Dos historias diferentes, una misma vocación: el arzobispo ordena a los padres Patrick Bruen y Timothy Schroder

El Arzobispo Edward J. Weisenburger ordenó sacerdotes al P. Benjamin Schroder, de 26 años (izquierda), y al P. Pat Bruen, de 67 años (derecha), para la Arquidiócesis de Detroit el 7 de junio en la Cathedral of the Most Blessed Sacrament de Detroit. Según destacó el arzobispo en su homilía, aunque recorrieron caminos muy distintos hacia el sacerdocio, hoy ponen sus vidas al servicio del Evangelio. (Fotos de Valaurian Waller | Detroit Catholic)

El Arzobispo Weisenburger alienta a los nuevos sacerdotes a abrazar su vocación y a vivir una vida de fidelidad

DETROIT — La mañana del 7 de junio, dos hombres entraron a la Cathedral of the Most Blessed Sacrament como diáconos y salieron como sacerdotes “ahora y para siempre, en el orden de Melquisedec”.

El P. Pat Bruen, de 67 años, y el P. Benjamin Schroder, de 26, fueron ordenados al sacerdocio por el Arzobispo Edward J. Weisenburger, después de muchos años de oración, discernimiento, estudio y formación.

Fue un día muy especial para ellos y para toda la Iglesia.

“Sin duda, es una gran alegría estar aquí, y para decir lo que todos sentimos, es un día de fiesta para toda nuestra arquidiócesis. Que ustedes den testimonio de su vocación al sacerdocio es un aliento para sus hermanos sacerdotes, para los seminaristas con quienes han compartido este camino en los últimos años, y para otros hombres que también están considerando seguir esta vocación”, les dijo el Arzobispo Weisenburger.

Los entonces diáconos Benjamin Schroder (izquierda) y Pat Bruen entran a la catedral mientras amigos y familiares los acompañan al inicio de la Misa de ordenación.
Los entonces diáconos Benjamin Schroder (izquierda) y Pat Bruen entran a la catedral mientras amigos y familiares los acompañan al inicio de la Misa de ordenación.

El rito de ordenación comenzó con la elección de los candidatos, y el P. Stephen Burr, rector del Sacred Heart Major Seminary, presentó a los Diáconos Bruen y Schroder para recibir el orden sacerdotal. El arzobispo aceptó la recomendación, lo que provocó un aplauso de la asamblea.

A continuación, el Arzobispo Weisenburger dio su homilía, que se centró en dos promesas clave que ambos estaban a punto de hacer a Dios, al arzobispo y a toda la Iglesia.

“Si bien hay varias promesas que un hombre hace a lo largo del camino hacia el sacerdocio, hay dos votos que duran toda la vida”, explicó el Arzobispo Weisenburger. “Son promesas hechas a Dios y aceptadas por su obispo. Son la estructura principal de sus vidas en el ministerio. Me refiero, por supuesto, al celibato y la obediencia. Me gustaría decir unas breves palabras sobre cada uno, y empezaré por el más sencillo de los dos votos: el celibato”.

El Arzobispo Weisenburger advirtió a los dos hombres que no pensaran en el celibato como una condición de soledad que los acerca a Dios, sino como un medio para estar más profundmente integrados en el mundo.

“Podrían pensar que los hombres célibes estamos solos en nuestra perfección con Dios; espero que a estas alturas sepan que nada podría ser más absurdo o falso”, dijo el Arzobispo Weisenburger. “De hecho, no hay nada particularmente virtuoso en aislarnos de la interacción humana, de esos lazos de amistad que ayudan a los demás a ver a Cristo en nosotros”.

Lectura del Evangelio durante la Misa de ordenación de los P. Pat Bruen y Benjamin Schroder en la Cathedral of the Most Blessed Sacrament.
Lectura del Evangelio durante la Misa de ordenación de los P. Pat Bruen y Benjamin Schroder en la Cathedral of the Most Blessed Sacrament.

El Arzobispo Weisenburger citó a varios estudiosos a lo largo de la historia de la Iglesia que reflexionaron sobre el don inmenso que es el celibato, y cómo muchos santos, a través de una vida célibe, santificaron la vida de las personas que encontraron en su camino.

Fue precisamente a través de esos encuentros y del fomento de relaciones profundas que un ministro del Evangelio puede vivir una vida plena en el celibato, dijo el arzobispo.

“Los ministros de Dios que viven con alegría y fecundidad tienen siempre, sin excepción, vínculos sólidos con sus compañeros, relaciones profundas con personas con quienes no necesitan medir sus palabras, personas que los apoyarán pase lo que pase, incluso cuando los confronten”, dijo el Arzobispo Weisenburger. “Quizá estoy siendo un poco serio en un día tan alegre. Pero les prometo una cosa: es imposible sobrevivir en esta época de la historia de la Iglesia sin compartir profundamente su vida con otros sacerdotes que sean sus amigos”.

El arzobispo animó a los nuevos sacerdotes a entregarse por completo a las personas que encontrarán a lo largo de su ministerio, asegurándoles que eso enriquecerá sus vidas.

“Bien. Ahora viene la parte realmente difícil: la obediencia”, continuó el arzobispo. “Esa frase quizás sorprenda a algunos, pero no debería. En una cultura que promueve libertades personales absolutas e incuestionables, la idea de poner nuestro destino en manos de otro puede parecer casi una locura. Y, sin embargo, eso nos da la maravillosa oportunidad de ser profetas”.

El Arzobispo Weisenburger animó a los dos nuevos sacerdotes de la Arquidiócesis de Detroit a cultivar amistades santas a lo largo de su ministerio, especialmente con otros sacerdotes que puedan acompañarlos y desafiarlos a vivir con virtud, humildad y espíritu de servicio.
El Arzobispo Weisenburger animó a los dos nuevos sacerdotes de la Arquidiócesis de Detroit a cultivar amistades santas a lo largo de su ministerio, especialmente con otros sacerdotes que puedan acompañarlos y desafiarlos a vivir con virtud, humildad y espíritu de servicio.

El arzobispo recordó momentos en la historia de la Iglesia en los que la falta de obediencia dio lugar a la división y la frustración dentro de la comunidad eclesial.

Reconoció que hay momentos en la vida de todo sacerdote en los que obedecer resulta difícil, ya que implica abandonarse a las necesidades de la Iglesia.

“De hecho, dudo que haya un solo sacerdote sentado hoy en esta catedral que no haya sido llamado a una tarea que no deseaba o que no se haya sentido agobiado por una responsabilidad que, en su opinión, debería haber recaído en otro, o que no haya pensado que el arzobispo estaba completamente loco al pedirle algo”, expresó el Arzobispo Weisenburger. “Pero después de estos intensos dos meses en esta arquidiócesis, he llegado a una conclusión firme: los hombres que están sentados hoy aquí con ustedes son precisamente aquellos que han perseverado; no solo pronunciaron palabras lindas en su ordenación, sino que han vivido fielmente lo que prometieron.”

“Al dar hoy este paso profundo para unirse a este noble presbiterio, junto con todos los que los precedieron en esta arquidiócesis, sumen su fuerza a la de ellos comprometiendo ante Dios su sincera determinación de vivir una vida de obediencia generosa y llena de caridad”.

El arzobispo concluyó su homilía exhortando a los entonces Diáconos Bruen y Schroder a resistir la tentación de tomarse unas “vacaciones espirituales” asumiendo nuevamente el control de sus propias vidas.

Los sacerdotes de la Arquidiócesis de Detroit imponen las manos sobre la cabeza del P. Bruen y del P. Schroder, y rezan por ellos al comenzar su vocación como ministros de la Palabra de Dios y de los sacramentos.
Los sacerdotes de la Arquidiócesis de Detroit imponen las manos sobre la cabeza del P. Bruen y del P. Schroder, y rezan por ellos al comenzar su vocación como ministros de la Palabra de Dios y de los sacramentos.

“Entonces, Ben y Pat, si en su discernimiento han llegado a reconocer que Dios los llama al sacerdocio, un sacerdocio vivido dentro del marco de estos dos grandes votos, prepárense para dar el paso”, dijo el Arzobispo Weisenburger.

Después de hacer sus promesas, el coro de la catedral entonó la Letanía de las Súplicas mientras los candidatos se postraban ante el altar.

El Arzobispo Weisenburger impuso las manos sobre ellos en oración, seguido por todos los sacerdotes presentes, mientras la asamblea cantaba el Veni Sancte Spiritus, invocando la presencia del Espíritu Santo.

Los nuevos sacerdotes fueron revestidos por sus hermanos en el ministerio: el P. Bruen por el P. Robert McCabe, y el P. Schroder por los PP. Paul Snyder y Joseph Kirkconnell.

El Arzobispo Weisenburger entrega el cáliz al P. Schroder, como parte del rito de ordenación.
El Arzobispo Weisenburger entrega el cáliz al P. Schroder, como parte del rito de ordenación.

Luego, el Arzobispo Weisenburger ungió las manos de los padres Bruen y Schroder, diciendo: “Que el Señor Jesucristo, a quien el Padre ungió con el Espíritu Santo y con poder, te guarde y proteja para que puedas santificar al pueblo cristiano y ofrecer a Dios el sacrificio”.

A continuación, algunos miembros de la comunidad presentaron una patena con el pan y un cáliz con el vino para la celebración de la Misa. El pan y el vino fueron entregados a un diácono, quien a su vez se los pasó al arzobispo, y este los presentó a los nuevos sacerdotes de Detroit.

“Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios”, dijo el Arzobispo Weisenburger. “Comprende lo que harás, imita lo que celebrarás y conforma tu vida al misterio de la cruz del Señor”.

El arzobispo dio a cada uno de los recién ordenados un beso fraterno, gesto que repitieron luego todos los sacerdotes presentes, mientras la Misa continuaba con la Liturgia de la Eucaristía.

Los nuevos sacerdotes dan gracias
Al final de la Misa, el P. Bruen pronunció unas palabras de agradecimiento en nombre suyo y del P. Schroder, expresando su gratitud a sus padres, familiares, maestros y mentores que los acompañaron en su camino.

El P. Bruen pronuncia unas palabras de agradecimiento en nombre suyo y del P. Schroder, dando gracias a Dios, y también a sus familiares, amigos, formadores y mentores que los acompañaron a lo largo de su camino de discernimiento y formación.
El P. Bruen pronuncia unas palabras de agradecimiento en nombre suyo y del P. Schroder, dando gracias a Dios, y también a sus familiares, amigos, formadores y mentores que los acompañaron a lo largo de su camino de discernimiento y formación.

El P. Bruen, de 67 años, egresado del Pope St. John XXIII National Seminary en Weston, Massachusetts, y el P. Schroder, de 26, egresado Sacred Heart Major Seminaryen Detroit, recorrieron caminos distintos hacia el sacerdocio, pero ahora están unidos para siempre por la ordenación sacerdotal, expresó el P. Bruen.

“A simple vista, Ben y yo somos muy distintos”, dijo el P. Bruen. “Nuestra formación, tanto la académica como la práctica, ha seguido rumbos diferentes en muchos aspectos. Nuestras experiencias de vida también pueden haber sido distintas, pero en muchos sentidos importantes, somos iguales. Ambos estamos tratando de vivir según el plan de Dios para nosotros. Lo que tenemos en común es que al entregarnos al Señor, llegamos a ser más plenamente quienes somos, para mayor gloria de Él”.

El P. Bruen agradeció al Arzobispo emérito de Detroit, Allen H. Vigneron, y al arzobispo Weisenburger, “el que nos dio la bienvenida y el que ahora nos envía”, por su liderazgo en la Arquidiócesis de Detroit, así como a todas las personas que a lo largo del camino los han formado y ayudado a convertirse en los sacerdotes que son hoy.

“Gracias al esfuerzo de muchísimas personas, estamos listos para ser sacerdotes”, afirmó el P. Bruen, “pero, sobre todo, por la acción del Espíritu Santo que ahora nos llena. Por eso, nuestra gratitud y todo lo que somos se lo damos a Dios. Así que gracias, Jesús”.

Detroit Catholic conversó con familiares de los nuevos sacerdotes tras la Misa, quienes fueron testigos de cómo sus seres queridos respondieron al llamado de Dios.

Los familiares observan mientras el P. Schroder y el P. Bruen se preparan para su ordenación. Los padres del P. Schroder y los hijos del P. Bruen estuvieron presentes durante la Misa.
Los familiares observan mientras el P. Schroder y el P. Bruen se preparan para su ordenación. Los padres del P. Schroder y los hijos del P. Bruen estuvieron presentes durante la Misa.
El P. Schroder ofrece la Comunión a los fieles por primera vez como sacerdote el 7 de junio. El padre del P. Schroder dijo que el nuevo sacerdote comenzó a discernir su vocación sacerdotal en la escuela secundaria.
El P. Schroder ofrece la Comunión a los fieles por primera vez como sacerdote el 7 de junio. El padre del P. Schroder dijo que el nuevo sacerdote comenzó a discernir su vocación sacerdotal en la escuela secundaria.

“Todavía no termino de asimilarlo”, dijo Randy Schroder, padre del P.Schroder. “Era muy joven cuando empezó a considerar el sacerdocio, y luego, por supuesto, más en serio hace unos 10 años, en la secundaria. Comenzó a ir al Sacred Heart pensando que quizá se dedicaría a la docencia, así que no dijo de entrada que quería ser sacerdote. Pero después de un par de años, nos dijo: ‘Creo que Dios me está llamando por este camino’”.

“Creció muchísimo durante su formación”, añadió Karen Schroder, madre del P. Schroder. “Se acercó más a Dios. Le entusiasmaba todo lo que aprendía: la teología, las Escrituras, los distintos idiomas. Así que cuando dijo ‘voy a ser sacerdote’, no me sorprendió”.

Kely Franzonello y sus dos hermanos vivieron una experiencia bastante singular dentro de la Iglesia: ver a su padre convertirse en “Padre”.

El P. Bruen comenzó a discernir el llamado al sacerdocio tras la muerte de su esposa Georgiana, con quien estuvo casado durante 41 años, en 2020.

“Mi mamá estuvo muy enferma durante años, y él fue quien la cuidó. Creo que simplemente tiene un corazón de servidor”, dijo Franzonello. “Cuando ella falleció, no sabía qué hacer con su vida, y siento que esta es su manera de seguir sirviendo. En lugar de cuidar a su esposa, ahora servirá a una parroquia, a la Iglesia y a Jesús”.

“Se expresa muy bien y ama a la Iglesia, ama a Dios, así que con esas cualidades no puede equivocarse”, comentó Patrick Bruen, hijo del P. Bruen. “Obviamente es una situación muy poco común que tu papá sea sacerdote católico. Pero no teme decir lo que hay que decir ni le preocupa incomodar a nadie. Va a ser un gran sacerdote”.



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