Un homenaje a la trayectoria y vocación del Diácono Raúl Feliciano: sirviendo con amor a Dios y al prójimo

Ovación de pie para el Diac. Raúl Feliciano: Un emotivo homenaje a un verdadero pilar de apoyo para la comunidad hispana de Detroit desde los años 60. Fotos por Steven Stechschulte para Detroit Catholic en Español

DETROIT - El pasado sábado, se realizó un emotivo homenaje al Diácono Raúl Feliciano en la parroquia de St. Hedwig. Raúl ha sido una figura destacada en la comunidad de Detroit desde la década de los sesenta, desempeñándose, entre otras responsabilidades, como Director del Ministerio Hispano en la Arquidiócesis.

“El Movimiento de Cursillos de Detroit de la comunidad hispana decidió rendir homenaje al Diácono porque ha sido una persona totalmente entregada a la comunidad hispana, un fiel servidor de Dios”, explicó a Detroit Catholic en Español Doris Pérez, cantante local de Detroit quien estuvo a cargo de la parte musical del homenaje.

“Es un hombre que, hasta el día de hoy, vive los pilares del cursillo: la piedad y la acción. Entendió el llamado del Señor, es un católico practicante que nunca se detiene”, continuó Doris, quien conoce al Diácono desde hace años porque participa del Movimiento de Cursillos.

Con respecto a la cena homenaje, Doris compartió que Raúl estaba muy sorprendido, y que, si bien mucha gente de los cursillos, su familia, y personas que han sido tocadas por su servicio asistieron al evento, la convocatoria hubiera sido aún mayor de haber publicado el evento en las redes sociales. Pero querían que fuera una verdadera sorpresa para él.

Unidos en gratitud y admiración, la comunidad se reúne para celebrar la misa de homenaje al Diac. Raúl Feliciano. Su incansable entrega y dedicación a la comunidad hispana de Detroit siempre serán recordadas. Foto por Steven Stechschulte
Unidos en gratitud y admiración, la comunidad se reúne para celebrar la misa de homenaje al Diac. Raúl Feliciano. Su incansable entrega y dedicación a la comunidad hispana de Detroit siempre serán recordadas. Foto por Steven Stechschulte

Originario de Puerto Rico, Raúl emigró a Detroit en 1955, con tan solo 18 años. Comenzó trabajando en una fábrica de ladrillos durante el día, pero su sed de conocimiento lo impulsó a estudiar por las noches para mejorar su futuro. Su tenacidad lo llevó a unirse a la compañía Ford Motor, donde dedicó 10 años de leal servicio.

A lo largo de su vida, Raúl buscó la guía del Padre Clement Kern, cuya influencia lo inspiró a servir a Dios, a su familia y a la comunidad. Convirtiéndose en miembro del primer club puertorriqueño de Detroit, Raúl no solo fue su presidente, sino que también fue el pilar de una comunidad que se reunía para celebrar la cultura y la hermandad latina. Su liderazgo hizo que el Puerto Rican Club se convirtiera en un ancla cultural tanto para los puertorriqueños en la ciudad como para la comunidad en general en Detroit y Michigan.

En 1960, Raúl fue reclutado por el ejército de los Estados Unidos, y tras su regreso, conoció a su amada esposa, Flor Stella Otero. Se casaron el 4 de julio de 1964 y, juntos, celebraron el nacimiento de sus hijos, Frederick y Stephanie Feliciano. Su matrimonio fue una muestra de amor y apoyo incondicional hasta que Flor partió para unirse a Dios en el cielo.

Fue en 1969 cuando Raúl participó activamente en la creación de "La Sed", una organización de servicio y desarrollo económico social para la comunidad latinoamericana. Allí, Raúl se aseguró de que los hispanos recibieran la asistencia necesaria, desde servicios de seguridad social hasta alimentos de emergencia y servicios de traducción e interpretación.

“El Movimiento de Cursillos de Detroit de la comunidad hispana decidió rendir homenaje al Diácono porque ha sido una persona totalmente entregada a la comunidad hispana, un fiel servidor de Dios”, Doris Pérez. Foto por Steven Stechschulte
“El Movimiento de Cursillos de Detroit de la comunidad hispana decidió rendir homenaje al Diácono porque ha sido una persona totalmente entregada a la comunidad hispana, un fiel servidor de Dios”, Doris Pérez. Foto por Steven Stechschulte

De acuerdo con Doris, “El Diácono siempre protegió los intereses de las personas hispanas. No solamente a nivel religioso, sino que siempre ha intentado ayudar y se ha preocupado por la comunidad hispana a nivel humano y a nivel social. Él aboga mucho por los inmigrantes, por la mujer abusada, les busca ayuda, porque el abuso físico no es algo que Dios quiera. Aboga por el bienestar de las personas en general”.

Como visionario, Raúl reconoció la necesidad de mantener viva la cultura latina entre los niños nacidos en familias latinas en Estados Unidos. Así, se convirtió en el fundador y primer presidente del Instituto Cultural Latino Americano, dando vida al Festival Latinoamericano anual que se celebra en Hart Plaza, en el corazón de Detroit.

Su fe inquebrantable lo llevó a involucrarse activamente en la Basílica de Ste. Anne, y también se convirtió en un pilar espiritual del movimiento de Cursillos en Detroit. En 1977, el Cardenal John Dearden nombró a Raúl como el primer Director de Asuntos Hispanos de la Arquidiócesis de Detroit, llevando a cabo una importante labor en la expansión del Ministerio Hispano en toda la ciudad y el estado.

Finalmente, en octubre de 1999, Raúl respondió a otro llamado de Dios y fue ordenado diácono, sirviendo en diversas parroquias como Ste. Anne, St. Gabriel y la Nuestra Señora de Guadalupe.

Un verdadero instrumento de Dios para los hispanos de Detroit desde los años 60. El Diac. ha servido desinteresadamente a quienes más lo necesitan y su ejemplo perdurará siempre en los corazones de la comunidad. Foto por Steven Stechschulte
Un verdadero instrumento de Dios para los hispanos de Detroit desde los años 60. El Diac. ha servido desinteresadamente a quienes más lo necesitan y su ejemplo perdurará siempre en los corazones de la comunidad. Foto por Steven Stechschulte

La hermana de Raúl, Juanita, lo describe como un verdadero santo que sigue el camino de Dios y que ha sido un apóstol de la caridad, brindando posada y ayuda a quienes llegaron a Detroit en busca de una oportunidad.

“Si en la tierra hay santos, Raúl es uno de ellos. Un santo viviente que camina el camino de Dios”, dijo Juanita.

Y si bien hoy su caminar es más lento, cuando una persona, cuando un inmigrante acude a él en busca de ayuda, el Diácono se muestra disponible al ciento por ciento.

Raúl Feliciano es, según quienes mejor lo conocen, un ejemplo viviente de amor, servicio y dedicación a Dios y a su prójimo, un verdadero tesoro para la comunidad de Detroit. A través de su vocación y trabajo incansable, ha dejado una huella perdurable en los corazones de aquellos que han tenido el honor de conocerlo y recibir su guía espiritual.



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