Las posadas son una de las tradiciones más arraigadas y significativas de la cultura mexicana, y se celebran del 16 al 24 de diciembre. Durante estos nueve días previos a la Navidad, se rememora el viaje de la Virgen María y San José desde Nazaret hasta Belén, en busca de un lugar donde pudiera nacer el Niño Jesús.
Más que una simple festividad, esta tradición religiosa es un momento de reflexión y unión. Cada noche, los católicos mexicanos se congregan para revivir el peregrinaje de José y María embarazada del Niño Jesús, creando un ambiente lleno de alegría, devoción y profundo simbolismo.
A continuación, te ofrecemos una guía para disfrutar y comprender esta hermosa tradición y todo lo que implica.
Origen
Según la tradición, el origen de las posadas se remonta a la época del Virreinato de la Nueva España. En 1587, el fraile agustino Diego de Soria solicitó al Papa Sixto V la instauración de un novenario como herramienta de evangelización para los pueblos indígenas, sustituyendo prácticas paganas.
Inicialmente, las celebraciones se realizaban en atrios de iglesias y capillas abiertas, donde se enseñaba el Catecismo. Con el tiempo, la tradición se trasladó a barrios y hogares, enriqueciéndose con el canto popular, la pirotecnia y el baile.
Elementos de las posadas
Rosario: Cada noche, durante los nueve días de las posadas, familias y vecinos se reúnen para recrear el peregrinaje de María y José a través de una procesión solemne.
La celebración comienza con el rezo del Santo Rosario, y al concluir el quinto misterio, inicia la procesión con las imágenes de los Santos Peregrinos al frente. Durante el recorrido a donde se pedirá posada, los fieles entonan la letanía en latín, mientras portan velas encendidas o luces.
La Comisión Episcopal para la Pastoral Litúrgica de la Conferencia del Episcopado Mexicano elaboró en diciembre de 2020 un subsidio especial para celebrar las posadas en familia, originalmente utilizado durante la pandemia y que aún puede aprovecharse. Por su parte, el semanario Desde la Fe de la Arquidiócesis Primada de México publicó una serie de intenciones y jaculatorias para estos días, con el objetivo de acompañar a los fieles en su oración y reflexión durante esta significativa tradición.
- En cada primer Misterio: Por la conversión del mundo.
Ruega por nuestra conversión y la de todo el mundo. Que no nos dejemos seducir por lo comercial, lo falso, lo superficial. Que no olvidemos que Jesús es la razón de la Navidad.
- En cada segundo Misterio: Por las familias.
Ruega por todas las familias. Que en esta Navidad haya entre sus miembros comprensión, armonía, reconciliación y unidad.
- En cada tercer Misterio: La defensa de la vida.
Ruega para que la ternura del Nacimiento del Niño Jesús mueva a todas las personas a defender la vida humana desde su concepción hasta su fin natural.
- En cada cuarto Misterio: Por los necesitados.
Ruega para que en esta Navidad nadie sufra hambre, sed, frío, soledad. Que sepamos ver a Jesús en los necesitados, amarlo y remediar su necesidad.
- En cada quinto Misterio: Por la paz.
Ruega para que reine la paz en esta Navidad, sobre todo en los corazones de los líderes de las naciones, para que cesen las guerras, la violencia, las injusticias, las persecuciones.
- Jaculatorias para decir al final del Gloria al Padre en cada Misterio:
María, Madre de gracia, Madre de Misericordia, en la vida y en la muerte, ampáranos, gran Señora.
Oh, Jesús mío, líbranos del fuego del infierno. Lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
Santa María, Madre del Niño Jesús, pídele que nos colme de Su Amor y de Su Luz.
Posada: Al llegar al lugar o casa que “albergará” la posada, se realiza un diálogo cantado entre los peregrinos y los anfitriones. Los anfitriones, representando a los posaderos, niegan la entrada varias veces hasta que, finalmente, reconocen a los peregrinos y abren las puertas con alegría y júbilo. Esta parte de la celebración simboliza la acogida del corazón humano hacia la llegada de El Salvador.
Este es el canto que se entona:
Peregrinos:
En el nombre del cielo
os pido posada,
pues no puede andar
mi esposa amada.
Posaderos:
Aquí no es mesón,
sigan adelante.
Yo no puedo abrir,
no sea algún tunante.
Peregrinos:
No seas inhumano,
tennos caridad,
que el Dios de los cielos
te los premiará.
Posaderos:
Ya se pueden ir
y no molestar,
porque si me enfado
os voy a apalear.
Peregrinos:
Venimos rendidos
desde Nazaret,
yo soy carpintero
de nombre José.
Posaderos:
No me importa el nombre,
déjenme dormir,
pues yo ya les digo
que no hemos de abrir.
Peregrinos:
Posada te pide,
amado casero,
por solo una noche
la reina del cielo.
Posaderos:
Pues si es una reina
quien lo solicita,
¿cómo es que de noche
anda tan solita?
Peregrinos:
Mi esposa es María,
es reina del cielo,
y madre va a ser
del Divino Verbo.
Posaderos:
¿Eres tú José?
¿Tu esposa es María?
Entren peregrinos,
no los conocía.
Peregrinos:
Dios pague, señores,
vuestra caridad,
y que os colme el cielo
de felicidad.
Todos:
¡Dichosa la casa
que abriga este día
a la Virgen pura,
la hermosa María!
(Los posaderos abren la puerta y dejan entrar a los peregrinos)
¡Entren santos peregrinos,
reciban este rincón,
que aunque es pobre la morada,
os la doy de corazón!
¡Cantemos con alegría
todos al considerar
que Jesús, José y María
nos vienen a visitar!
Celebración: Una vez concedida la posada, la celebración continúa con música de villancicos, comida y el reparto de aguinaldos.
Los aguinaldos son pequeños obsequios entregados a los participantes, especialmente a los niños, que consisten en bolsitas decoradas con dulces típicos como caramelos, paletas, chocolates y frutas de temporada, además de cacahuates y en ocasiones pequeños juguetes.
Uno de los momentos más esperados de la posada es el de romper la piñata, que tiene un profundo simbolismo. La piñata tradicional suele tener forma de estrella con siete picos, cada uno representando uno de los pecados capitales: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.
La piñata, tradicionalmente llena de dulces y/o frutas, simboliza las recompensas y bendiciones divinas que se reciben al vencer las tentaciones.
La fiesta no estaría completa sin los alimentos típicos que acompañan esta celebración. Las familias suelen preparar ponche, una bebida caliente elaborada con frutas de temporada como tejocotes, guayabas, manzanas, cañas de azúcar y especias aromáticas como canela y clavos, endulzada con piloncillo.
Junto con esta bebida, se disfrutan buñuelos, crujientes y dorados, espolvoreados con azúcar o bañados en miel de piloncillo, además de tamales, preparados a base de masa de maíz rellena con diversos ingredientes.
- Esta nota fue publicada originalmente en ACIPRENSA.