roe vs. Wade.
Entre los asistentes hubo un grupo de 15 seminaristas de tercer año del Sacred Heart Major Seminary de Detroit que viajaron para vivir esta experiencia de unidad y fe.
Uno de ellos fue Lizandro Barba, un joven de padres mexicanos nacido en L.A., quien asistió al evento por primera vez junto a sus compañeros.
La delegación viajó en tres vehículos hacia la capital estadounidense. Para Lizandro, la experiencia de caminar junto a miles de personas comprometidas con la causa pro-vida fue un momento emotivo y transformador.
“Fue una experiencia hermosa. Me dio mucha alegría ver a tanta gente de todas partes del país reunida para defender la vida desde su concepción. Personas dispuestas a ayudar a aquellos que atraviesan situaciones difíciles, ya sea un embarazo inesperado o el dolor de una familia afectada por el aborto”, relató el joven seminarista a Detroit Catholic en español.
Antes de la marcha, los participantes asistieron al Life Fest, un evento organizado por las Sisters for Life, los Caballeros de Colón y la Diócesis de Arlington, en donde se celebra el regalo de la vida y el amor que Dios tiene por todos sus hijos. En este espacio, se realizaron diversas actividades, desde conciertos de música en vivo, celebración de la Santa Misa, Adoración, y testimonios emotivos y convincentes.
Según Lizandro, una de las historias más impactantes fue la de una mujer que compartió cómo, con la gracia de Dios y la ayuda de las Sisters for Life, logró superar las cicatrices emocionales causadas por un aborto.
Otra mujer relató cómo la intervención de una persona pro-vida que se encontraba en las inmediaciones de una clínica de abortos la ayudó a decidirse a conservar a su bebé.
“Lo que me impactó fue la grandeza de Dios trabajando en las vidas de estas mujeres. Como futuro sacerdote, espero poder ayudar en Su misión de dar amor y misericordia a quienes más lo necesitan”, reflexionó Lizandro.
La Marcha por la Vida fue una oportunidad para que los participantes se unieran en oración y compromiso con los más vulnerables de la sociedad. En sus discursos, oradores como el vicepresidente J.D. Vance y la surfista Bethany Hamilton reiteraron la importancia de defender la vida en todas sus etapas.
Si bien en todo el mundo hay cada vez más las leyes que regulan el aborto, para Lizandro la marcha tiene un impacto importante en la sociedad.
“Nuestra presencia demuestra que estamos dispuestos a rezar, ayudar y servir a los más vulnerables, no solo a los bebés sino a todos aquellos que lo necesitan. Nuestra sociedad debe recordar que todos tenemos un valor y una dignidad que es dada por Dios y nadie nos la puede quitar. Hay que defender lo bueno que Dios ha hecho. Y qué más importante que el hombre, que fue hecho a imagen y semejanza de Dios”.
Reflexionando sobre el futuro del movimiento pro-vida, el joven seminarista expresó su anhelo de que más corazones se abran al amor de Dios y reconozcan la dignidad humana en todas las etapas de la vida. Si bien es importante ofrecer recursos, explicó que es imposible lograr la paz en el mundo y en las familias si no se reconoce la dignidad “del hermano que está al lado mío”.
Como dijo San Juan Pablo II a una delegación del movimiento italiano por la vida el 22 de mayo de 2003, "No puede haber auténtica paz sin respeto de la vida, especialmente de la inocente e indefensa como la de los niños por nacer. Una coherencia elemental exige que quien busca la paz defienda la vida. Ninguna acción en favor de la paz puede ser eficaz si no se opone con la misma fuerza a los ataques contra la vida en todas sus fases, desde su nacimiento hasta su ocaso natural".
Lizandro también envió un mensaje convincente a los jóvenes, quienes son el futuro: “¡Los necesitamos, son importantes en esta misión! La juventud tiene un potencial único”.
A su regreso a Detroit, Lizandro se comprometió a seguir compartiendo el mensaje de la Marcha por la Vida con su comunidad. Resaltó la importancia de ser una voz para aquellos que no la tienen y a no bajar los brazos, sobre todo en este año jubilar de la esperanza.
“Como discípulos de Jesús, nuestra misión es llevar esperanza a todos los rincones del mundo”, concluyó.