El Papa León XIV enfatizó este miércoles que el amor “no es fruto del azar, sino de una elección consciente” y dejó claro que no se trata de una “simple reacción”, sino de una “decisión que requiere preparación”.
El Santo Padre arrancó desde la plaza de San Pedro un nuevo ciclo de catequesis sobre el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. En este marco, destacó que Jesús no afronta su pasión “por fatalidad”, sino “por fidelidad a un camino acogido y recorrido con libertad y cuidado”.
Para el Pontífice, esto resulta un verdadero consuelo: “Saber que el don de su vida nace de una intención profunda, no de un impulso repentino”.
En este contexto , propuso meditar sobre el sentido profundo de la palabra “preparar” que, si bien a primera vista parece sencilla, custodia en realidad “un secreto precioso de la vida cristiana”.
Para explicarlo, el Pontífice — que volverá a la localidad de Castel Gandolfo del 15 al 17 de agosto — analizó el pasaje del Evangelio de San Marcos, en el que los discípulos preguntan a Jesús dónde quiere que preparen la cena de Pascua el primer día de la fiesta de los panes ácimos.
La respuesta de Jesús parece casi un enigma: “Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua”.
En esta narración, explicó el Papa, los detalles se vuelven simbólicos: “Un hombre que lleva un cántaro —gesto habitualmente femenino en aquella época—, una sala en el piso superior ya preparada, un dueño de lacasa desconocido”.
A partir de esta imagen, el Pontífice explicó que “incluso antes de que nos demos cuenta de que necesitamos acogida, el Señor ya ha preparado para nosotros un espacio donde reconocernos y sentirnos sus amigos”.
Ese espacio, añadió, “es, en el fondo, nuestro corazón: una ‘sala’ que puede parecer vacía, pero que sólo espera ser reconocida, llenada y custodiada”.
“La Pascua, que los discípulos deben preparar, está en realidad ya preparada en el corazón de Jesús”, afirmó el Papa.
“El don de Dios no anula nuestra responsabilidad”
Así señaló que “la gracia no elimina nuestra libertad, sino que la despierta”.“El don de Dios no anula nuestra responsabilidad, sino que la hace fecunda”, añadió.
El Santo Padre indicó también que “hoy, como entonces, hay una cena que preparar. No se trata sólo de la liturgia, sino de nuestra disponibilidad a entrar en un gesto que nos supera”.
La Eucaristía se celebra en la vida cotidiana
En este sentido, explicó que “la Eucaristía no se celebra sólo en el altar, sino también en la vida cotidiana, donde es posible vivir todo como ofrenda y acción de gracias”.
“Prepararse para celebrar esta acción de gracias no significa hacer más, sino dejar espacio. Significa quitar lo que estorba, rebajar las pretensiones, dejar de cultivar expectativas irreales”, dijo el Papa. Y advirtió: “Con demasiada frecuencia, de hecho, confundimos los preparativos con las ilusiones. Las ilusiones nos distraen, los preparativos nos orientan. Las ilusiones buscan un resultado, los preparativos hacen posible un encuentro”.
“El amor verdadero —nos recuerda el Evangelio— se da incluso antes de ser correspondido. Es un don anticipado. No se basa en lo que recibe, sino en lo que desea ofrecer. Es lo que Jesús vivió con los suyos: mientras ellos aún no entendían, mientras uno estaba a punto de traicionarlo y otro de renegar de él, Él preparaba una cena de comunión para todos”.
Por ello, el Pontífice instó a los fieles a “preparar la Pascua del Señor. No sólo la litúrgica, sino también la de nuestra vida”.
Y detalló: “Cada gesto de disponibilidad, cada acto gratuito, cada perdón ofrecido por adelantado, cada esfuerzo aceptado con paciencia es una forma de preparar un lugar donde Dios puede habitar”.
Dejar de esperar que el otro cambie y "dar el primer paso"
En este sentido, invitó a preguntarse: “¿Qué significa para mí hoy preparar? Quizá es renunciar a una pretensión, dejar de esperar que el otro cambie, dar el primer paso. Quizás escuchar más, obrar menos o aprender a confiar en lo que ya está dispuesto”.
“Que el Señor nos conceda ser humildes preparadores de su presencia. Y, en esta disponibilidad cotidiana, crezca también en nosotros esa confianza serena que nos permite afrontar todo con el corazón libre. Porque donde se ha preparado el amor, la vida puede realmente florecer”, concluyó.
80 años del bombardeo atómico de Hiroshima
Al finalizar la Audiencia General, León XIV criticó “la ilusoria seguridad basada en la destrucción mutua” cuando se cumplen 80 años del bombardeo atómico de Hiroshima, ocurrido el 6 de agosto de 1945. La conmemoración del ataque a Nagasaki tendrá lugar en tres días.
“Hoy se cumple el octogésimo aniversario del bombardeo atómico de la ciudad japonesa de Hiroshima y dentro de tres días recordaremos el de Nagasaki. Deseo asegurar mi oración por todos los que han sufrido sus efectos físicos, psicológicos y sociales”, dijo el Papa ante los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
En la mañana del 6 de agosto de 1945, a las 8:15, una bomba atómica lanzada por el bombardero estadounidense Enola Gay alcanzó la altitud programada para su detonación: unos 600 metros sobre el centro de Hiroshima. En ese instante, una devastadora explosión nuclear se desató en el cielo, liberando una energía nunca antes vista. La detonación generó una bola de fuego abrasadora que, en apenas segundos, se expandió por toda la ciudad, arrasando edificios, calcinando personas y desatando un infierno de fuego y destrucción.
La potencia de la bomba, llamada “Little Boy”, fue estimada en 15 kilotones, el equivalente a 15.000 toneladas de TNT. El impacto inmediato causó decenas de miles de muertes al instante, y los efectos posteriores de la radiación provocarían la muerte de muchas más en los días, meses y años siguientes. Aquel ataque marcó un antes y un después en la historia de la humanidad, revelando el poder destructivo de las armas nucleares y dejando una cicatriz profunda en la memoria colectiva del mundo.
A pesar del tiempo transcurrido, añadió el Pontífice, “aquellos trágicos acontecimientos constituyen una advertencia universal contra la devastación causada por las guerras y, en particular, por las armas nucleares”.
De esta manera, el Papa expresó su deseo de que “en el mundo contemporáneo, marcado por fuertes tensiones y sangrientos conflictos, la ilusoria seguridad basada en la amenaza de la destrucción recíproca ceda el paso a los instrumentos de la justicia, a la práctica del diálogo y a la confianza en la fraternidad”.
Además, este martes el Santo Padre envió un mensaje al obispo de Hiroshima, Mons. Alexis Mitsuru Shirahama, en el que afirmó que “la guerra es siempre una derrota para la humanidad”.
Durante los saludos a los peregrinos de lengua italiana, el Papa dirigió un mensaje especial a varias congregaciones femeninas: “Saludo en particular a las Hermanas del Apostolado Católico, a las Siervas Misioneras del Santísimo Sacramento y a las Terciarias de San Francisco que celebran sus respectivos capítulos generales. Queridas hermanas, deseo de corazón que puedan hacer cada vez más viva en ustedes la testimonio evangélica según el carisma de fundación”.
Por último, dirigiéndose a los jóvenes, a los enfermos y a los esposos recién casados, recordó la fiesta litúrgica de la Transfiguración del Señor: “El rostro luminoso del Señor sea para ustedes motivo de esperanza y de consuelo”.
- Esta nota fue publicada originalmente en ACIPRENSA.