DETROIT - Después de que el Vaticano anunciara el fallecimiento del Papa Francisco el 21 de abril, el Arzobispo Edward J. Weisenburger emitió el siguiente comunicado:
Con profunda tristeza comparto con los fieles de la Arquidiócesis de Detroit que nuestro amado Santo Padre, el papa Francisco, ha fallecido. Mi corazón está afligido, pues el mundo ha perdido una voz poderosa, profética y llena de amor. Sin embargo, también me llena de esperanza la certeza de que ahora goza de una recompensa bendita, de una alegría que supera todo entendimiento, por haber sido un verdadero y amoroso Pastor Universal.
Nuestro Santo Padre dijo una vez: “Algunos se preguntan por qué quise llamarme Francisco. Para mí, Francisco de Asís es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y protege la creación”. Aunque resulta imposible medir el impacto que el papa Francisco ha tenido en nuestra Iglesia y en el mundo, estoy convencido de que estos tres aspectos que él mismo destacó dejarán una huella duradera.
En primer lugar, el papa Francisco vivió con auténtico espíritu de pobreza, especialmente en su desapego de las cosas materiales y en su sencillez de vida. Con su ejemplo, dio un testimonio profundo de que es posible superar la tentación del tener, del poder y del control—valores vacíos y destructivos que ofrece el secularismo. En segundo lugar, su compromiso con la paz se manifestó en su constante llamado a poner fin a toda forma de violencia y guerra. Como verdadero icono de Cristo, las heridas más profundas del Santo Padre se reflejaban en el dolor causado por la violencia, la muerte y la destrucción en el mundo—realidades contra las que levantó su voz con firmeza. Su claro y persistente llamado a la paz fue, sin duda, un eco de la voz del mismo Cristo. Y finalmente, como defensor y amante de la creación, nos mostró cómo los verdaderos discípulos valoran el mundo creado y los dones que Dios nos ofrece a través de él. Recurriendo con profundidad a la Sagrada Escritura, el papa Francisco nos recordó que somos administradores y custodios de la creación, no dueños que pueden destruir irresponsablemente lo que se nos ha confiado con amor. En este campo, sus palabras proféticas y su ejemplo han tocado especialmente el corazón de muchos jóvenes en todo el mundo.
Una cita final de nuestro Santo Padre que podría servirnos para la reflexión es, sencillamente:
“Un poco de misericordia hace que el mundo sea menos frío y más justo”.
Pido de corazón a todos los fieles que recen un rosario por el eterno descanso del alma de nuestro Santo Padre, o que participen en una Misa en su memoria. Que nuestras oraciones lo acompañen en su gran viaje hacia el corazón de todo Amor.
Asimismo, pido que recen por los Cardenales de la Iglesia, pidiendo a Dios que pronto sea elegido un nuevo Sucesor de San Pedro.
Dale, Señor, el descanso eterno, y brille para él la luz perpetua. Que su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Amén.