La historia del martirio de Mons. Diego Ventaja, Obispo de Almería (España) asesinado durante la persecución religiosa de principios del siglo XX, puede servir de ayuda e inspiración al Obispo de Matagalpa, Mons. Rolando Álvarez, encarcelado por la dictadura nicaragüense.
Así lo ha considerado el Obispo de Orihuela-Alicante, Mons. José Ignacio Munilla, que ha enviado un libro con la historia del beato Ventaja a su hermano en el episcopado, condenado a 26 años y 4 meses de prisión.
Según ha revelado este lunes en su programa de Radio María “Sexto continente”, la carta de un oyente fue la fuente de inspiración para llevar a cabo esta acción de apoyo al obispo nicaragüense.
El oyente, identificado como Pedro, recordó en una carta la figura del Prelado martirizado, cuya vida puede a ayudar a Mons. Álvarez a “reforzarle la convicción de que su camino ha sido ya recorrido por otros obispos en España durante la Guerra Civil”.
El oyente se mostró convencido de que, “si Dios le pide que siembre la tierra de Nicaragua con la semilla del martirio, que tenga toda la fuerza, certeza y seguridad de que el Espíritu Santo le asistirá”.
Así, Mons. Munilla ha enviado un libro sobre la vida del Obispo mártir de Almería, con una misiva en la que asegura a Mons. Álvarez que toda la audiencia de Sexto continente reza por él.
El Prelado también le ha remitido una carta al director de la prisión Modelo de Tipitapa pidiéndole “la clemencia de que haga llegar ese libro al preso”.
Mons. Munilla ha reconocido que existe el riesgo “de que un envío como ese se pierda y no lo hagan llegar, pero lo encomendamos a Dios. Hemos hecho lo que tenemos que hacer. Y, en nombre de todos vosotros, envío este libro a esa prisión en la que está Mons. Rolando Álvarez para que tenga el consuelo de conocer la vida de este obispo mártir de Almería, el beato Diego Ventaja Milán”.
El Prelado español ha recibido “con mucha alegría” las reacciones y ganas de ayudar a Mons. Álvarez. Pero, más allá del gesto de enviar el libro, asegura que es momento para “orar y callar”, y dejar hacer su labor a las personas al cargo del caso:
“Nosotros no debemos ahora, igual con un exceso de celo, estorbar. Nos toca orar y estar cerca de un pastor que ha sido condenado a 26 años de prisión por ser fiel a su tarea profética”, ha afirmado.
Beato Diego Ventaja Milán
Como consecuencia de la persecución religiosa en los años previos y tras el estallido de la Guerra Civil en España (1936-1939), fueron asesinados 13 obispos, más de 4 mil sacerdotes y más de 2 mil religiosos.
Uno de estos obispos fue el de la diócesis de Almería, Mons. Diego Ventaja, quien tuvo la posibilidad de salir de España, pero prefirió permanecer, como Mons. Rolando Álvarez, con sus diocesanos, abandonado a la Providencia de Dios pese a la persecución.
Mons. Diego Ventaja accedió a la dignidad episcopal en junio de 1935 y fue asesinado a los 56 años, el 31 de agosto de 1936.
A principios de julio de 1936, se encontraba en Granada, a unos 100 kilómetros de Almería, para asistir al tribunal del proceso de canonización del fundador de las Escuelas del Ave María, el P. Andrés Manjón.
Tras el asesinato del líder de la oposición José Calvo Sotelo, católico, a manos de miembros del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), sus colaboradores le instaron a permanecer por seguridad en Granada, dada la máxima tensión anticlerical que se vivía.
Sin embargo, Mons. Ventaja decidió volver junto a sus diocesanos. A los pocos días del estallido de la guerra, y después de que se quemaran varias iglesias de la diócesis, el palacio episcopal fue incautado.
El Prelado rechazó varios ofrecimientos para salir del país por barco. Esta es la circunstancia en la que más se asemeja a Mons. Álvarez, quien está en prisión por rechazar la posibilidad de ser expulsado del país junto a otros 220 presos de conciencia, incluidos algunos sacerdotes.
A cambio, Mons. Ventaja decidió alojar al Obispo de Guadix, Mons. Manuel Medina, que tenía 69 años. Ambos fueron apresados y encarcelados en las bodegas de un barco mercante usado como prisión.
El 30 de agosto de 1936, tras sufrir malos tratos y burlas continuas en el barco prisión, fueron llevados junto a otros sacerdotes y laicos hasta el paraje conocido como el barranco del Chisme, cerca de la localidad de Vícar.
Allí fueron fusilados. Sus cadáveres fueron incinerados dos veces, según testigos presenciales. Estuvieron bajo tierra hasta que fueron exhumados y enterrados en una sepultura común dentro de la catedral de Almería al concluir la guerra.
En 1993, San Juan Pablo II declaró beatos a ambos obispos mártires.