El ministerio Corazón Puro llegó a Detroit para, con la Teología del Cuerpo de San Juan Pablo II, ayudar a los jóvenes a encontrar la respuesta a sus preguntas sobre la sexualidad, y encontrar, a la vez, una comunidad para apoyarlos
DETROIT- El padre Ryan Adams es vicario en dos parroquias históricas de Detroit: la iglesia de Santa Ana, que es la segunda parroquia católica en funcionamiento más antigua de los Estados Unidos (fue fundada en 1701), y la de la Santísima Trinidad (establecida en 1835). También es el quien coordina el ministerio Corazón Puro en Detroit.
Él se convirtió a la fe católica en la universidad. Le cuenta a Detroit Catholic en español que, “cuando yo estaba en la universidad estudiando filosofía, un buen maestro católico me dio un libro de Juan Pablo II, ‘Amor y responsabilidad’”, y tras leerlo en un verano, “me tocó el corazón”. Después leyó las “Confesiones” de San Agustín, y a partir de entonces quiso ser católico y, finalmente, sacerdote.
Ese primer encuentro con los escritos de Juan Pablo II le había abierto un nuevo panorama de las cosas. Y es precisamente en los textos del santo pontífice polaco en que se habla de la teología del cuerpo, pieza fundamental de Corazón Puro.
El padre Ryan explica que él inició en Detroit el proyecto de Corazón Puro junto con una joven seglar, Martha Galindo. Él explica que Corazón Puro “tiene que ver con los franciscanos de Nueva York, especialmente con el padre Agustino Torres. Martha Galindo tomó un retiro dado por este sacerdote y tuvo muy buena experiencia; así que ella quiso que estableciéramos Corazón Puro en Detroit. Después yo también tomé el retiro, aprendí sus programas y enseñanzas, y Martha y yo lo echamos a andar aquí, y ha servido para el crecimiento de muchos jóvenes adultos”.
Por su parte, Martha Galindo, de 27 años de edad, originaria de Jalisco y radicada en Michigan desde hace 15 años, cuenta cómo fue su experiencia: “Cuando descubrí Corazón Puro fue por medio de un sacerdote, que es el padre Agustino Torres, que es franciscano, y justamente el fundador de Corazón Puro. Él vino a una conferencia en Detroit: la Conferencia de Jóvenes Hispanos de la Arquidiócesis de Detroit. El padre Agustino invitó a 5 o 6 jóvenes de Detroit para una formación de misioneros, y fue donde enseñaron la teología del cuerpo. Fue la respuesta a todo lo que yo había vivido en mi adolescencia y que Dios me había enseñado; ahí la luz brilló y entendí completamente el significado de la castidad”.
De Nueva York a Detroit
El padre Ryan explica que los que participan en Corazón Puro generalmente toman el retiro no en Detroit sino que van a Nueva York; pero otras veces “viene un presentador de Nueva York, un franciscano”. Sin embargo, el equipo que encabeza el padre Ryan se prepara para poder tener a una persona que imparta las enseñanzas en Detroit. Dichas enseñanzas se basan en la teología de Juan Pablo II.
La joven Érika Benavides Rodríguez, nacida en Guadalajara, Jalisco, y que llegó a Michigan a la edad de 4 años, es una de las que viajaron a Nueva York y vieron que su vida se transformaba: “Llegué a Corazón Puro después de que unos amigos me invitaron a unirme al grupo en Detroit, y después me llevaron a Nueva York a vivir el primer retiro”.
Pero la experiencia no acaba ahí. Explica Érika: “Antes de la pandemia nos reuníamos una vez por mes. El padre Ryan hacía Misas. También a veces escuchábamos charlas desde Nueva York. Una vez hasta tuvimos a una persona de Corazón Puro que vino desde Nueva York a darnos personalmente una charla. También hablábamos sobre el grupo, pues somos un grupo de jóvenes y esto da muchas oportunidades de servir en misión, de asistir a retiros a Nueva York y de crecer; porque es un grupo donde se asiste no nada más por lo social, sino sobre todo por lo espiritual”.
El padre Ryan agrega: “Un domingo de cada mes hay reunión a las 6:30, rezando por media hora en silencio, delante de la Eucaristía. A las 7:00 es la Misa, y después de ella se reúnen y hay una charla y una bendición. También es importante que los líderes se reúnan una vez al mes para leer un libro sobre la teología del cuerpo u otro libro, y de este modo entender mejor las enseñanzas de la Iglesia, especialmente sobre el personalismo cristiano”.
El porqué de la castidad: En busca de respuestas
Explica el sacerdote que es especialmente importante para los jóvenes hispanos de Estados Unidos aprender la teología del cuerpo que se enseña Corazón Puro, “porque entre ellos es común que adopten las enseñanzas de la Iglesia sólo porque ‘mi abuelita o mi abuelito me dijo’. Pero no debe sólo ser porque te lo dijo tu abuelita o abuelito, sino por la dignidad del cuerpo, del alma y de la persona; hay que conocer su significado, porque hasta el sexo viene de Dios y no viene del mundo. Y cuando alguien entiende esto, es feliz interiormente”.
Martha Galindo comparte con Detroit Catholic en español: “Corazón Puro para mí ha sido una respuesta a las preguntas que siempre tuve con mis papás. Nací en una familia muy católica, y crecí con el convencimiento de que el día que me saliera de mi casa sería vestida de blanco. Mis papás me enseñaron a que había que tener hijos sólo hasta casarnos, que había que vivir en castidad, en abstinencia hasta tener un esposo”.
Igualmente señala Martha que es común que los papás hispanos enseñen la castidad a sus hijos aunque ellos mismos no sepan por qué: “Simplemente es como algo que les enseñaron a ellos y que se tiene que hacer ‘porque yo lo digo, y punto’. Cuando tenía entre 17 o 18 años, yo tenía muchas preguntas. Mis papás y yo venimos de un pueblo muy pequeño de México, y al mudarnos a Estados Unidos nos encontramos con un ambiente completamente diferente de aquel en que ellos crecieron. El mundo me estaba ofreciendo mucho, y mis papás tenían respuestas que en realidad no contestaban mis preguntas”.
“Entonces por medio de la fe empecé a recibir respuestas de lo que es el matrimonio y la castidad. Fue así después de muchos años de búsqueda, pero a la vez de obediencia a Dios, porque dentro de esos años de adolescencia me acerqué mucho a Él, y el Señor me iba guiando por medio de la oración y de personas que me rodeaban y me ayudaron a vivir mi castidad. Aun así yo tenía dudas, preguntas, incertidumbre en mi corazón sobre lo que estaba haciendo”.
Érika también buscaba respuestas: “Desde siempre mi mamá y mi abuelita hablaban mucho de la castidad, y de cómo la mujer debía llegar virgen al matrimonio, y que de otro modo era una vergüenza para su familia. Así que yo crecí con ese pensamiento”.
“Pero en la adolescencia y en la juventud empiezas a oír otras voces que te dicen que eso es anticuado, que los tiempos han cambiado. Y recuerdo que empezó a haber una confusión; mi mamá y yo siempre hemos sido muy cercanas, así que yo hablaba con ella, y me decía que no escuchara; pero yo tenía a todo el mundo diciéndome otra cosa”.
“La voz de mi mamá cuenta mucho, pero yo me decía: ‘Ella me está diciendo lo que yo pienso, ¿pero qué tal si está equivocada?’. En ese momento yo tenía como 18 años y empezaba a conocer a Dios; pero recuerdo que escuchaba mucho la idea de que, para conocer a una persona, para saber si puede ser tu esposo, tienes que ‘probar’. Así que yo estaba con la confusión, porque yo sabía que la lujuria es pecado. Y mi mamá siempre me decía: ‘virgen al matrimonio, virgen al matrimonio’. Yo oraba y le decía a Dios, ‘Ponme una señal para saber que no estoy equivocada’, porque me decían: ‘Un día te vas a arrepentir porque estás dejando pasar tu juventud y no la estás disfrutando’. Son cosas que me decía la gente mundana, porque supuestamente el sexo es diversión y placer”.
“Entonces por mucho tiempo esperé la señal de Dios, pero me sentía sola, me sentía que era anticuada, que era aburrida; me decían que yo era ‘hija de mami’ porque yo sólo hacía lo que mi mamá me decía. Y entonces fui a Corazón Puro y el Señor me dio la señal que yo le había pedido; empecé a llorar de alegría, y le dije: ‘Siempre estuviste conmigo, siempre me escuchaste’; y entonces yo supe que todo ese tiempo yo no lo desperdicié, y que Dios todo ese tiempo había estado caminando conmigo”.
“A través de eso confirmé mi intención de seguir la castidad y esperarme al matrimonio. No tener relaciones sexuales fue mi decisión; ciertamente antes también lo era, pero porque mi mamá me lo pedía, porque para mí era una vergüenza no llegar virgen al matrimonio. Yo pensaba: ‘Mi mamá me lo pide, así que lo voy a hacer por ella’; pero no lo hacía por Dios realmente, lo hacía por miedo a fallarle a ella. Ahora es al revés, porque ya sé que es algo que se tiene que entregar a Dios, algo que se tiene que dar a la Virgen. Y el Señor es muy bueno, y te da regalos y te da Gracias a través de ello. Y por supuesto que la lucha es difícil, pero con Él es posible”, testimonia Érika.
Corazón Puro es mucho más que solo hablar de la castidad
La experiencia de Corazón Puro fue determinante para Martha Galindo: “Fue una jornada hasta encontrar mi vocación, confiando en que Dios me iba a llevar ya fuera hacia la vida religiosa, que es algo que consideré en algún momento de mi vida, ¡o bien al matrimonio. Y pues ahora estoy casada; tengo un año y unos cuantos meses de casada”.
“Para mí fue Corazón Puro no fue sólo el tema de la castidad, la sexualidad, la teología del cuerpo, las enseñanzas de Juan Pablo II, sino que Corazón Puro, además de hablarte de la castidad, de ayudarte a discernir la vocación y de enseñarte a tener un amor auténtico sin querer seguir lo que dice el mundo, también te enseña la felicidad plena, que es aceptarte, amarte. Pero, más que nada, Corazón Puro tiene un enfoque muy fuerte, muy impactante hacia la sanación”.
“Corazón Puro no solamente te forma como líder y te enseña y te instruye, sino que te hace ir hacia lo más profundo de las heridas que tenemos desde nuestros papás, de nuestra familia, de las personas que nos rodearon y nos dañaron ya sea mentalmente, físicamente o sexualmente. En mi caso, Dios, por medio de Corazón Puro, me ayudó a sanar las inseguridades, los rencores; esto por medio de servicios de sanación con el Santísimo Sacramento y con sacerdotes franciscanos que tienen el don de sanación”.
“Para mí eso ha sido como hacer un viaje o tomar un ‘tour’ hacia lo que es el Cielo, porque he conocido muchos ministerios y he sido voluntaria en muchas cosas diferentes que ofrece la Iglesia, pero ningún ministerio me había enseñado o dado la oportunidad de experimentar a Dios de una manera tan íntima pero tan real. Y cuando digo real me refiero al contenido, ¡todo tenía sentido! Y ni siquiera puedo decir que fueran temas, sino que era oración, sacrificio; eran respuestas no por medio de una charla sino respuesta por medio del silencio que nos dejaban experimentar en el retiro, o por medio de estar adorando al Santísimo Sacramento, o por hacer la Liturgia de las Horas en la mañana. Simplemente era como esa ventana que le permite al joven recibir respuestas que no tiene el ser humano”.
La importancia de la comunidad
Martha señala: “Somos seres humanos, y a veces la tentación no la podemos resistir. Y algo que me gusta muchos del ministerio de Corazón Puro es que, primero que nada, existe una comunidad, porque no podemos hacer nada solos”.
“Dice el padre Agustino que somos una sola familia. Yo no puedo tener un corazón puro ni vivir en castidad sin el apoyo de una comunidad. Entonces, la manera de poder vencer la tentación es teniendo una comunidad de apoyo, un lugar seguro donde entiendan tu dolor, donde entiendan tu sacrificio, donde entiendan lo que estás pasando, o que aunque no lo entiendan estén ahí para apoyarte”.
Caer y levantarse
Explica el padre Ryan Adams que, “en su primer retiro de Corazón Puro, los jóvenes reciben su anillo de castidad, después de darles una presentación sobre el significado de la castidad”. Este anillo “es una promesa de esperar hasta el matrimonio para tener relaciones sexuales, buscando de esta manera ser grato a Dios y hacer su voluntad”.
Ahora bien, como señala Martha, “hay jóvenes en Corazón Puro que reciben su anillo de castidad, pero caen en la tentación”. Pero algo genial de Corazón Puro es que “nunca se le cierra la puerta a nadie porque falló. Dios te perdona, pero tienes que seguir en la batalla. La forma que nos ayuda a resistir la tentación es la comunidad, la constante oración, y un corazón dispuesto a amar sinceramente, y de ahí viene el corazón puro. Sin comunidad, sin oración constante y sin un corazón abierto, dispuesto a purificarse y amar la cruz que Dios nos ha dado, no existe el corazón puro”.
Érika coincide en la importancia radical de la oración: “Definitivamente la mejor manera de poder con la tentación, cuando uno se siente tentado a tener relaciones, es la oración, porque oración es comunicación con Dios. Por supuesto que uno también se tiene que educar; hay muchas herramientas, muchas cosas que Dios nos da para saber la importancia de los regalos que podemos obtener si decidimos ser fieles y seguir la castidad”.
Añade Érika: “El primer paso sería ir a la confesión y estar en estado de gracia. La verdad es que tenemos que estar muy preparados porque la tentación es muy dura. Y, jóvenes, la verdad es que si ustedes han sentido que no pueden, o que ya han pasado mucho, o sienten que no son dignos de Dios, sepan que no somos dignos de Él, pero que Él puede darnos la fortaleza; nos la da porque es tan generoso. Él simplemente quiere un ‘sí’, Él simplemente quiere que tratemos; ¡esa es la diferencia: que luchemos! No se vale decir: ‘Ya ni modo, soy pecador’. Si tienes una pareja, no puedes planear tener relaciones e ir a confesarte. Así no funciona. Tenemos que tratar, tenemos que luchar; y, si nos caemos, hay que levantarnos y seguir en la lucha; pero tratar de alcanzar la castidad, pedirle a mamita María su intercesión”.
“De verdad no hagan caso a lo que dice el mundo, porque son mentiras. Muchos dicen: ‘Es que te va a dar felicidad’. Pero después de que se tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio, viene un arrepentimiento, y, si no, un vacío que no se puede explicar, ¡y la razón es porque falta Dios en el centro!”.
“Si quieres vivir una vida de gracia, si quieres tener a Dios en tu vida, necesitamos hacer cambios. A veces decimos: ‘Yo confío en Dios’, pero no hacemos lo que Dios nos pide. Y Dios nos pide obediencia, y Dios nos pide ponerlo a Él primero, no a nuestros deseos o a nuestros placeres aunque sea por amor a Fulanito. Primero tenemos que amar a Dios, antes que a tu novio o a tu novia, antes que a ti mismo”.
“Dicen que cuando estás en una relación y tienes intimidad con tu pareja, ésa es la ‘prueba de amor’ que le estás dando. Pero la verdadera prueba de amor es: ‘Quiero esperar, ¿estás dispuesto a esperar conmigo?’. Si es un ‘no’, entonces no era amor verdadero sino pura lujuria, y no me iba a traer nada positivo; y si él está dispuestos a esperar contigo es porque no te quieren sólo para un rato. La prueba de amor es que ellos quieran esperar; ¡y mucho mejor si ellos quieren hacerlo por Cristo!”.
¿La castidad acaba en el matrimonio?
Martha Galindo habla sobre la creencia de que la castidad aplica solo a los solteros: “La castidad no es solamente temporal. No significa que me caso y ya acabó. La castidad es una jornada, es el amor auténtico, el saber reconocer a Dios en el amor que existe entre la pareja, en el amor que uno recibe, en el fruto de la vida, entre otras cosas”.
“La castidad en sí es el compañero que nos lleva a la santidad, que nos revela a Dios en la Tierra. Ser castos es abrazar la cruz y seguir a Jesús a pesar de lo difícil que pueda ser”.
“La castidad significa amar a Dios por medio de mi cuerpo, y dentro de eso implica muchas cosas”, remata Martha.
Candidatos para Corazón Puro
El padre Ryan dice que “Corazón Puro empezó por las jóvenes que están buscando el amor auténtico”. Este ministerio “enseña el significado de cuál es una verdadera persona”. Por ejemplo, Juan Pablo II enseñó que “una persona no es sólo su parte física, sino que también forman parte de ellas su psicología, su interior”, mientras que la pornografía y demás desordenes sexuales sólo son “búsqueda del placer”.
Pero cada persona ha sido creada “para algo más que el mundo y el placer. Tú vida tienen un gran destino y significado. Nuestro mejor modo de vivir es en amistad con Cristo; Él te ha regalado tu dignidad, tu propósito, tu significado. No puedes entenderte a ti mismo sin el amor que Cristo te ha regalado. Mi consejo para ti es: mira a Jesús con esperanza. Y si tienes adicción a la pornografía o a otras cosas, el Señor puede sanar tu realidad. Que tu identidad sea el amor de Cristo, nada más”.