Miembros de coros se reunieron para formarse y renovar su vocación de servicio a través del canto
ECORSE - El pasado 7 de junio, la Parroquia St. Andre Bessette se llenó de cantos, reflexión y fraternidad durante el Taller de Capacitación para el Ministerio de Coro organizado por OCP, en colaboración con la Asociación Nacional de Músicos Pastorales.
La iniciativa reunió a directores de coro, músicos y miembros de coros litúrgicos y ministeriales de distintas comunidades, unidos por el deseo de profundizar en su servicio y crecer en su vocación.
La encargada de guiar esta jornada formativa fue Anna Betancourt, reconocida vocalista, compositora y directora coral con más de 35 años de experiencia en música litúrgica. Con calidez y sabiduría, Anna invitó a los participantes a redescubrir el papel esencial de la música en la liturgia y a asumir con mayor conciencia su misión como discípulos y servidores a través del canto.
Basado en los principios del documento Cantemos al Señor: La Música en el Culto Divino, el taller se enfocó en fortalecer el ministerio musical litúrgico con prácticas efectivas. Los participantes aprendieron sobre la importancia de la liturgia, cómo conducir un ensayo correctamente, la razón detrás del canto en la Misa y las directrices del misal romano para músicos, además de criterios para elegir cantos adecuados. Por la tarde se trabajaron los cuatro sistemas básicos para cantar: respiración, fonación, resonancia y articulación.
Con un costo accesible, desayuno, almuerzo y servicio de cuidado infantil incluidos, el taller fue un día de encuentro, aprendizaje y renovación, en el que los asistentes no solo adquirieron herramientas prácticas, sino también una visión más profunda de la belleza y responsabilidad de su ministerio.
Una vida al servicio del canto litúrgico
Anna Betancourt nació en Estados Unidos, en el seno de una familia mexicana que le inculcó el amor por la fe y el servicio. Estudió psicología y música, pero fue la música litúrgica la que finalmente la conquistó.
Comenzó a transitar ese camino desde niña, acompañando a su madre al coro parroquial. A los siete años ya tocaba piano y acordeón, y a los 16 dirigía un coro infantil. Además de haber dado clases en una escuela católica, ha colaborado con coros juveniles, infantiles, adultos y bilingües, tanto en español como en inglés. Fue directora del coro hispano de la Catedral de Los Ángeles por 12 años, y ha formado parte de comités arquidiocesanos y congresos nacionales.
Betancourt reconoce que parte de su misión es acompañar a músicos hispanos en su formación, una vocación que nació de una necesidad concreta. En una entrevista con Detroit Catholic en español, Anna explicó que desde pequeña sus padres le inculcaron la fe y el valor de servir con generosidad, algo que la impulsó a dedicar su vida a la comunidad hispana.
“Nuestra comunidad muchas veces no tiene acceso a formación profesional. A veces se nos pone al frente de un coro solo porque tocamos la guitarra, pero dirigir requiere conocimiento y preparación. Yo tuve la bendición —gracias a los sacrificios de mis padres— de poder formarme. Por eso dedico mi vida a enseñar y compartir lo que aprendí, para que otros también se desarrollen”, explicó.
Este impulso por enseñar también proviene del gozo profundo que siente al escuchar cantar al pueblo. “Cuando cantamos juntos, no solo unimos nuestras voces. Nos unimos en oración, en fe. Escuchar una iglesia repleta de voces cantándole al Señor me llena más que cualquier otra cosa. Poder instruir al pueblo para alabar al Señor me hace feliz”, compartió.
Durante la entrevista, Anna Betancourt reconoció que, aunque no busca la perfección, siempre exige lo mejor de sí misma y de los demás. Con firmeza y entusiasmo alienta a los músicos hispanos a esforzarse por mejorar.
“Sé que muchas veces nos conformamos con lo mediocre, pero yo pido más empeño y dedicación. Hoy en día, con los celulares, puedes grabar el ensayo y practicar en casa cada día. Aunque no leas música, tenemos el oído, un don que debemos cultivar. Escuchar y repetir varias veces tu parte te dará la seguridad para cantar con confianza en la Misa”.
Enfrentando retos y construyendo puentes
Según Anna Betancourt, uno de los principales desafíos que enfrenta la comunidad hispana es la falta de atención y recursos por parte de los párrocos, quienes suelen brindar más apoyo a la comunidad de habla inglesa, tanto en financiamiento como en materiales.
En muchas parroquias, al coro en español se le asigna a alguien que ni siquiera sabe leer música. Sin embargo, la cantante agradece que cada vez más jóvenes hispanos están formándose en música, algunos incluso en la universidad.
Otro reto importante es que muchas familias hispanas deben trabajar y no tienen tiempo para formarse, ya que los jóvenes deben ayudar económicamente en sus hogares.
Además, Anna señala que a veces la comunidad hispana tiende a menospreciarse a sí misma. Frente a estas realidades, ella busca tender puentes.
“Trabajo para unir a las comunidades, para que todos sean tratados con justicia y respeto y así ocupar un lugar en la Iglesia que es de todos. Qué bonito es cuando podemos unirnos hispanos, anglos, filipinos y vietnamitas en un solo canto”.
Su papel como puente entre culturas y lenguas ha sido clave. “Conozco bien ambas comunidades. Me respetan y confían en mí. Eso facilita mucho mi trabajo. A veces basta con que yo diga ‘hagámoslo así’ para que todos estén de acuerdo. Es una gracia poder servir así”.
En este sentido, Anna destacó el compromiso de la Arquidiócesis de Detroit con la comunidad hispana, señalando que “la arquidiócesis ofrece mucha ayuda y apoyo, algo que no muchas diócesis hacen. Me parece que Detroit es algo especial por el aporte que brinda a nuestra comunidad”. Además, dijo que “ellos abren las puertas y dan las oportunidades, pero es la gente quien debe decir ‘ahí estaré’ y responder al llamado. Eso es muy importante”.
También resaltó la bendición que representa para los hispanos contar con líderes que realmente los tienen en cuenta, “que quieren que avancemos, que no nos quedemos atrás y que sigamos con la misión que el Señor nos ha dado”.
Una experiencia transformadora
Al taller asistieron aproximadamente 40 personas, quienes pusieron mucho empeño por aprender, algo que la llenó de esperanza.
“Son personas que trabajan toda la semana, pero el domingo, día del Señor, le entregan lo mejor de sí. Me fascina trabajar con la comunidad hispana porque su fe es sencilla, pero verdadera y genuina. Aunque a veces no es mucho lo que pueden dar, siempre buscan ofrecer lo mejor al Señor con gran compromiso”.
Para muchos asistentes, el taller fue una oportunidad de renovación personal y comunitaria. Sylvia Checklet, miembro del coro de St. Andre Bessette con más de cuatro décadas de servicio, compartió con franqueza lo que significó para ella participar.
“Tengo 46 años en el coro, y todavía me siento muy ignorante de cómo debe de ser una persona que canta en el coro. No sé leer música, pero sé que mi voz es un don que Dios me dio y lo pongo al servicio de la Iglesia”.
A sus 75 años, Sylvia dijo haberse sentido profundamente tocada por la enseñanza de Betancourt. “Aprendí mucho. Ojalá que no se me olvide y lo pueda aplicar. Fue una cosa magnífica. Creo que todos los coros deberíamos tener este tipo de capacitaciones”, afirmó.
Reconoció que hay aspectos que deben mejorar en su grupo, como la preparación de los ensayos o saber qué cantos son los apropiados para los diferentes tiempos litúrgicos. También compartió que el taller la ayudó a valorar aún más la responsabilidad que implica cantar en Misa.
“No es por quedar bien con la gente, sino con Dios Nuestro Señor. Tenemos que ser más disciplinados y respetuosos con lo que estamos haciendo”.
El mensaje de fondo fue claro: el canto litúrgico no es un simple acompañamiento, sino una verdadera oración comunitaria que une, eleva y transforma. Una experiencia viva de fe, donde cada nota, cada esfuerzo y cada voz cuenta.