El corazón del Centro Histórico de Quito fue testigo de una emocionante, inolvidable y masiva expresión de fe y devoción este sábado, cuando miles de fieles se unieron para acompañar al Santísimo Sacramento en la procesión del 53° Congreso Eucarístico Internacional.
El ambiente estuvo colmado de una profunda reverencia, cánticos y alabanzas, mientras los peregrinos, provenientes de más de 50 países de los cincos continentes, caminaban junto a Jesús Eucaristía por las históricas calles de la ciudad, que es reconocida como Patrimonio Histórico de la Humanidad. La procesión estaba liderada por cientos de obispos, sacerdotes, diáconos y seminaristas también provenientes de distintas partes del mundo.
A las 4:30 p.m. (hora local), en la Iglesia de San Francisco, se celebró una Misa que precedió a la procesión. La Eucaristía fue presidida por Mons. Luis Cabrera, Arzobispo de Guayaquil y Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.
El prelado ecuatoriano recordó a los cerca de los 5 mil asistentes en la Plaza de San Francisco que la “Eucaristía nos invita a una fraternidad para salvar las vidas del mundo personal y social, muchas veces causadas por el rencor, la violencia, la indignidad y la muerte”.
Además, afirmó: “Jesús no sólo nos salva del pecado, sino que nos ofrece la vida eterna, para que podamos sanar las heridas del mundo, tal como Él nos redimió entregándose en la cruz”.
Finalmente, concluyó con un llamado a la acción: “Como fraternidad comprometida con la salvación del mundo, renovemos nuestro firme propósito de trabajar incansablemente por la libertad, la justicia y la paz, tanto en nuestros países como en todo el mundo”.
Al finalizar la Misa, la procesión inició con cientos de personas colocándose de rodillas y rezando las antífonas de adoración. El camino empezó con el canto “Dios de Amores” y luego siguieron otros cánticos de adoración. A lo largo de los 1.3 kilómetros de recorrido, más de 120 alfombras de flores, cuidadosamente elaboradas, adornaban el camino hacia la majestuosa Basílica del Voto Nacional.
La procesión avanzó con paso solemne, acompañada de cánticos y deteniéndose en siete estaciones. En cada una, se elevaban diferentes oraciones como: por el Papa y la Iglesia; por el país, la ciudad y los gobernantes; por la vida consagrada; por la familia; por la paz; por los niños y jóvenes; y por los sacerdotes y agentes pastorales.
La custodia, en todo momento, era el centro de todas las miradas y corazones a lo largo del trayecto hacia la basílica. Desde los balcones, las esquinas o peregrinando detrás de la Eucaristía, los fieles, algunos con lágrimas y otros con sonrisas, pero todos con el mismo fervor, adoraban al Cristo vivo con cantos clásicos como “Cantemos al amor de los amores”, “Pescador de hombres”, “Un mandamiento nuevo”, “Pescador de hombres”, entre otros.
Al llegar a la imponente Basílica del Voto Nacional, el Santísimo fue ingresado al interior del templo. La bendición final con el Santísimo Sacramento estuvo a cargo del Cardenal Baltazar Porras, Arzobispo Emérito de Caracas y Legado Pontificio del Congreso Eucarístico Internacional. Fue un momento cargado de fervor, con el pueblo en oración y contemplación ante la presencia real de Cristo.
Tras la bendición el pueblo de Dios fue invitado a seguir adorando al Santísimo y a la Misa de cierre del Congreso, a realizarse en el Parque Bicentenario a las 10:00 a.m. el domingo 15 de septiembre.
- Esta nota fue publicada originalmente en ACIPRENSA.