Emotiva carta de León XIV al seminario peruano donde enseñó: El sacerdocio es un don total de la existencia

El Papa León XIV da su bendición al concluir su audiencia general semanal en la Plaza de San Pedro en el Vaticano el 5 de noviembre de 2025. (Foto de CNS / Lola Gómez)

El Papa León XIV dirigió una carta a los seminaristas del Seminario Mayor Arquidiocesano “San Carlos y San Marcelo” de Trujillo, donde él sirvió como profesor y director de estudios durante sus años de servicio en Perú.

En su misiva, el Santo Padre recuerda el verdadero propósito de los seminarios e invita a los candidatos a redescubrir la belleza del sacerdocio como una entrega total de la vida a Cristo. Les anima a tener un corazón limpio, a cultivar la oración y la doctrina y a huir de toda visión mundana del ministerio.

La carta del Papa se enmarca en la celebración de los 400 años de la fundación del seminario trujillano, erigido el 4 de noviembre de 1625 por el entonces Obispo de Trujillo, Mons. Carlos Marcelo Corne.

El sacerdocio, un don total de la existencia

Al comienzo de su carta, el Pontífice afirma que la primera tarea de quienes aspiran al sacerdocio es “estar con el Señor, dejar que Él los forme, conocerlo y amarlo, para poder asemejarse a Él”, y explica que el seminario es el lugar donde esta experiencia puede vivirse de manera concreta.

Durante los años de formación, el Papa subraya la importancia de “dejar que el Señor aclare las motivaciones y purifique las intenciones”, recordando que el sacerdocio no debe entenderse como “una meta externa ni una salida fácil a problemas personales; tampoco como una huida de aquello que no se quiere afrontar, ni un refugio ante dificultades afectivas, familiares o sociales”. Más bien, insiste, se trata de “un don total de la existencia”.

Recuerda también que el sacerdocio debe ser una elección libre, pues “sólo en la libertad es posible donarse: atado a intereses o miedos nadie se entrega”. De este modo, aclara que lo decisivo “no es ordenarse, sino ser verdaderamente sacerdotes”.

“Cuando se lo piensa en claves mundanas, el ministerio se confunde con un derecho personal, un cargo distribuible; se transforma en mera prerrogativa o en función burocrática”, advierte.

Por el contrario, explica, el sacerdocio nace de la “elección del Señor” para que “den un constante testimonio de fidelidad y de amor”. Por ello, alerta que “quien busca el sacerdocio por motivos mezquinos, se equivoca de cimiento y construye sobre arena”.

Discernimiento continuo para tener un corazón limpio

El Papa León XIV presenta el seminario como “un camino de rectificación interior”, en el que es esencial buscar la rectitud de intención. Para alcanzar “esta transparencia”, el Pontífice recomienda la confesión frecuente, una dirección espiritual sincera y obediencia a quienes acompañan el discernimiento.

“La Iglesia pide seminaristas de corazón limpio, que busquen a Cristo sin doblez y no se dejen atrapar por el egoísmo o la vanidad”, remarca. “Esto —agrega el Papa—, requiere un discernimiento continuo” y sinceridad ante Dios y los formadores.

León XIV reflexiona además sobre la importancia de la oración, destacando que “no es un ejercicio accesorio”, sino la clave para mantener un trato personal con Jesús. En este sentido, recalca que la oración “es la inversión más fecunda de la vida, porque allí el Señor moldea los sentimientos, purifica los deseos y fortalece la vocación. ¡No puede hablar de Dios el que poco habla con Dios!”.

Doctrina y oración: un único camino que conduce a Cristo

El Santo Padre exhorta a los seminaristas a cultivar tanto la vida espiritual como la formación intelectual, recordando que la doctrina es un elemento indispensable para el encuentro con el Señor. “El trabajo intelectual, especialmente el teológico, es una forma de amor y de servicio, necesaria para la misión, siempre en plena comunión con el Magisterio”, afirma.

El Papa explica que el estudio permite al sacerdote anunciar al Señor con claridad, y advierte que “la oración y la búsqueda de la verdad no son caminos paralelos, sino un único sendero que lleva al Maestro”.

“Una piedad sin doctrina se vuelve un sentimentalismo frágil; una doctrina sin oración se convierte en algo estéril y frío. Cultiven ambas con equilibrio y pasión, sabiendo que sólo así podrán anunciar auténticamente lo que viven y vivir con coherencia lo que anuncian”, exhorta el Pontífice.

“No existe sacerdocio a medias”

El Papa León XIV recuerda a los futuros sacerdotes que su vocación consiste en “ser hostia junto con Cristo”. De este modo, explica, “cuando la cruz se asume como parte inseparable de la vida, la Eucaristía deja de percibirse sólo como un rito y se convierte en el verdadero centro de la existencia”.

“Ser padre no es algo que se hace, sino algo que se es”, subraya el Papa. “Un verdadero padre no vive para sí, sino para los suyos: se alegra cuando sus hijos crecen, sufre cuando se pierden y espera con paciencia cuando se alejan”.

En este contexto, el Papa explica que el celibato, la obediencia y la pobreza son expresiones concretas de la paternidad sacerdotal, en la que “se reconoce al sacerdote como verdadero padre, capaz de guiar a sus hijos espirituales hacia Cristo con firmeza y amor. No existe paternidad a medias, ni sacerdocio a medias”.

Asimismo, recuerda que los candidatos al sacerdocio están llamados a “huir de la mediocridad”, especialmente ante “peligros muy concretos”, como “la mundanidad que disuelve la visión sobrenatural de la realidad, el activismo que agota, la dispersión digital que roba interioridad, las ideologías que desvían del Evangelio y, no menos grave, la soledad de quien pretende vivir sin el presbiterio y sin su obispo”.

Dado que “un sacerdote aislado es vulnerable”, el Papa subraya que la fraternidad y la comunión sacerdotal “son intrínsecas a la vocación”. “La Iglesia necesita pastores santos que se entreguen juntos, no funcionarios solitarios; sólo así podrán ser testigos creíbles de la comunión que anuncian”, afirma.

Al concluir su carta, el Pontífice asegura que el seminario “es un don inmenso y exigente” y les expresa su cercanía, recordándoles que no están solos. Finalmente, les exhorta a aprovechar el tiempo y a vivir cada día “como un tesoro irrepetible”.

- Esta nota fue publicada originalmente en ACIPRENSA.



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