León XIV, en la Misa conclusiva del Jubileo de los Jóvenes: “Aspiren a cosas grandes, a la santidad, allí donde estén”

El Papa León XIV porta la Cruz del Jubileo mientras camina hacia el altar antes del inicio de la vigilia con jóvenes reunidos en Tor Vergata, en Roma, el 2 de agosto de 2025, durante el Jubileo de la Juventud. (Foto CNS/Medios Vaticanos)

León XIV no ha podido contener la emoción en su segundo y último gran encuentro con los jóvenes en la gran explanada de Tor Vergata. Eran más de un millón de peregrinos de más de 140 países, que -como en un auténtico 'Wood stock’ católico- han dormido en sacos de dormir y al aire libre, tal y como constató el Vaticano en un comunicado difundido por Telegram.

Esta mañana, como ayer por la tarde, un estallido de alegría ha recorrido la gran explanada de más de 96 hectáreas al ver descender al Santo Padre del helicóptero. Tras la intensa noche de Vigilia, marcada por un conmovedor momento de adoración eucarística en silencio y de rodillas, el Pontífice ha indicado a los jóvenes que en la vida nunca es todo “firme y seguro”, sino que la existencia “se regenera constantemente” en el amor.

“Aspiren a cosas grandes, a la santidad, allí donde estén. No se conformen con menos. Entonces verán crecer cada día la luz del Evangelio, en ustedes mismos y a su alrededor”, les ha exhortado con emoción en la Misa conclusiva del Jubileo de los Jóvenes.

Esta cita ha constituido un puente entre el Papa americano y la juventud, con la que ha sabido consolidar una relación, gracias a su capacidad de hablar en tres idiomas y crear un ambiente muy espiritual, como también lo hicieron -cada uno a su manera- sus predecesores.

El Papa León XIV preside una vigilia de oración en el barrio romano de Tor Vergata el 2 de agosto de 2025, con cientos de miles de jóvenes reunidos para el Jubileo de la Juventud. (Foto CNS/Medios Vaticanos)
El Papa León XIV preside una vigilia de oración en el barrio romano de Tor Vergata el 2 de agosto de 2025, con cientos de miles de jóvenes reunidos para el Jubileo de la Juventud. (Foto CNS/Medios Vaticanos)

Aventurarse con Él “hacia los espacios eternos del infinito”

Desde el imponente escenario, invitó a los jóvenes abrirle a Dios “de par en par el corazón” y aventurarse con Él “hacia los espacios eternos del infinito”.

El Papa centró su homilía en el deseo profundo de plenitud que sienten todos los hombres y pidió a los jóvenes que no traten de aplacar la sed de su corazón con “sucedáneos ineficaces”.

“Hay una inquietud importante en nuestro corazón, una necesidad de verdad que no podemos ignorar, que nos lleva a preguntarnos: ¿qué es realmente la felicidad?”, explicó.

Así, invitó a hacer de ella “un taburete para subir y asomarnos, como niños, de puntillas, a la ventana del encuentro con Dios”. De esta manera, nos encontraremos “ante Él, que nos espera; más bien, que llama amablemente a la puerta de nuestra alma”.

El Pontífice reflexionó sobre el relato evangélico de los discípulos de Emaús —que explica que los discípulos de Jesús, tras su muerte, “se alejaban de Jerusalén atemorizados y desilusionados”, convencidos de que “ya no había nada más que esperar”.

Sin embargo, se encontraron “precisamente con Él, lo acogieron como compañero de viaje, lo escucharon mientras les explicaba las Escrituras, y finalmente lo reconocieron al partir el pan”.

El Papa recordó cómo su encuentro con Cristo resucitado transformó la tristeza en esperanza: “Sus ojos se abrieron y el gozoso anuncio de la Pascua encontró lugar en sus corazones”.

El Papa León XIV saluda a los jóvenes después de presidir una vigilia de oración con cientos de miles de ellos en el barrio romano de Tor Vergata, el 2 de agosto de 2025. La vigilia formó parte de las celebraciones del Jubileo de la Juventud. (Foto CNS/Medios Vaticanos)
El Papa León XIV saluda a los jóvenes después de presidir una vigilia de oración con cientos de miles de ellos en el barrio romano de Tor Vergata, el 2 de agosto de 2025. La vigilia formó parte de las celebraciones del Jubileo de la Juventud. (Foto CNS/Medios Vaticanos)

El encuentro con el Resucitado “cambia nuestra existencia”

Ese mismo encuentro, dijo, puede cambiar también la existencia de cada joven. “El encuentro con el Resucitado que cambia nuestra existencia, que ilumina nuestros afectos, deseos y pensamientos”, constató en este sentido.

En la Eucaristía, el Papa también abordó la experiencia de los “límites” y la “finitud” de las cosas que pasan y dijo que estos argumentos no deben ser “tabú” o elementos “que se deben evitar”.

“La fragilidad, en efecto, forma parte de la maravilla que somos”, remarcó tras citar la lectura de Qohélet y el Salmo 90 en la que comparó con la delicadeza de la hierba del campo.

“Ciertamente, es delicado, hecho con tallos delgados, vulnerables, propensos a secarse, doblarse, quebrarse; pero, al mismo tiempo, son reemplazados rápidamente por otros que florecen después de ellos”, detalló. Y subrayó: “También nosotros, queridos amigos, somos así; hemos sido hechos para esto”.

Recordando a los jóvenes su paso por Roma durante esta semana, el Pontífice valoró su participación en encuentros culturales, artísticos y religiosos en Roma: “Se han encontrado entre coetáneos provenientes de diferentes partes del mundo, pertenecientes a culturas distintas. […] Después, en el Circo Máximo, acercándose al Sacramento de la Penitencia, han recibido el perdón de Dios y le han pedido su ayuda para una vida buena”.

Asimismo, exclamó que la plenitud de nuestra existencia no depende de lo que “acumulamos ni de lo que poseemos”, sino que “más bien, está unida a aquello que sabemos acoger y compartir con alegría”.

Comprar, acumular y consumir no es suficiente

El Santo Padre dejó claro que “comprar, acumular y consumir no es suficiente”.

Y agregó: “Necesitamos alzar los ojos, mirar a lo alto, a las cosas celestiales, para darnos cuenta de que todo tiene sentido, entre las realidades del mundo, sólo en la medida en que sirve para unirnos a Dios y a los hermanos en la caridad, haciendo crecer en nosotros sentimientos de profunda compasión, de benevolencia, de humildad, de dulzura, de paciencia”.

Evocando a san Juan Pablo II, fundador de las Jornadas Mundiales de la Juventud, exclamó “nuestra esperanza es Jesús”.

“Es Él, como decía san Juan Pablo II, ‘el que suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo grande […] para mejoraros a vosotros mismos y a la sociedad, haciéndola más humana y fraterna’”, aseguró.

Concluyendo su homilía, León XIV animó a los jóvenes seguir cultivando su amistad con Cristo “con la oración, la adoración, la comunión eucarística, la confesión frecuente y la caridad generosa” y citó como modelos de esto a los beatos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, que próximamente serán proclamados santos.

Antes de impartir la bendición final, los encomendó a la Virgen María: “Los encomiendo a María, la Virgen de la esperanza. Con su ayuda, al regresar a sus países en los próximos días, en cada parte del mundo, sigan caminando con alegría tras las huellas del Salvador, y contagien a los que encuentren con el entusiasmo y el testimonio de su fe. ¡Buen camino!”.



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