Tres vocaciones, una parroquia: el llamado al sacerdocio florece en comunidad hispana de Detroit

Christian Pulido, Bryan Garcia y Alfredo Castro hoy se están formando en el Sacred Heart Major Seminary, y son un testimonio claro de que las comunidades hispanas son tierra fértil para las vocaciones sacerdotales. (Fotos cortesía de Bryan Garcia)

Jóvenes seminaristas confirman que la vocación sacerdotal sigue vigente y continúa siendo una bendición para la Iglesia

DETROIT- En la parroquia de St. Francis of Assisi-St. Hedwig, donde el fervor y la fe se sienten en cada celebración, tres jóvenes han respondido al llamado de Dios. Christian Pulido, Bryan Garcia y Alfredo Castro hoy se están formando en el Sacred Heart Major Seminary, y son un testimonio claro de que las comunidades hispanas son tierra fértil para las vocaciones sacerdotales.

"Un gozo inmenso al servir"

Alfredo Castro, de 20 años y en su primer año de formación, nació en Detroit en una familia de raíces mexicanas. Desde niño, sintió una conexión especial con la Iglesia.

“Cuando era muy chiquito, me gustaba ser monaguillo. Me encantaba servir y ayudar, aunque fuera algo pequeño como cargar una vela en la procesión,” explicó durante una entrevista con Detroit Catholic en español.

A los 14 años comenzó a preguntarle al Señor qué debía hacer con su vida, y durante una Misa en febrero sintió una respuesta clara: "Sígueme", que marcó el inicio de su discernimiento.

Alfredo destacó la importancia de la oración y el apoyo de la comunidad hispana, que siempre lo respalda con sus oraciones y cariño.

Para él, el seminario es como su segunda casa, un lugar donde la cercanía con el Señor lo llena de fuerza y esperanza. Aunque enfrentó el desafío de la transición al inglés tras toda una vida en español, está convencido de que con el Señor todo es posible. La vida en comunidad y la formación que recibe le ofrecen algo nuevo cada día.

Lo que más aprecia del seminario es la comprensión y el apoyo de los formadores y compañeros, quienes valoran su cultura y lo que aporta al grupo. A pesar de las diferencias, todos están unidos por la misma llamada que el Señor les ha dado.

“Si bien ellos entienden que no todo va a ser igual, les da gusto que haya una cultura diferente. Ha sido una experiencia muy buena, he hecho muchos amigos. Los hispanos aquí estamos juntos”, explicó.

"Dios me mantuvo aquí por algo"

Christian Pulido, de 21 años y en su tercer año del seminario, tuvo un camino distinto. Originario de México, su historia de vida está marcada por un milagro: cuando tenía apenas ocho meses, fue diagnosticado con cáncer, pero fue el único niño de su grupo en salir con vida del hospital.

Sus padres lo entregaron al Señor, y desde entonces Cristian supo que su vida tenía un propósito especial. “Yo siempre sentí el llamado a atender las cosas de Dios y hacer su voluntad”.

Aunque inicialmente pensaba estudiar ingeniería, su verdadera vocación no estaba allí. “Dios me llamó al sacerdocio y a servir a su pueblo. Creo que es una bendición, porque veo las necesidades de la comunidad hispana que está en continuo crecimiento,” reflexionó.

El llamado al sacerdocio a través de la adoración

Bryan Garcia, de 22 años, nació en Detroit, pero sus padres son de Guadalajara, por lo que el español fue su lengua materna. Hace cuatro años que está formándose en el seminario, y su historia se encuentra profundamente influenciada por su amor al Santísimo.

"Cuando era niño, el Padre Noel, un sacerdote misionero, me llevaba a muchas adoraciones eucarísticas en las casas. Ver el amor y la devoción de mi familia hacia el Santísimo me marcó profundamente", recordó Bryan.

Durante una entrevista con Detroit Catholic en español, Bryan explicó que fue creciendo en ese ambiente de espiritualidad y que, poco a poco, el Señor lo fue llamando sin que él se diera cuenta.

A pesar de las dudas que surgieron durante su adolescencia, como las tentaciones del mundo y las distracciones propias de la juventud, fue el testimonio del Padre Bernardo Cruz, párroco de la St. Francis of Assisi-St. Hedwig, lo que lo reafirmó en su vocación.

A través de su servicio como monaguillo y su cercanía con el sacerdote, Bryan descubrió que su vocación no era solo un deseo personal, sino una respuesta al amor de Dios.

Lo que más valora del seminario es la fraternidad que se construye desde el lenguaje del amor, un amor que trasciende diferencias culturales y los une como hermanos con una misma meta: crecer juntos en Dios. Aunque el desafío de adaptarse a una cultura diferente fue difícil al principio, encontró en esa experiencia una riqueza invaluable, aprendiendo de los demás y compartiendo su propia esencia.

“Aquí tenemos el privilegio de vivir en un entorno donde Dios está presente en cada momento, desde la Misa diaria hasta la posibilidad de rezar en la capilla por las noches. Estamos aprendiendo de Dios en todo momento y vamos a poder compartir nuestra fe con el mundo cuando salgamos afuera”, explicó.

De izquierda a derecha: Hermano Nicolas y Hermano Adrian (peruanos de la comunidad Pro Ecclesia Sancta), Bryan Garcia, Alfredo Castro, Christian Pulido, Diácono Ivan Alatorre y el seminarista Lisandro Barba posan para una foto.
De izquierda a derecha: Hermano Nicolas y Hermano Adrian (peruanos de la comunidad Pro Ecclesia Sancta), Bryan Garcia, Alfredo Castro, Christian Pulido, Diácono Ivan Alatorre y el seminarista Lisandro Barba posan para una foto.

El arrastre de un sacerdote que vive plenamente su vocación

Los tres seminaristas destacaron la influencia del Padre Bernardo Cruz, párroco de la St. Francis of Assisi-St. Hedwig Parish, quien fue un guía espiritual clave.

Según Alfredo, fue quien “cultivó ese fuego del Espíritu Santo” en su corazón. “Él puso mucha atención en nosotros. Poder ver de cerca su manera de ser, de servir, de cómo amaba a la Eucaristía, a la Virgen, ser testigo de ese fervor fue algo que me ayudó mucho”.

Christian, que llegó a la parroquia de adolescente y se sintió acogido desde el comienzo, enfatizó cómo el ejemplo de vida del sacerdote allanó el camino para discernir su vocación.

“El Padre Bernardo nos apoyó constantemente, mostrando un amor profundo por los sacramentos y dando ejemplo de cómo se debe vivir siguiendo a Cristo” explicó.

Según Bryan, ver cómo el Padre Bernardo vivía su vida sacerdotal y su dedicación a las vocaciones lo motivó mucho. “Siempre ha sido un sacerdote muy activo que acompañó a los monaguillos de cerca. También me ayudaron los encuentros organizados por el seminario, en donde te quedas por el fin de semana y puedes hablar con los seminaristas y ver cómo viven aquí", dijo.

El Papa San Juan Pablo II, durante la XXII Jornada Mundial de Oración por los Sacerdotes, dijo: "¡Servir a los jóvenes es servir a la Iglesia! Es una tarea prioritaria, a la cual a menudo deben subordinarse y orientarse otras tareas, empeños, intereses. Amad a los jóvenes como Cristo los ama. Conocedlos y daos a conocer a ellos personalmente. Id hacia ellos, pues a menudo no vendrán espontáneamente. Haceos sobre todo instrumentos valerosos de la llamada que el Señor dirige a los jóvenes".

Estas palabras se reflejan en el trabajo del Padre Bernardo Cruz, quien, con dedicación y amor, ha acompañado a los jóvenes de su parroquia en su camino de fe, inspirándolos a discernir su vocación y acercarse al Señor

Una mirada hacia el futuro

Los tres seminaristas comparten un mismo deseo: servir a las comunidades hispanas, promoviendo la fe y acercando a más personas al Señor.

“Quiero evangelizar, ser un instrumento de Dios para que muchos sean santos”, reflexionó Alfredo.

Christian, por su parte, destacó que la comunidad hispana en la arquidiócesis se encuentra en constante crecimiento. Si bien creció rodeado de americanos, sus raíces jugaron un papel esencial en su vocación y las necesidades de su comunidad nunca le fueron ajenas.

“No veo demasiados lideres jóvenes. Hay tantas personas que pueden dar tanto, pero no creen en Dios o en los talentos que Él les ha dado. El Señor ha plantado tantas semillas, solo hay que ayudar a cultivarlas. Los jóvenes tienen que conocer a Jesús para poder experimentar la verdadera felicidad. Si Dios me lo permite, me gustaría trabajar con los jóvenes, ayudar a formar nuevos lideres para que las familias hispanas estén más unidas en Cristo. Creo que esa es mi misión y por lo que rezo todos los días”.

Consciente de la escasez de sacerdotes en su comunidad, Bryan espera trabajar con los jóvenes y ayudar a fomentar más vocaciones en el futuro.

"Si me toca estar con los hispanos, me gustaría hacer algo similar a lo que hace el Padre Bernardo: acompañar a los jóvenes, disipar sus dudas y ayudarlos a entender la vocación que Dios tiene para ellos", agregó.

Estos jóvenes seminaristas son un recordatorio vivo de que la vocación sacerdotal sigue siendo una gran bendición para la Iglesia, y de que Dios sigue llamando a los corazones generosos.

Gracias a sacerdotes comprometidos como el Padre Bernardo, quien ha dedicado su vida a la formación de jóvenes y al fomento de vocaciones en su parroquia, hoy se cuentan tres vocaciones provenientes de una misma comunidad, algo que es un verdadero regalo para la Iglesia.

“El haber sacado tres muchachos de una comunidad muy pequeña es algo increíble”, reflexionó Christian. Por su parte, incentivó a los jóvenes a no desentender el llamado de Dios. “Los que vienen aquí no lo hacen solamente para ser sacerdotes, sino para ser santos. Cuando busquen su vocación, busquen ser santos, eso es lo primero”.

En sus voces resuena la invitación a confiar en el amor de Cristo y a seguir el camino que Él ha trazado para cada uno. El futuro del sacerdocio en la Arquidiócesis de Detroit es prometedor, gracias a que estos jóvenes, al igual que tantos otros antes que ellos, han respondido al llamado con valentía y fe, recordando que, como dice Alfredo, “ser amigo del Señor no cuesta nada, y con Él todo es posible.



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