Sacerdotes de Detroit se despiden del Obispo Cepeda, “un gran amigo” y padre espiritual

El Obispo Auxiliar Arturo Cepeda, quien deja Detroit para servir como nuevo obispo auxiliar en la Arquidiócesis de San Antonio, saluda a sus hermanos sacerdotes durante la ceremonia de despedida en el Sacred Heart Major Seminary, el 9 de septiembre. El Obispo Cepeda sirvió en la Arquidiócesis de Detroit durante 14 años. (Fotos de Valaurian Waller | Detroit Catholic)

DETROIT — El 9 de septiembre, el clero se reunió en el Sacred Heart Major Seminary para despedir a su hermano en Cristo, el Obispo Auxiliar de Detroit Arturo Cepeda. Fue una liturgia agridulce.

Después de 14 años de fiel servicio en la Arquidiócesis de Detroit, el Obispo Cepeda regresará a su ciudad natal de San Antonio, Texas, para continuar sirviendo como obispo auxiliar, según anunció el Papa León XIV el 26 de agosto. El Obispo Cepeda, de 56 años, asistirá al Arzobispo de San Antonio, Gustavo García-Siller, MSpS, en la conducción de una arquidiócesis que abarca 19 condados en el centro-sur de Texas, con una población católica de 1,16 millones.

En un breve mensaje dirigido a sus hermanos sacerdotes al finalizar la Misa, el Obispo Cepeda dijo que “no podía ocultar la alegría” de haber sido llamado a regresar a su hogar, aunque Detroit también se había convertido en su casa.

“Gracias a su ministerio y a su ejemplo, ustedes me ayudaron a construir mi identidad como obispo y, con su testimonio, también me ayudaron a comprender mi misión”, expresó el Obispo Cepeda. “Lo que aprendí al llegar a Detroit es que todos estamos aquí en misión. Creo firmemente que debemos seguir proclamando esta buena noticia con gozo, sabiendo que es la alegría del Señor. Él es quien nos guía, quien nos lleva a su corazón para que podamos llevar su corazón a los demás. Él es quien nos conoce bien y quien nos llama. Por eso damos gracias a Dios”.

“Lo que aprendí al llegar a Detroit es que todos estamos aquí en misión”, dijo el Obispo Cepeda en un breve mensaje a sus hermanos sacerdotes al finalizar la Misa. “Y creo firmemente que debemos seguir proclamando con gozo esta buena noticia, sabiendo que es la alegría del Señor”.
“Lo que aprendí al llegar a Detroit es que todos estamos aquí en misión”, dijo el Obispo Cepeda en un breve mensaje a sus hermanos sacerdotes al finalizar la Misa. “Y creo firmemente que debemos seguir proclamando con gozo esta buena noticia, sabiendo que es la alegría del Señor”.

El Obispo Cepeda también agradeció al Arzobispo emérito Allen H. Vigneron, a quien reconoció por haberle mostrado el camino en su servicio episcopal, y al Arzobispo Edward J. Weisenburger, por su liderazgo.

A su vez, el Arzobispo Weisenburger le expresó su gratitud por los años de entrega en Detroit y, durante un almuerzo posterior a la Misa, le obsequió una baldosa de cerámica de Pewabic con la imagen del beato Solano Casey.

“Con el tiempo, mi deseo es que no solo al mirar hacia atrás reconozcas las bendiciones que recibiste, sino también aquellas que tal vez estaban ocultas, pero que fueron abundantes y siempre te acompañaron”, señaló el Arzobispo Weisenburger. “Todo lo que uno aprende, Dios lo puede poner al servicio. Creo que no solo diste mucho a Detroit, sino que también aprendiste mucho aquí. Y eso será una gran bendición para nuestros hermanos y hermanas en Cristo en San Antonio”.

Durante la Misa, Mons. Chuck Kosanke, amigo del oObispo Cepeda, predicó la homilía, en la que subrayó su amor por la tierra natal y su “espiritualidad de obediencia”.

“Ahora, después de 14 años en nuestra arquidiócesis, tan rica en diversidad, regresa a su tierra natal para llevar esa experiencia y enriquecer a la Arquidiócesis de San Antonio con lo vivido aquí. Sé que no puede contener la alegría de volver a casa, pero también espero que lo haga con el mismo celo misionero con el que vino, para seguir anunciando el Evangelio de Jesucristo”.
“Ahora, después de 14 años en nuestra arquidiócesis, tan rica en diversidad, regresa a su tierra natal para llevar esa experiencia y enriquecer a la Arquidiócesis de San Antonio con lo vivido aquí. Sé que no puede contener la alegría de volver a casa, pero también espero que lo haga con el mismo celo misionero con el que vino, para seguir anunciando el Evangelio de Jesucristo”.
El Arzobispo Edward J. Weisenburger le entregó al Obispo Cepeda una baldosa de Pewabic con la imagen del Beato Solano Casey como regalo de despedida de la Iglesia en Detroit.
El Arzobispo Edward J. Weisenburger le entregó al Obispo Cepeda una baldosa de Pewabic con la imagen del Beato Solano Casey como regalo de despedida de la Iglesia en Detroit.

“Eso es lo que siempre ha impulsado su ministerio como discípulo misionero lleno de alegría”, dijo el Mons. Kosanke. “Ahora, después de 14 años en nuestra arquidiócesis, tan rica en diversidad, regresa a su tierra natal para llevar esa experiencia y enriquecer a la Arquidiócesis de San Antonio con lo vivido aquí. Sé que no puede contener la alegría de volver a casa, pero también espero que lo haga con el mismo celo misionero con el que vino, para seguir anunciando el Evangelio de Jesucristo”.

El P. Adam Nowak señaló que el Obispo Cepeda ha dejado una huella profunda en muchos sacerdotes y diáconos de Detroit, recordando que lo ordenó diácono en 2018, otorgándole “el gran regalo de la entrada al ministerio”.

“El Obispo Cepeda siempre ha sido más que un obispo”, afirmó el P. Nowak. “En muchos sentidos ha sido un padre, además de obispo y amigo; siempre alentando, siempre cercano, siempre apoyando a sus sacerdotes en toda la arquidiócesis”.

El P. Nowak agregó que el pueblo de San Antonio debería recibir a su nuevo obispo con los brazos abiertos.

“Tienen un obispo maravilloso que ama a su gente, que ama a sus sacerdotes, que servirá sin reservas, con gran humildad y también con mucho sentido del humor”, concluyó.



Cuotas:
Print


Secciones
Inicio
Suscribir
Buscar