Papa Francisco: La verdadera riqueza no son las cosas materiales

Foto por shraga kopstein en Unplash

El Papa Francisco aseguró que “la verdadera riqueza no son los bienes de este mundo”, sino que es “ser amados por Dios y aprender a amar como Él”.

Así lo dijo el Santo Padre a los fieles congregados este domingo 13 de octubre en la Plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus.

Al recordar que el Evangelio de hoy (Mc 10,17-30) presenta el pasaje del joven rico a quien Jesús “lo invita a dejar todo y a seguirlo” pero que se retira triste porque tenía muchas riquezas, el Papa señaló que “podemos ver aquí los dos movimientos de este hombre: al principio, corre para ir a ver a Jesús; al final, sin embargo, se marcha triste”.

Al ir corriendo a ver a Jesús, indicó el Pontífice, es como si algo en el corazón del joven “le impulsara: en efecto, a pesar de tener tantas riquezas, se siente insatisfecho, lleva dentro una inquietud, va en busca de una vida plena”.

“Como hacen a menudo los enfermos y los endemoniados, se ve en el Evangelio, se postra a los pies del Maestro; es rico, y sin embargo necesita ser sanado”, resaltó, destacando a continuación que “Jesús lo mira con amor; luego, le propone vender todo lo que posee, darlo a los pobres y seguirlo”.

“Pero, en este punto, llega una conclusión inesperada: ¡ese hombre pone cara triste y se va! Tan grande e impetuoso ha sido su deseo de conocer a Jesús, como fría y rápida ha sido su despedida de Él”, lamentó.

El Papa resaltó entonces que “también nosotros llevamos en el corazón una necesidad irreprimible de felicidad y de una vida llena de sentido; sin embargo, podemos caer en la ilusión de pensar que la respuesta se encuentra en poseer cosas materiales y en las seguridades terrenas”.

“Jesús, en cambio, quiere llevarnos a la verdad de nuestros deseos y hacer que descubramos que, en realidad, el bien que anhelamos es Dios mismo, su amor por nosotros y la vida eterna que Él y sólo Él puede darnos”.

“La verdadera riqueza es que Él nos mire con amor, como hace Jesús con aquel hombre, y amarnos entre nosotros haciendo de nuestra vida un don para los demás”, añadió, y resaltó que “Jesús nos invita a arriesgarnos, a arriesgarnos a amar: vender todo para darlo a los pobres”.

Esto, explicó, “significa despojarnos de nosotros mismos y de nuestras falsas seguridades, prestando atención a quien está necesitado y compartiendo nuestros bienes”, y esto no solamente implica las cosas que tenemos, “sino lo que somos”, como “nuestra amistad, nuestro tiempo”.

Al final de su mensaje, el Papa alentó a los fieles a preguntarse: “¿a qué está apegado nuestro corazón? ¿Cómo saciamos nuestra hambre de vida y de felicidad? ¿Sabemos compartir con quien es pobre, con quien está en dificultad o necesita un poco de escucha, una sonrisa, una palabra que le ayude a recuperar la esperanza?”.

“Recordemos esto: la verdadera riqueza no son los bienes de este mundo, la verdadera riqueza es ser amados por Dios y aprender a amar como Él”, aseguró.

- Esta nota fue publicada originalmente en ACIPRENSA.



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