Hoy es Lunes Santo, conocido como el “Lunes de Autoridad”

Hoy, 3 de abril, celebramos el Lunes Santo, conocido como el “Lunes de Autoridad”. El Señor Jesús, en medio del trance de estos días tan difíciles, revela en qué radica la autoridad que posee sobre el género humano y el resto de la creación.

Cada día de la Semana Mayor es importante

La Iglesia propone que, en esos días que median entre el Domingo de Ramos y el Triduo Pascual, los fieles mediten en los sucesos que fue experimentando el Señor a medida que se acercaba la hora de su muerte.

El título “Lunes de Autoridad” proviene de una antigua tradición, lamentablemente un poco olvidada, pero que vale la pena conocer y rescatar. De acuerdo a esta, se denomina “Martes de la Controversia” al Martes Santo, y “Miércoles de la Traición” al Miércoles Santo, como se podrá ver en los días sucesivos.

Las lecturas del Evangelio que se suceden en estos tres días portan la densidad de los momentos finales -llenos de palabras y gestos- de Jesús, Dios hecho Hombre, y delinean su testamento de amor.

El Lunes, el Martes y el Miércoles Santo, han de integrarse en el todo que es la Semana Santa, la llamada “Semana Mayor”, en la que contemplamos la cúspide de la obra de la salvación.

Un acercamiento al Evangelio de hoy

La lectura del Evangelio de hoy está tomada de San Juan 12,1-11. En ella se relata el episodio de la unción de Jesús en casa de Lázaro.

El Señor se encontraba en Betania en casa de su amigo Lázaro, aquel a quien había resucitado de entre los muertos. Junto a este se encontraban María y Marta, sus hermanas. Acabada la cena, sucede algo “escandaloso”: María se acerca a Jesús y lo unge con un costoso perfume.

Dice el texto: “Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume” (Jn 12,3).

Inmediatamente se produce la pregunta de Judas Iscariote: "¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se les ha dado a los pobres?" (Jn 12,7-8). Judas era el discípulo que entregaría a Jesús, pero estaba encargado de la bolsa del grupo. Su pregunta, dice el Evangelio, brotó de su codicia; no fue por amor a los pobres, sino porque andaba robándose el dinero.

Jesús entonces lanza una respuesta que podría pasar por “desconcertante”: "Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis".

No es que Jesús pensara que el dinero se puede desperdiciar o que hubiera algo “antes” del que sufre o del necesitado; no. Por ahí no va el asunto. Es otra la dirección a la que apunta el Maestro.

La autoridad de Jesús no es fuerza ni violencia. Su autoridad, por el contrario, resplandece cuando dejamos que Él sea el centro; si algo tiene valor, es porque Él es valioso primero; si alguien goza de autoridad, es porque esta viene de Él. Cuando reconocemos que Jesús está por encima de todo, es posible conectar la autoridad con la rectitud en el obrar, la pureza de intenciones y la misericordia.

Jesús revela que tiene autoridad sobre todas las cosas, empezando porque tiene autoridad moral, la que deja fuera de juego a Judas y su hipocresía.

Si deseas leer el Evangelio de hoy completo, haz clic aquí.



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