Con Jesús como guía, 63 religiosos celebran 3,635 años de vida consagrada

Hombres y mujeres consagrados se reúnen con el Arzobispo Vigneron para agradecer por las bendiciones recibidas durante décadas, unidos en Cristo

DETROIT - Algunos pasaron décadas enseñando, otros trabajaron como enfermeras y profesionales de la salud. Muchos se dedicaron a servir a los pobres, dirigir retiros o visitar hogares para difundir la buena nueva de Jesús. Algunos hicieron todo esto y más.

Y Jesús estuvo presente en cada uno de esos esfuerzos.

Para 63 religiosos que celebraron aniversarios significativos de vida consagrada, la Misa y el almuerzo en el Sacred Heart Major Seminary fue una oportunidad para dar gracias a Dios por un total de 3,635 años de vida consagrada, acumulados entre todos ellos, de servicio guiado por el Espíritu Santo para el bienestar del pueblo de Dios.

El Arzobispo de Detroit, Allen H. Vigneron, quien presidió la Misa el 7 de septiembre en la capilla del seminario, animó a los homenajeados a elevar su agradecimiento más allá de lo humano, uniéndolo al sacrificio de Jesús en la Eucaristía y presentándolo al Padre.

El arzobispo invitó a todos a recordar el día de su consagración, aunque reconoció que no es tarea sencilla, especialmente para aquellos que celebran 75 y 80 años de vida consagrada.

“Traten de recordar por qué decidieron dedicar su vida a Dios, y piensen en todo lo que vino después”, dijo el Arzobispo Vigneron. “Seguramente hubo muchos días difíciles, pero también muchos días llenos de felicidad”.

“Cada alegría, lucha y desafío fue un regalo único de Dios”, dijo el arzobispo, “una oportunidad para dar gracias, aunque tal vez no lo vimos así en ese momento”.

"Espero que todos podamos llenar nuestros corazones de gratitud, de modo que, cuando les pida que los eleven al Señor durante la Misa, y ustedes respondan que lo han hecho, esos corazones estén verdaderamente llenos de agradecimiento," añadió el arzobispo.

Para religiosas como la Hna. Margretta Wojcik, OSF, recordar el día de su consagración significó reflexionar sobre las hermanas franciscanas que le enseñaron en la escuela primaria y se convirtieron en un modelo para su vocación.

“Como las hermanas franciscanas me dieron clase, pude conocerlas mejor”, dijo la Hna. Wojcik, miembro de las Hermanas de San Francisco de Sylvania, Ohio, quien celebra su 60º aniversario. "Fui maestra durante 30 años y después me dediqué al ministerio parroquial”.

Tras enseñar en preescolar y jardín de infantes con el enfoque Montessori, incluyendo el St. Francis Education Center en Sylvania, Ohio, la Hna. Wojcik se convirtió en asociada pastoral, sirviendo en la Our Lady of Loretto Parish en Redford.

Reflexionando sobre sus seis décadas de servicio en la enseñanza y la pastoral, la Hna. Wojcik comentó: "Me han dado vida," y añadió, "creo que el mayor regalo que Dios me ha dado es el don de la alegría."

Como una vocación inspira a otra, la Hna. Mary Eucharita Wisk, CSSF, sentada en la mesa de al lado, también estaba celebrando su jubileo.

“Estoy celebrando 75 años en el convento y 92 años de vida”, explicó la Hna. Wisk a Detroit Catholic. “Enseñé en segundo grado durante cinco años, y aquella hermana que está sentada allí, fue mi alumna en segundo grado. Ahora celebra 60 años como religiosa, eso es una verdadera bendición”.

La Hna. Wisk contó que su vocación comenzó mucho antes de profesar sus votos en 1949, aunque en ese momento no lo sabía.

“Mi mama había tenido solo hijos varones, así que cuando estaba embarazada de mí, dijo: “Si es una niña, se la ofreceré a Dios”. Nunca me lo contó, pero cuando alguien me pregunta cuándo empezó mi vocación, siempre digo: 'En el vientre de mi madre'”, explicó la Hna. Wisk.

Después de su etapa como maestra, la Hna. Wisk se formó como enfermera en el St. Mary Mercy Hospital en Livonia, donde encontró su verdadera vocación al acompañar a pacientes enfermos y moribundos.

"Una vez me quedé toda la noche con una mujer cuyo esposo estaba muriendo, y durante años siguió en contacto conmigo por ese gesto," recordó la Hna. Wisk. “Fue muy especial para ella sentirse acompañada en un momento tan difícil. Esas cosas pasaban con frecuencia. Cuando la gente ve a una religiosa, su ánimo cambia. Llevar el hábito marca la diferencia”.

En su homilía, el Arzobispo Vigneron destacó que la vida consagrada, en su esencia, no se trata solo de los votos de pobreza, castidad y obediencia, sino de una proclamación del Reino de Jesucristo.

"Hoy celebramos ese momento solemne en la vida de nuestros religiosos, cuando decidieron entregar por completo su pasado y su futuro, y dedicaron todo su ser a confesar que Jesús es el Señor", expresó el Arzobispo Vigneron.

El arzobispo también resaltó que lo que hace aún más especial esa entrega es cómo ha sido vivida día a día, en gracia, amor y testimonio.

"Al conmemorar este aniversario, recordamos todos esos años de entrega: desde las tareas más humildes hasta las más grandes, siempre proclamando que Jesús es el Señor", añadió. "Y es por esa gracia, la gracia de una confesión fiel, que el Señor nos reúne hoy para agradecer."