En un mundo frenético, en el que se corre “por producir” y por “demostrar”, el Papa invitó a saber “detenerse y descansar” al tiempo que aseguró que Dios no da “soluciones inmediatas”, trabaja en el “tiempo lento de la confianza”.
“A veces buscamos respuestas rápidas, soluciones inmediatas. Pero Dios trabaja en lo profundo, en el tiempo lento de la confianza”, señaló el Pontífice durante la Audiencia General.
León XIV continuó este miércoles con la catequesis sobre “Jesús esperanza nuestra” para detenerse en el misterio del Sábado Santo.
El Hijo de Dios yace en la tumba, pero su “ausencia no es un vacío”, aseguró el Pontífice. Se trata del día “del gran silencio”, en el que el cielo “parece mudo y la tierra inmóvil”, pero es justamente allí “que se cumple el misterio más profundo de la fe cristiana”.
“Es un silencio grávido de sentido, como el vientre de una madre que custodia al hijo todavía no nacido, pero ya vivo”, agregó.
El Santo Padre usó la metáfora de la espera de un embarazo, para indicar que el tiempo considerado “no útil” de las pausas y los momentos aparentemente “estériles” pueden convertirse “en vientre de resurrección”.
Así, comentó cómo Jesús tras haber completado su obra de salvación, descansa “no porque se haya rendido, sino porque ha amado hasta el final”.
“No hay nada más que agregar. Este descanso es el sello de la obra cumplida, es la confirmación de aquello que tenía que hacerse y que ha sido completado. Es un descanso lleno de la presencia oculta del Señor”, señaló durante la catequesis.
El Papa subrayó que solo si sabemos acoger con gratitud aquello acontecido, descubriremos que, “justamente en la pequeñez, y en el silencio, Dios ama transfigurar la realidad haciendo nuevas todas las cosas con la fidelidad de su amor”.
“La verdadera alegría nace de la espera habitada, de la fe paciente, de la esperanza que cuanto ha vivido en el amor, ciertamente, resurgirá a la vida eterna”, declaró.
A continuación lamentó la vida frenética de la sociedad actual que pone por encima de todo el verbo producir: “Fatigamos en detenernos y descansar. Vivimos como si la vida nunca fuese suficiente. Corremos por no perder terreno. Pero el Evangelio nos enseña que saber detenerse es un gesto de confianza que tenemos que aprender a cumplir”, señaló a este respecto.
De este modo, explicó que el Sábado Santo nos invita a descubrir que la vida “no depende siempre de aquello que hacemos, sino también de cómo sabemos desistir de cuanto hemos podido hacer”.
Asimismo, dejó claro que Dios no tiene miedo del tiempo que pasa, porque “es Señor también de la espera”.
“Todo silencio acogido puede ser la premisa de una Palabra nueva. Todo tiempo detenido puede convertirse en tiempo de gracia, si lo ofrecemos a Dios”, explicó.
Por otro lado, manifestó que la imagen de Jesús, sepultado en la tierra, “es el rostro mansueto de un Dios que no ocupa todo el espacio”. León XIV aseguró que Jesucristo es el Dios “que deja hacer, que espera, que se retira para dejarnos la libertad”.
Por ello, instó a aprender a no tener “prisa de resurgir” porque es “más es necesario descansar, acoger el silencio, dejarse abrazar por el límite”.
“La esperanza cristiana no nace en el ruido, sino en el silencio de una espera habitada por el amor. No es hija de la euforia, sino de un confiado abandono”, resaltó.
Como cada miércoles, el Papa recorrió en su papamóvil la Plaza de San Pedro donde muchas familias esperaban desde primera hora de la mañana para que pudiera bendecir a sus hijos. Muchos de los fieles llevaban carteles para felicitarlo por su santo. Hoy miércoles, 17 de septiembre, la Iglesia celebra a San Roberto Belarmino, patrono de León XIV, por lo que es festivo en el Vaticano.
- Esta nota fue publicada originalmente en ACIPRENSA.