Durante la Misa que presidió este domingo en el marco del Jubileo de los Catequistas, el Papa León XIV puso el acento en la familia como lugar privilegiado para la transmisión de la fe y afirmó que el Catecismo tiene la capacidad de proteger frente al “individualismo” y “las discordias”.
“El Catecismo es el instrumento de viaje que nos protege del individualismo y las discordias, porque confirma la fe de toda la Iglesia católica”, señaló durante la homilía.
Ante los cerca de 20.000 catequistas provenientes de 115 países que han participado en esta cita del Año Santo 2025, el Pontífice reflexionó sobre la misión que desempeñan las personas dedicadas a transmitir la fe y acompañar a otros en el camino cristiano.
“Los catequistas enseñan, es decir, dejan un signo interior; cuando educamos en la fe no hacemos un adiestramiento, sino que ponemos en el corazón la palabra de vida, para que produzca frutos en una vida buena”, enfatizó.
En su homilía, León XIV subrayó que la palabra catequista proviene del griego katēchein, que significa “instruir a viva voz, hacer resonar” y recordó la importancia de recibir el regalo de la fe en la familia.
Así explicó que el anuncio de la Palabra no puede delegarse a otros, “sino que se realiza allí donde vivimos, principalmente en nuestras casas, alrededor de la mesa”.
“Todos hemos sido educados a creer mediante el testimonio de quien ha creído antes de nosotros. Desde niños y adolescentes, siendo jóvenes, después adultos y también ancianos, los catequistas nos acompañan en la fe”, aseveró tras señalar que este es un proceso que involucra a toda la comunidad eclesial.
Y agregó: “Cada fiel colabora en su obra pastoral escuchando las preguntas, compartiendo las pruebas, sirviendo al deseo de justicia y de verdad que reside en la conciencia humana”.
“Pueblos enteros, azotados por la guerra y la explotación”
Comentando el Evangelio del rico y Lázaro (Lc 16,19-31), el Papa explicó que este relato quiere “despertar nuestra conciencia”.
“El Señor mira el corazón de los hombres y, a través de sus ojos, nosotros reconocemos a una persona indigente y a una, indiferente. Lázaro es olvidado por quien está frente a él, justo después de la puerta de su casa; sin embargo, Dios está cerca de él y recuerda su nombre”, reseñó.
Del mismo modo, aseveró que el pasaje evangélico es “muy actual” porque a las puertas de la opulencia se encuentra hoy “la miseria de pueblos enteros, azotados por la guerra y la explotación”.
“Nada parece que haya cambiado a lo largo de los siglos, cuántos Lázaros mueren frente a la avaricia que olvida la justicia, al beneficio que pisotea la caridad, a la riqueza ciega frente al dolor de los necesitados”, insistió.
Se trata del mismo pasaje de la Biblia que fue proclamado durante el Jubileo de los Catequistas en el Año Santo de la Misericordia que comenzó el 8 de diciembre de 2015 y concluyó el 20 de noviembre de 2016. Por ello, León XIV citó en su homilía las palabras que dirigió el Papa Francisco en aquella ocasión al destacar que “Dios redime el mundo de todo mal, dando su vida por nuestra salvación”.
Por otro lado, como es habitual en sus homilías, citó a san Agustín y exhortó: “Si el rico del Evangelio hubiera tenido caridad hacia Lázaro, habría hecho el bien no solo al pobre, sino también a sí mismo”.
En todo caso, aseguró que el Evangelio anuncia que la vida de todos puede cambiar, porque Cristo ha resucitado de entre los muertos.
“Este acontecimiento es la verdad que nos salva; por eso debe conocerse y anunciarse, pero no es suficiente. Debe amarse, y es este amor el que nos lleva a comprender el Evangelio, porque nos transforma abriendo el corazón a la palabra de Dios y al rostro del prójimo”, explicó.
Así, alertó a los cristianos del peligro de estar "tentados por la avaricia y la indiferencia". "Los muchos Lázaros de hoy nos recuerdan la palabra de Jesús, convirtiéndose para nosotros en una catequesis aún más eficaz en este Jubileo, que es para todos un tiempo de conversión y de perdón, de compromiso por la justicia y de búsqueda sincera de la paz”, concluyó.
39 nuevos catequistas
Durante la celebración, ante más de 35 mil personas reunidas en la plaza de San Pedro con motivo del Jubileo de los Catequistas, el Papa instituyó a 39 nuevos catequistas procedentes de diversos países, a quienes entregó personalmente un crucifijo como signo de su misión.
Los candidatos, llamados uno a uno por su nombre, respondieron con un “Aquí estoy” a la llamada del Pontífice. Tras la homilía, cada uno recibió en sus manos una cruz, signo de su vocación particular.
- Esta nota fue publicada originalmente en ACIPRENSA.