Una liturgia solemne en la fiesta de la Sagrada Familia marca el inicio del Año Jubilar de la Esperanza 2025 en la Arquidiócesis de Detroit como “peregrinos de la esperanza”
DETROIT – El Arzobispo Allen H. Vigneron dio inicio al Año Jubilar de la Esperanza durante la Misa dominical del 29 de diciembre, e invitó a los católicos a mantenerse firmes en la esperanza para caminar con valentía en el próximo año.
El Papa Francisco lanzó el Jubileo de la Esperanza 2025 en Nochebuena con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro, justo antes de celebrar la Misa de medianoche. Este rito forma parte de las celebraciones jubilares de la Iglesia católica desde el Año Santo de 1450.
La Iglesia celebra jubileos ordinarios cada 25 años, aunque en el medio pueden proclamarse jubileos extraordinarios, como en 2016, que el Papa Francisco proclamó el “Año de la Misericordia”. El próximo jubileo podría tener lugar en 2033, cuando la Iglesia celebre los 2.000 años de la muerte y resurrección de Jesucristo.
El Año Santo 2025 se extenderá hasta el 6 de enero de 2026. El Papa designó la Fiesta de la Sagrada Familia, el domingo 29 de diciembre, como el día en que todos los obispos del mundo deben dar inicio al Año Santo en sus iglesias locales.
Durante la Misa de apertura en la Cathedral of the Most Blessed Sacrament, el Arzobispo Vigneron explicó que el tema del año, “Peregrinos de esperanza”, es un recordatorio de que no se debe perder la esperanza en un futuro mejor y que, al tratarse de una peregrinación, uno no está solo.
“Uno de los profesores del Sacred Heart Major Seminary lo expresó de esta manera: ‘La esperanza es la disposición que florece en el corazón cuando la fe está puesta en el futuro’”, dijo el Arzobispo Vigneron en su homilía. "La fe con la que miramos hacia el futuro es una fe que nos asegura que el futuro pertenece a Cristo, y nuestra esperanza es el fruto de esa fe, que se nutre del poder del Señor Jesús".
“Como se trata de una peregrinación, el Año Jubilar es un camino hacia un futuro desconocido”, dijo el arzobispo. “Muchas personas intentan predecir lo que sucederá en el futuro; medios de comunicación, comentaristas e intelectuales tienen sus propias predicciones para 2025, pero, en realidad, son solo conjeturas”.
“El futuro nos resulta incierto, pero de lo que estamos seguros es que caminamos como peregrinos con la confianza puesta en el Señor Jesús, porque Él es todopoderoso”, dijo el Arzobispo Vigneron.
“Sin embargo, al adentrarnos en el futuro, las Escrituras iluminan nuestro camino y nos permiten vislumbrar lo que está por venir”, añadió.
Al referirse a la segunda lectura de la liturgia del día, tomada de 1 Juan, el Arzobispo Vigneron recordó que los fieles son miembros de la Iglesia cuya esperanza está puesta en Cristo.
“San Juan dice: ' Vean qué amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios. Y lo somos' (1 Jn 3,1). Podemos tener esperanza en la misericordia de Dios en el año que comienza porque Él nos ama”, dijo el Arzobispo Vigneron. “Nos ama tanto que nos adoptó; nos ama tanto que, para rescatarnos del poder de Satanás, no dudó en entregar la sangre de su propio Hijo para redimirnos. Dios nuestro Padre es bueno y misericordioso y por eso nos impulsa a avanzar hacia el futuro llenos de esperanza y confianza en Él”.
“En la lectura del Evangelio (Lucas 2:41-52), que narra la historia de Jesús que es encontrado en el templo conversando con los ancianos mientras María y José regresan a Nazaret, los fieles pueden recordar la independencia de Jesús, así como su entrega total y obediencia a la voluntad del Padre”, dijo el arzobispo.
“Vemos que, en lo más profundo de nuestro ser, como hijos e hijas de Dios, estamos llamados a una esperanza que da fruto en la entrega total”, dijo el Arzobispo Vigneron. “Durante el año jubilar, podemos pedir especialmente que se fortalezca esa esperanza”.
“A lo largo del año jubilar, los fieles pueden entregarse a Dios en su amorosa providencia”, agregó.
“Podemos confiar en que, sin importar lo que nos depare el año que comienza, ya sean pruebas o aciertos, enfermedad o salud, estrés o paz, podemos entregarnos al Padre porque tenemos esperanza, y pedimos crecer en esa esperanza, en esa confianza en Él, durante este año jubilar”, declaró el Arzobispo Vigneron.
Además, explicó que el arrepentimiento y la esperanza van de la mano, ya que en la raíz de todo pecado está la falta de esperanza.
“Todos queremos ser felices; aspiramos a la felicidad, y frente a cada decisión sobre lo que nos hará felices está (la pregunta): '¿Voy a encontrar mi felicidad con la ayuda de Dios o por mi cuenta?”. explicó el Arzobispo Vigneron. “El pecado es la decisión de buscar mi felicidad anteponiendo mi camino al camino de Dios. Pecar es decir: 'No confío en que Dios pueda garantizar mi felicidad'”.
“En el paraíso, Eva perdió la esperanza. Fue tentada por la serpiente a caer en una especie de desesperanza”, continuó el arzobispo. “Quería ser feliz y tenía que elegir. ¿Iba a ser feliz confiando en lo que Dios le había dicho, o iba a encontrar la felicidad a su manera?”
El Arzobispo Vigneron animó a los fieles a pedir durante el año jubilar la gracia de la esperanza que conduce al arrepentimiento, especialmente mediante el sacramento de la reconciliación.
“Cuando nos acercamos al confesionario, lo hacemos porque confiamos en la misericordia de Dios. Independientemente de lo que hayamos hecho, confiamos en que Él nos ama y nos perdonará, y que no hay pecado imperdonable si estamos arrepentidos”, reflexionó.
“Una de las grandes gracias del año jubilar son las indulgencias plenarias”, añadió el arzobispo, las cuales se pueden obtener comulgando, confesándose dentro de un plazo razonable, rezando por las intenciones del Papa y renunciando a todo apego al pecado.
Durante el Año Jubilar de la Esperanza, se han designado lugares santos de peregrinación en todo el mundo para obtener una indulgencia plenaria. El Arzobispo Vigneron designó 12 sitios de peregrinación del área de Detroit para el Año Jubilar, incluida la Cathedral of the Most Blessed Sacrament.
Durante la Misa de apertura en la catedral, el arzobispo animó a los fieles a recibir una indulgencia plenaria ese mismo día, recordándoles uno de los requisitos: recibir la Sagrada Eucaristía.
“La Eucaristía es el medio privilegiado para recibir la gracia de la esperanza, porque el Espíritu Santo hace presente a Cristo en su victoria sobre la muerte, que es nuestra fuente de esperanza para la vida eterna”, dijo el Arzobispo Vigneron. “La celebración de la Eucaristía es la mejor forma de recibir la esperanza en este año jubilar, porque en ella el Espíritu Santo nos promete el futuro.
“Aferrémonos a la esperanza en este año jubilar para caminar con valentía hacia el futuro”.