CIUDAD DEL VATICANO (CNS) – Más de 200 sacerdotes de todo el mundo se reunieron para intercambiar experiencias de cómo sus parroquias tienen un sentido de misión y de toma de decisiones compartida, muchos de ellos hablando de los vínculos esenciales entre los sacerdotes y sus feligreses y entre los propios sacerdotes.
Los párrocos se reunieron en un centro de retiro fuera de Roma del 29 de abril al 2 de mayo para proveer criterios al Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad; la mayor parte de su trabajo se llevó a cabo en pequeños grupos divididos por idioma: español, inglés, francés, e italiano.
Los sacerdotes fueron elegidos por su conferencia episcopal o por el sínodo de obispos católicos orientales para asistir a la reunión. Asimismo, el Vaticano había pedido a los obispos que seleccionaran líderes parroquiales que tuvieran "una experiencia significativa desde la perspectiva de una Iglesia sinodal".
Las preguntas realizadas a los sacerdotes se centraron en las formas en que han experimentado la sinodalidad: procesos para rezar, escuchar, discernir, y tomar decisiones juntos por el bien de la comunidad y para la evangelización.
Los informes de los grupos de trabajo del 29 de abril mencionaron, con frecuencia, la soledad y el agotamiento en la vida de los párrocos, la necesidad de reconocer las contribuciones de las mujeres a la vida de la Iglesia, y la necesidad de promover un sentido de fraternidad y apoyo mutuo entre los sacerdotes de una diócesis o eparquía.
Un grupo señaló la necesidad de "cuidado mutuo entre los hermanos sacerdotes".
Un informe de grupo del 30 de abril habló de "un déficit de fraternidad y comunión entre nosotros los sacerdotes" y una falta de cuidado por parte del obispo. "Una persona comentó que, en 30 años de ministerio, un obispo nunca le preguntó cómo estaba, y solo le decía lo que tenía hacer", estableció el informe.
Otro dijo que muchos sacerdotes simplemente están tratando de sobrevivir "y rara vez se sienten valorados en lo que hacen".
El mismo grupo expresó que "el ministerio de las mujeres no es un problema de los laicos sino de los sacerdotes".
Muchos de los grupos manifestaron también que, aunque sus feligreses estaban ansiosos por compartir y escucharse entre ellos, la palabra "sinodalidad" y muchos de los temas asociados, como el "discernimiento", no estaban claros o confundían a la gente.
Uno de los grupos franceses presentó una pregunta básica: "Si bien la sinodalidad nos ayuda a discernir, persiste el hecho de que las decisiones deben tomarse en nuestras comunidades parroquiales. Pero, en última instancia, ¿quién decide? Esta sigue siendo una pregunta importante en nuestro grupo, y esperamos explorar más este problema que permanece abierto".
Un grupo inglés expresó: "Si bien hay una perspectiva positiva sobre la sinodalidad, es evidente que algunos párrocos pueden carecer de interés en adoptar nuevas iniciativas en este camino. Por lo tanto, la formación continua para los sacerdotes se vuelve imperativa para implementar efectivamente los principios de la sinodalidad a nivel parroquial".
Otro grupo manifestó que, si bien el proceso sinodal "ha sido más positivo que negativo", a veces las sesiones de escucha parroquiales se usaban "como un lugar para desahogarse, quejarse sobre el estado percibido de la Iglesia, o para mencionar las formas en que sentían que la Iglesia los había herido. Pero nuevamente, todos en nuestro grupo encontraron que estas eran ocasiones para caminar con la gente y escuchar".
Muchos de los grupos hicieron eco de lo que han enfatizado las sesiones relacionadas con el sínodo a nivel parroquial, diocesano, continental, y universal: los laicos quieren y necesitan más educación sobre la fe cristiana y más experiencias guiadas de oración y discernimiento.
Uno de los grupos de habla italiana señaló que los sacerdotes tienen miedo de confiar ciertas decisiones a sus consejos parroquiales porque temen que los miembros no tengan suficiente formación teológica y pastoral para entender lo que está en juego. Al mismo tiempo, el grupo agregó, que los sacerdotes "tienen miedo de perder poder", y saben que es más fácil dar órdenes que llegar a un consenso.
Al final del día del 30 de abril, uno de los grupos de habla española expresó que, dado que los feligreses con frecuencia expresan diferentes necesidades y preferencias, una parroquia podría convertirse mejor en "una comunidad de comunidades", y la sinodalidad podría ser la clave para preservar la unidad y la paz al tiempo que permite la diversidad.
Otro grupo manifestó que simplemente reunirse para compartir sus historias ha ayudado a los sacerdotes, "porque el Espíritu sopla de diferentes maneras, y Dios está obrando. Vemos que en un lugar hay siete sacerdotes para una parroquia y en otros hay siete capillas para un sacerdote".
La mayoría de los 18 grupos de trabajo mencionaron al menos una vez la necesidad de cambiar la formación en los seminarios y de brindar a los candidatos al sacerdocio más ayuda práctica para aprender qué es el discernimiento y cómo ejercer el liderazgo de una manera que valore la dignidad y los dones del bautismo de los laicos.
Varios de los informes también mencionaron la crisis de abuso sexual clerical y cómo esto ha llevado a muchas personas a abandonar la Iglesia y a muchas otras a mirar a los sacerdotes con sospecha o al menos con precaución.
Un grupo italiano señaló que el énfasis del Papa Francisco en la sinodalidad "nos ha permitido volver a soñar con la Iglesia después de la crisis", y, de hecho, "el camino sinodal presta atención a superar la lógica de abuso de poder individual y nos da los anticuerpos para superar el contagio de dinámicas opresivas y controladoras".
