"Todo por Jesús": la formación del obispo Monforton en Detroit forjó su fe

El Obispo Jeffrey M. Monforton eleva la Eucaristía durante una Misa celebrada en la St. Bernard Parish en Beverly, Ohio, en el marco de una Jornada de Avivamiento Eucarístico en la Diócesis de Steubenville, Ohio. El 26 de septiembre, el Papa Francisco anunció que el Obispo Monforton, que nació, creció y recibió su vocación en la Arquidiócesis de Detroit, regresaría a la diócesis que lo vio nacer para servir como el 32º obispo auxiliar de Detroit. (Cortesía de la Diócesis de Steubenville)

El nuevo obispo auxiliar de Detroit nació y creció con la mentalidad de la Motor City y, como buen pastor, tiene un profundo amor y compromiso con Cristo

DETROIT — No basta con decir que el obispo Jeffrey M. Monforton conoce la Arquidiócesis de Detroit en profundidad.

El nuevo obispo auxiliar de Detroit no sólo creció en la Motor City, sino que además sirvió como sacerdote a los fieles de Detroit durante 18 años.

Durante seis de esos años, fue rector y presidente del Sacred Heart Major Seminary, donde se dedicó a formar a los futuros sacerdotes de Detroit y a moldear innumerables vocaciones en el sureste de Michigan y otros lugares.

Cuando era un sacerdote joven, trabajó como secretario del arzobispo cardenal de Detroit, lo que le permitió aprender sobre la arquidiócesis a través de la perspectiva de su director espiritual en ese momento, el Cardenal Adam J. Maida.

Por un tiempo, antes de que el Papa Benedicto XVI lo llamara al ministerio episcopal en 2012, fue párroco de St. Andrew en Rochester, la parroquia más grande de la Arquidiócesis de Detroit.

Si bien durante los últimos 11 años el Obispo Monforton ha sido obispo de la Diócesis de Steubenville en Ohio, Detroit sigue estando en su corazón.

"Cuando me pidieron que fuera párroco de St. Andrew, jamás pensé que algún día me iría de allí", dijo el Obispo Monforton en una entrevista a Detroit Catholic. "Esperaba estar allí 21 años (hasta los 70 años, la edad de jubilación para los sacerdotes). Pero, obviamente, el Señor tenía otros planes".

El 28 de septiembre, la Santa Sede anunció que el Obispo Monforton regresaría al sureste de Michigan como el 32º obispo auxiliar para la Arquidiócesis de Detroit, un nombramiento que tiene un sabor agridulce debido a las amistades y conexiones que hizo en Ohio.

Sin embargo, el amor del Obispo Monforton por Detroit sigue siendo el mismo.

"Voy a compartir un dato poco conocido", bromea el Obispo Monforton, destacando su conexión con Detroit. "Los Detroit Lions tienen su origen en Ironton, Ohio, en el sur de la Diócesis de Steubenville. Originalmente, se llamaban Ironton Tanks y eran un equipo semiprofesional en los años 20. Finalmente fueron comprados por Portsmouth, que a su vez fue comprado por Detroit.

"Ese equipo también jugaba futbol el Día de Acción de Gracias", añade el Obispo Monforton, haciendo referencia a la tradición del partido anual de los Detroit Lions el Día de Acción de Gracias. "Ahí tienes un dato curioso para tu próxima partida de Trivial Pursuit".

‘Nunca dejé de sentir esta vocación’

El Obispo Monforton se siente profundamente agradecido y bendecido por la oportunidad de regresar a su ciudad natal y servir en la arquidiócesis en la que descubrió su vocación y amor por el Señor.

Los padres del Obispo Monforton, Marc y Virginia, que crecieron en Westland, un suburbio al oeste de la ciudad, no dudaron en transmitir la fe a sus tres hijos desde que eran pequeños. Junto con sus hermanos menores, David y Daniel, el Obispo Monforton recuerda que iba a Misa todos los domingos en la SS. Simon and Jude Parish y que se tomaba muy en serio los días de precepto.

"Mi familia era muy devota. Recuerdo que de niño íbamos a la Misa del Viernes Santo. Con unos amigos, creíamos que, si salíamos a la calle entre las 12 y las 3 de la tarde, nos íbamos a quemar", dijo riendo el Obispo Monforton. "Los niños son niños, pero mis padres eran muy devotos".

Además de enseñar a sus hijos a rezar el Rosario, el Padrenuestro y a profesar el Credo, "me inculcaron el amor a la Iglesia y el amor a la fe", recuerda el Obispo Monforton. "Fueron un gran ejemplo para mis hermanos y para mí".

El Obispo Monforton tuvo el presentimiento de que el Señor podría llamarlo al sacerdocio después de su confirmación en octavo grado, pero "también pensaba que ser esposo y padre podría ser mi vocación, y ese pensamiento me reconfortaba", dijo el Obispo Monforton.

El Obispo Monforton da la homilía durante la Misa con los miembros de la United States Conference of Catholic Bishops' Region VI que se reunieron en la Basilica of St. John Lateran el 10 de diciembre de 2019, durante su visita "ad Limina Apostolorum" a la Santa Sede. (Foto cortesía de la Catholic News Agency)
El Obispo Monforton da la homilía durante la Misa con los miembros de la United States Conference of Catholic Bishops' Region VI que se reunieron en la Basilica of St. John Lateran el 10 de diciembre de 2019, durante su visita "ad Limina Apostolorum" a la Santa Sede. (Foto cortesía de la Catholic News Agency)

Mientras cursaba el último año en el Wayne Memorial High School, la idea del sacerdocio comenzó a resurgir. Su padre lo llevó al Sacred Heart Seminary para que hablara con el director de vocaciones, pero no le pareció que fuera el lugar para él.

"Así que, en vez de eso, fui a la Wayne State University, pero la vocación nunca me abandonó", dijo el Obispo Monforton.

Su padre nunca lo presionó en ninguna de las dos direcciones, y años más tarde, el Obispo Monforton descubrió por qué.

"Cuando murió mi padre en 2003, me enteré de que él había pensado en la idea de ir al seminario antes de conocer a mi madre", dijo el Obispo Monforton. "Por supuesto, estoy muy agradecido de que conociera a mi madre, pero eso hizo que ambos me apoyaran mucho cuando finalmente les dije que estaba pensando en entrar al seminario".

En el invierno de 1986, el llamado de Dios era tan fuerte que ya no podía ignorarlo.

En febrero, terminó con su novia y asistió a un fin de semana de discernimiento en el Sacred Heart justo antes de Semana Santa. En agosto de ese mismo año entró en el seminario.

"No fue una negociación con el Señor, sino una elección consciente y bien pensada", recuerda el Obispo Monforton. "Estaba más seguro de que iba a ser sacerdote que esposo y padre, pero seguía siendo parte del proceso de discernimiento. El discernimiento consiste en elegir entre dos cosas buenas, y para mí, ambas opciones eran valiosas".

Sintió el llamado en Detroit y se formó en Roma

Durante los años universitarios del Obispo Monforton en el Sacred Heart, la Arquidiócesis de Detroit tomó la decisión de cerrar el St. John’s Provincial Seminary en Plymouth Township, y en 1988, el Sacred Heart Major Seminary lo sucedió como el seminario mayor para la arquidiócesis.

Sin embargo, antes de que pudiera completar su solicitud, el rector informó al Obispo Monforton que el Cardenal Edmund C. Szoka, arzobispo de Detroit en aquel momento, había decidido mandarlo a Roma para estudiar teología en el Pontifical North American College.

"Por otro lado, sabía que había otro seminario llamado American College en Lovaina, Bélgica. Mi familia tiene raíces francesas, así que le comenté al rector que tal vez Lovaina era una mejor opción", dijo el Obispo Monforton. "Y él se echó a reír y me contestó: 'Jeff, las cosas no funcionan así'".

Pasó cinco años en Roma, donde obtuvo la Licenciatura en Teología con una especialización en Espiritualidad, inmerso en el epicentro espiritual de la Iglesia Católica. Algo muy especial para él fue poder invitar a sus padres a Roma cuando recibió su candidatura -y el collar romano- y para su ordenación diaconal.

"Tuvimos una audiencia individual con el Papa San Juan Pablo II, y tuve la oportunidad de presentarle a mis padres", dijo el Obispo Monforton. "Tengo una foto de aquel día en mi casa, y mi mamá tiene una copia en la cocina".

Además de sus estudios, el Obispo Monforton dedicó tiempo a atender a las personas sin hogar en el albergue de San Gregorio Magno al Celio, dirigido por las Misioneras de la Caridad y Santa Teresa de Calcuta, a quien tuvo el privilegio de conocer.

El entonces P. Jeffrey M. Monforton en 2005. Según el Obispo Monforton, que creció en Westland, fue gracias a la influencia de su familia que se formó en su fe a una edad temprana. (Foto de archivo de la Arquidiócesis de Detroit)
El entonces P. Jeffrey M. Monforton en 2005. Según el Obispo Monforton, que creció en Westland, fue gracias a la influencia de su familia que se formó en su fe a una edad temprana. (Foto de archivo de la Arquidiócesis de Detroit)
La iglesia de San Gregorio Magno al Celio se encuentra en la Diócesis de Roma. Cuando era seminarista, el Obispo Monforton trabajó en el albergue para personas sin hogar de la iglesia, dirigido por las Misioneras de la Caridad.
La iglesia de San Gregorio Magno al Celio se encuentra en la Diócesis de Roma. Cuando era seminarista, el Obispo Monforton trabajó en el albergue para personas sin hogar de la iglesia, dirigido por las Misioneras de la Caridad.

Providencialmente, San Gregorio también era la iglesia Romana del Cardenal Szoka (a cada cardenal se le asigna una iglesia "titular" en la Diócesis de Roma), que en 1990 había sido nombrado presidente de la Prefectura para Asuntos Económicos de la Santa Sede, encargada de supervisar las finanzas del Vaticano.

"El Cardenal Szoka visitaba a los seminaristas de Detroit frecuentemente - en un momento dado éramos seis allí", dijo el Obispo Monforton. "El Cardenal Adam J. Maida (que fue nombrado arzobispo de Detroit en 1990) también nos visitaba cuando venía a la ciudad".

Mientras trabajaba en el refugio, el Obispo Monforton tuvo el privilegio de conocer a Santa Teresa de Calcuta. Este encuentro, además de su audiencia con San Juan Pablo II, le proporcionaron el "combustible espiritual" que necesitaba para alimentar su joven vocación.

"Es increíble", afirma. "Cuando miro hacia atrás, dos de los mayores santos del siglo XX fueron San Juan Pablo II y Santa Teresa de Calcuta, y tuve el privilegio de conocer a ambos".

Como parte de sus actividades apostólicas, el Obispo Monforton enseñó religión en la escuela secundaria, y sirvió durante dos años en la base naval de Estados Unidos en Nápoles, Italia, bautizando, enseñando el Rito de Iniciación Cristiana para Adultos y visitando a familias de militares como diácono transitorio. En aquel momento, Mons. Timothy Hogan, sacerdote de la Arquidiócesis de Detroit, era capellán en la base naval.

"El trabajo de los capellanes en el ejército no tiene comparación. Por lo general, la parroquia donde trabajan no es una parroquia estable. La gente va y viene, y al mismo tiempo, pueden estar viviendo en una zona que es algo hostil para los católicos, o al menos para los estadounidenses", dijo el Obispo Monforton. "(Mons. Hogan) tuvo una influencia muy fuerte y positiva en mí como sacerdote".

Primeras lecciones sobre el liderazgo episcopal

El 25 de junio de 1994, el Obispo Monforton, junto con el P. David Burgard, fueron ordenados sacerdotes para la Arquidiócesis de Detroit en la Cathedral of the Most Blessed Sacrament en Detroit.

Después de pasar dos años como párroco asociado de la National Shrine of the Little Flower Basilica en Royal Oak, y de enseñar en la escuela secundaria de la parroquia, el Obispo Monforton recibió de nuevo un pedido especial de su obispo. El Cardenal Maida, quien lo había ordenado, quería que el entonces P. Monforton fuera su sacerdote-secretario personal.

Desde 1998 hasta 2005, vivió, viajó y sirvió junto al cardenal por toda la Arquidiócesis de Detroit y sus alrededores, con lo que pudo ver de cerca el funcionamiento interno de la Iglesia.

En ese momento, él no lo sabía, pero esos siete años resultarían cruciales para su formación cuando, años más tarde, recibiera su propia llamada episcopal.

"Cuando llevaba al Cardenal Maida en coche, él solía sentarse en el asiento del acompañante y revisar sus mails mientras yo conducía", recuerda el Obispo Monforton. "Teníamos la oportunidad de hablar, y yo no me daba cuenta de que esas conversaciones estaban contribuyendo a mi formación. Yo simplemente estaba contento de poder servir al cardenal".

El entonces P. Jeffrey M. Monforton (izquierda) asiste al Cardenal de Detroit, Adam J. Maida en una Misa al aire libre en el St. John's Center en Plymouth durante el Congreso Eucarístico en el año 2000. El Obispo Monforton fue sacerdote-secretario personal del Cardenal Maida durante siete años, dese 1998 hasta 2005, aprendiendo los detalles y aspectos internos de la Arquidiócesis de Detroit y adquiriendo valiosas lecciones sobre el servicio episcopal. (Larry A. Peplin | Detroit Catholic file photo)
El entonces P. Jeffrey M. Monforton (izquierda) asiste al Cardenal de Detroit, Adam J. Maida en una Misa al aire libre en el St. John's Center en Plymouth durante el Congreso Eucarístico en el año 2000. El Obispo Monforton fue sacerdote-secretario personal del Cardenal Maida durante siete años, dese 1998 hasta 2005, aprendiendo los detalles y aspectos internos de la Arquidiócesis de Detroit y adquiriendo valiosas lecciones sobre el servicio episcopal. (Larry A. Peplin | Detroit Catholic file photo)

Aprendió muchas lecciones del cardenal, entre ellas una importante sobre liderazgo y servicio.

"Tenía un corazón muy bondadoso, incluso cuando tenía que tomar decisiones difíciles", dijo el Obispo Monforton. "El Cardenal Maida encarnaba las cualidades de un buen pastor, tal como el Papa Francisco lo describe en su encíclica Fratelli tutti, y yo aprendí de eso. Recuerdo que una vez me dijo: 'Realmente tienes una buena relación con los sacerdotes de Detroit'. Y yo le respondí: 'Por supuesto. Son mis hermanos. En algún momento dejaré de ser tu secretario. Voy a ser pastor, y estos son mis hermanos'".

Si bien ninguno de los dos sabía lo que iba a suceder en el futuro, Monseñor Monforton (a quien el Papa Benedicto XVI dio el título de "monseñor" en 2005) tuvo su primera oportunidad de servir a sus hermanos sacerdotes en 2006, cuando el cardenal le pidió que se convirtiera en el duodécimo rector del Sacred Heart Major Seminary.

En los años anteriores, formó parte del cuerpo docente del seminario y también colaboró durante los fines de semanas en la St. Paul on the Lake Parish en Grosse Pointe Farms y en la St. Jane Frances de Chantal Parish en Sterling Heights.

Como rector del seminario y, por lo tanto, el principal responsable de la formación de los futuros sacerdotes de Detroit, Mons. Monforton se tomó su trabajo muy en serio.

"Realmente tienes que poner tu corazón y tu mente en esta tarea, y eso es lo que traté de hacer como rector", explicó el Obispo Monforton, quien también fue párroco de la St. Therese of Lisieux Parish en Shelby Township entre 2005 y 2006. "Es fácil memorizar el Catecismo. Pero poner en práctica el amor a Dios y al prójimo es algo totalmente diferente, y eso fue lo que traté de inculcar en mis seminaristas, asegurándome de que tuvieran el Sagrado Corazón de Jesús".

Con el fin de lograr este objetivo, Mons. Monforton animó a los seminaristas y al profesorado a visitar frecuentemente a los vecinos y conocer sus necesidades para comprometerse con la comunidad de Detroit.

"En julio, solía podar los árboles alrededor del seminario, y por la mañana me encontraba con gente que estaba paseando con sus hijos, y teníamos la oportunidad de hablar", dijo el Obispo Monforton. "Era muy importante para nosotros tomar conciencia de que formábamos parte de la comunidad".

‘Tu vida está al servicio de la gente’

En 2012, el Arzobispo Allen H. Vigneron nombró a Mons. Monforton párroco de la comunidad de 5,000 familias de la St. Andrew Parish en Rochester, convirtiéndose así en parte de la comunidad más grande de la Arquidiócesis de Detroit.

Esa misión duró solo siete semanas.

"Supongo que, en ese momento, el Papa Benedicto tenía otros planes, porque fue entonces cuando llegó el anuncio de que yo iba a ir a Steubenville", dijo el Obispo Monforton.

El nombramiento como obispo de Steubenville el 3 de julio de 2012 fue una sorpresa inesperada para todos, especialmente para él.

El Obispo Monforton explicó que esperaba permanecer en St. Andrew durante muchos años -quizás décadas- y declaró al periódico The Michigan Catholic en aquel momento que estaba "sorprendido" por la llamada telefónica del nuncio papal.

"Jamás me imaginé algo así", dijo.

Fue ordenado quinto obispo de Steubenville en una liturgia celebrada en la Franciscan University en Steubenville el 10 de septiembre de 2012.

Durante los últimos 11 años, ha servido a la diócesis del sureste de Ohio -la más pequeña del estado, con menos de 30,000 católicos- con amor, energía y una pasión por la evangelización que, según él, es el resultado de una infancia marcada por la fe en la Arquidiócesis de Detroit.

Se propuso visitar cada una de las 51 parroquias de Steubenville, repartidas en 5,910 millas cuadradas y 13 condados, recorriendo más de 350,000 millas en dos coches, como si tuviera la misión de llevar la palabra de Cristo a todas las personas de la diócesis.

El Obispo Jeffrey M. Monforton desayuna con seminaristas de la Diócesis de Steubenville en el Pontifical College Josephinum, Columbus, Ohio, el 15 de septiembre. (Cortesía del Steubenville Register)
El Obispo Jeffrey M. Monforton desayuna con seminaristas de la Diócesis de Steubenville en el Pontifical College Josephinum, Columbus, Ohio, el 15 de septiembre. (Cortesía del Steubenville Register)

Si bien no han faltado obstáculos en el camino, como la propuesta de fusión de la diócesis con la vecina Diócesis de Columbus el año pasado, que dio lugar a discusiones y desacuerdos, el Obispo Monforton dice que sólo siente amor por la gente de Steubenville, aunque espera con ilusión volver a sus raíces en Detroit.

"Una de las cosas que aprendí del Cardenal Maida fue que, como obispo, tu vida ya no es tuya", señaló el Obispo Monforton. "Tu vida es para la gente. La triple tarea (de un obispo) es enseñar, santificar y gobernar, y tienes que tratar de encontrar el equilibrio entre todo eso y amar a tus sacerdotes y a tu gente, independientemente de los obstáculos que se presenten".

“A diferencia del párroco de una parroquia o del rector de un seminario, puede ser difícil para un obispo establecer relaciones personales cercanas con todos los miembros de la comunidad,” dijo el Obispo Monforton. “Pero también tiene sus bendiciones”.

"Como obispo, vas a escuchar más quejas que cumplidos. La mayor parte del tiempo estás haciendo triage espiritual", dijo el Obispo Monforton. "Es una gran responsabilidad ser obispo, pero al mismo tiempo le digo a la gente que todo es por Jesús. Todo es por la alegría del Evangelio".

El papel de un obispo es ser un pastor, dijo, no una solución a un problema - no importa lo molesto que el problema pueda ser.

"Si piensas en la Iglesia primitiva y en los desafíos que tuvo, estoy muy agradecido de que nosotros no seamos la solución", dijo el Obispo Monforton. "Jesucristo es la solución, y al final todo gira en torno a Jesús. Eso es lo que la Iglesia tiene que proclamar siempre.

“‘Everything for Jesus’, es como lo decimos en inglés", concluyó el Obispo Monforton. "Todo para Jesús".



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